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—Hola hermosa.— Elían sonríe de manera coqueta.

Tomando asiento a un lado de su mujer, no sin antes haber cerrado las puertas corredizas de aquella pequeña sección VIP que tenían atrás de todo en el jet privado.

Olivia, arquea sus cejas de manera divertida mientras que lo observa mordiendo su labio inferior.

—¿Porqué necesitamos privacidad, señor Fitzcher?— Susurra pestañeando.

Él sonríe, mordiendo su labio inferior. —Creo que esa falda es muy tentadora a la hora de viajar.— Sisea al ver la falda de polipiel negra que Olivia lleva en su cuerpo.

Luciendo unas medias opacas negras con un poco de abrigo en su interior para poder pasar por estos climas arduos y fríos de Rusia.

Olivia, tapa su rostro completamente avergonzada, teniendo en cuenta que sus hermanos estaban a unos simples pasos de ellos, y por mas que estuviera en la puerta impidiendo el acceso tenía miedo de que se pudiera escuchar las obscenidades que Elián estaba diciendo ahora mismo.

—¡Shhhh!— Lo regaña entre risas. —¿No me vas a decir a dónde vamos?— Hace un puchero.

Elian le roba un beso y niega con la cabeza.

—No, abrochate el cinturón.— Demanda, tomando el mando, para abrocharlo.

Estaban a pocos minutos de despegar, y él no podía dejar de ser controlador y cuidadoso para con su mujer en ningún momento.

Cuándo despegan, Olivia esta pegada al cristal mirando los montes, pueblos y carreteras, hasta que de momento todo se vuelve gris, muy gris, algo qué le parece completamente precioso al cruzar las nubes, pero cuándo las supera todo es como un colchón de algodón.

Y en ese instante puede suspirar y sonreír, dándose cuenta qué había estado a todo momento tomando la mano de Elían.

Al momento le pareció precioso, teniendo en cuenta qué hacía mucho que viajaba, pero después de horas de nubes ya esta algo cansada del mismo paisaje, y hasta incluso se podría decir qué harta, los zapatos la están matando y por eso mismo se los quita, Elían sigue pegado a su aparato electrónico mientras que no deja de ver gráficos y cámaras en cada una de las pantallas que tiene abierta.

No obstante, por el rabillo del ojo, puede observar como su mujer comienza a moverse de manera incómoda quitándose las medias, debido a que la calefacción del jet estaba verdaderamente acabando con su paciencia.

—¿Les digo que la apaguen?— Pregunta ronco.

Olivia sonríe y niega. —Me las vuelvo a poner antes de bajar.— Susurra relajada.

Sintiéndose mucho más cómoda.

Se apoya contra el respaldo, el silbido de los motores y el movimiento mecedor del avión consigue que se quede levemente dormida, levantándose, con un poco más de calor de lo normal.

Sonríe, cuándo siente sus pezones duros rosar contra la tela, y se remueve en su lugar, remojando sus labios y acomodando su cabello, dispuesta a volver a dormirse, no sin antes besar los labios de Elían, quién suponía seguía trabajando, como siempre.

Pero le llamo poderosamente la atención el hecho de que su esposo estuviera levemente adormilado, con algunas ojeras en su rostro y su tablet en la mano a la altura de su bulto.

Sus pechos apretados en aquel brasier y el calor que estaba haciendo en el jet, no estaba ayudando en absoluto a calmar su respiración y las locas ideas que pasaban por su cabeza mientras que le quitaba la tablet de encima a su marido, dejándola en el asiento frente a ellos.

OLIVIAحيث تعيش القصص. اكتشف الآن