Capitulo 15. Soy tu brujita

867 64 3
                                    

FLAVIO: ¿Te habló Samuel?

SOFIA: si, acabo de colgar.

FLAVIO: y ¿A dónde tenemos que ir a buscarlo? ¿Voy por el coche?

SOFIA: no rulitos, tu tranquilo, que lo menos que debe querer Samuel es que vayamos a buscarlo.

FLAVIO: ¿Por qué? No te entiendo.

SOFIA: me habló para decir que no llega esta noche.

FLAVIO: pero ¿Cómo está? ¿Sigue bajoneado por Andrea?

SOFIA: no, si esta con ella y no me preguntes más porque no sé, que duermas hermanito.

Flavio sonrió y se fue a su recamara.

En Colombia mientras tanto, Arturo discutía con su novia Valentina al corroborar que fue ella quién le dió toda la información a Mateo sobre su hermana.

ARTURO: no puedo creerlo ¿Por qué lo hiciste?

VALENTINA: amor perdóname lo hice porque sería lo que quisiera que hicieran por mí en caso de que tú te fueras y yo no supiera de ti.

ARTURO: no, Valentina yo confié en ti. Puse en tus manos a una de mis hermanas, ¿Tú sabes lo qué es eso?

VALENTINA: lo sé, pero mi vida no te pongas así, Mateo ama a Andrea por eso lo hice.

ARTURO: ¿Te parece que la ama? Por eso metió a Ximena en su cama; perdóname pero estas muy errada sobre tu concepto de amor.

VALENTINA: ya no discutamos más, dame un beso.

ARTURO: ¿Qué te pasa? Parece que no acabas de dimensionar la situación, mi hermana uno de mis tesoros está sufriendo porque este imbécil la está perturbando gracias a ti. ¿Qué parte no entiendes?

VALENTINA: ya, no me hables así y tampoco me quieras echar toda la culpa a mí.

ARTURO: sabes que en eso si tienes razón, la culpa fue mía por haber confiado en ti algo tan valioso para mí.

VALENTINA: óyeme ¿Qué te pasa? Me estas ofendiendo.

ARTURO: pues discúlpame pero es lo que siento. Ya no puedo confiar más en ti.

VALENTINA: ¿Qué me estas queriendo decir?

ARTURO: creo que las palabras sobran; Valentina esto se acabó. Ahora por favor vete de mi casa.

VALENTINA: tú no me puedes estar haciendo esto.

ARTURO: ya lo hice, creí que sabías quienes eran mis hermanas para mí. Ahora veo que no tienes una idea así que... ahí está la puerta. ¡Vete!

Valentina salió llorando de la casa, en la puerta se encontró con Irina y ni la saludo. Iba en un mar de lágrimas. Ella entró y vió a Arturo en la sala.

IRINA: hermanito, ¿Qué paso con Vale? Iba muy mal.

ARTURO: ven acá chiquita, dame un abrazo.

Irina fue a abrazarlo.

IRINA: ahora si ¿Qué paso?

ARTURO: terminé con ella.

IRINA: ¿Por qué? ¿Qué paso?

ARTURO: fue ella quien le dijo al imbécil de Mateo sobre Andrea.

IRINA: ¿Qué? Déjame que yo la alcanzo y la mato.

ARTURO: no chiquita no es necesario, espero que le haya quedado claro que ya no la quiero en mi vida.

IRINA: ¿Estás seguro? Digo llevas muchos años con ella.

ARTURO: claro que lo estoy. Y sabes que eso es lo que más me molesta, que en tantos años conmigo no haya sabido ver quiénes son mis princesas en mi vida. Chiquita, tú y la flaca son lo más importante en mi vida. Yo soy el hombre, yo las cuido. Y más desde que nuestros padres se fueron a Europa.

IRINA: lo sé hermanito y tú sabes que André y yo te amamos sobre todo en el mundo.

ARTURO: ah sí, pues entonces ven acá y dame apapachos dobles. Por ti y por Andrea.

Ellos estuvieron jugando un rato como un par de niños.

Mientras tanto en aquel viejo hotel Andrea despertaba con una fuerte resaca. Samuel la esperaba con un vaso de agua y una pastilla para el dolor.

ANDREA: ¿Qué pasó? ¿Cómo llegue aquí?

SAMUEL: tranquila yo te traje. Tómate esta pastilla, te ayudará para el dolor.

ANDREA: gracias Samu, ahora si te debo parecer una loca.

SAMUEL: no digas eso brujita, ya te dije que jamás pensaría eso de ti.

Ella sonrió y dijo ¿Cómo me llamaste? Él se sonrojo y dijo ¡perdón!

ANDREA: así que te parezco una "bruja".

SAMUEL: no perdóname, lo que pasa es que cuando te vi por primera vez y luego desapareciste según yo; te empecé a llamar "mi brujita" así que se me salió, lo siento ¿Te molestó?

ANDREA: no seas bobito Samuel claro que no, eres muy tierno ¿Sabes? Te autorizo de hoy en adelante... soy tu brujita.

Andrea lo abrazó cariñosamente y él se sentía en el mismo paraíso. No quería que lo soltara jamás...

amor sin fronterasWhere stories live. Discover now