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Olivia muerde su labio inferior, devolviéndole el teléfono a su esposo luego de haber enviado un pequeño mensaje de texto hacia su mejor amiga, June.

La cuál le dejaba en claro por enésima vez de que se encontraba en perfectas condiciones disfrutando en el sur de Argentina sus pequeñas vacaciones de invierno para pasar la Navidad con su familia.

Siendo algo, realmente relajante para Olivia, al saber que no había nadie dentro de Rusia que pudiera ser atacado por el hermano menor de su esposo.

—Gracias.— Suspira aliviada.

Elían sonríe.

—¿No los vas a ir a saludar?— Le da un pequeño empujón para que se acerque hacia sus padres.

Olivia infla su pecho, llena de nervios e inseguridades, no habían hablado con esto de sus hermanos y no tenía ni la menor idea de lo que sus padres sabían, y de lo que no.

—¿Ahora?— Pregunta torpemente.

Elían la mira divertido. —Si, hermosa.— Le guiña un ojo.

—Si.— Muerde su labio inferior, avanzando hacía ellos.

Sin poder dejar de tener esa sensación de felicidad y del cosquilleo en su cuerpo, ante lo qué Elían había echo por ella.

—Estan ansiosos por verte.— Le susurra.

—Si...— Sonríe.

Y se aleja, para luego, mirarlo alzando sus cejas, y estirar su mano hacía él. —Y vos venís conmigo, mafioso tramposo.— Lo mira divertida.

Elían, sonríe de costado. —Como diga mí esposa.— Se burla.

Quedaría para dentro de unos minutos saludar a la familia de su mejor amigo y a su hermana pequeña, la cual no veía desde hace mucho tiempo.

—¡No puedo creer qué hayas echo esto por mí! ¡Y sé perfectamente que ya lo dije cómo diez veces, pero estoy realmente sorprendida y agradecida!— Escurre una pequeña lágrima queriendo rodar por su mejilla.

Elían, la toma de la barbilla con delicadeza, para plantar un delicado beso en sus labios antes de quedar frente a sus padres.

—Hola a todos.— Elían sonríe.

En dirección a su suegro, mientras que Olivia se lanza a los brazos de su madre, con sus mejillas completamente llenas de lágrimas por parte de las dos.

—¡Me alegro de que hayan llegado sin problemas!— Su suegro, estrecha un pequeño abrazo para con Elían.

Creía qué el mismo se lo merecía, qué se había ganado el respeto y la confianza de poder pertenecer a su familia y no solo por el negocio que los unía y el contrato que tenían. Elían había pasado a ser un miembro fundamental de su familia, de la misma manera que comprendía que su hija había adoptado a Iván como un miembro, también, de su familia.

—Lamento todos los procesos que tuvimos que hacer de seguridad, es para que todos pasemos unas fiestas tranquilos y en calma.— Frunce sus labios.

Dejando unas pequeñas palmadas en el hombro de su suegro.

—Lo sé.— Sonríe, orgulloso. —Y gracias por trabajar con ellos, en equipo.— Mira a sus hijos, saludar a la familia de Iván.

Elían aprieta sus labios, y una pequeña operación se hace presente en su cuerpo, esa familia lo había acogido durante mucho tiempo, y era la familia que él había elegido tener, de todos modos lo que le estaba diciendo a su suegro, era algo que probablemente le hubiera tenido que decir su padre, sí hubieran tenido una buena relación.

OLIVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora