Capitulo 89. Juramento.

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Sofía y Arturo despertaron entre sabanas blancas, felices hasta más no poder; había sido una noche realmente espectacular. Ahora se les venía el viaje a Londres, aquel en el que Arturo la llevaría de su mano ante las personas más importantes en su vida, sus padres.

Por otra parte, Flavio e Irina también amanecieron juntos, abrazados, disfrutando de aquella mezcla explosiva que eran. También pensando en la reacción de José Antonio y Victoria ante esta jugarreta que les había hecho el destino, pero esta vez más firmes y seguros que nunca de su amor.

Samuel y Andrea tras otra noche de entrega total, eran los más tranquilos en todo este enredo pues era de la única pareja que tenían conocimiento José Antonio y Victoria; así que en lo único que pensaban era en lo que les costaría salir de la cama, pues Andrea se negaba a dejar de oír los latidos de su corazón y Samuel se negaba a privarse del aroma embriagante de su Andrea, de su mujer.

SAMUEL: brujita, amor despierta mi hermosa dormilona.

ANDREA: no quiero, quiero quedarme para siempre así; abrazada a ti.

Samuel sonrió le dió un beso 😘 en la frente y le dijo y yo también. Pero tengo un poco de hambre. Siempre me dejas exhausto. Andrea sonrió y se sonrojó un poco luego le dijo está bien, ordena algo de comer, yo mientras tanto voy a tomar una ducha... Te espero.

Samuel le mandó un beso y la vió irse, luego tomó el teléfono y pidió el servicio a la habitación. Pidió comida como para un batallón, pues en sus planes no estaba salir de aquel cuarto sino hasta la tarde.

Luego fue a alcanzar a su novia en la ducha, disfrutaban cada momento juntos, se conocían de memoria. Todo en ellos ya iba mucho más allá de lo natural, sus cuerpos se atraían, sus miradas se buscaban, sus almas se pertenecían.

ANDREA: amor, tenemos que irnos.

SAMUEL: no tan rápido mi brujita.

Andrea frunció el ceño y preguntó ¿Cómo?

SAMUEL: como lo oyes mi amor ¿Recuerdas aquella vez que me propusiste no salir de un cuarto de hotel en todo el día?

Andrea le dió un pequeño beso y le dijo si, lo recuerdo, como también recuerdo que me dijiste que no. Samuel gruño y dijo eso fue porque teníamos compromisos que cumplir, pero hoy es diferente, el la tomó de la mano y la llevó afuera del baño señalándole todo lo que ordenó le dijo además mira todo lo que ordené.

Samuel tomó uno de los platos y dijo mira hasta tu postre favorito, fresas con crema. Andrea sonrió, tomó una fresa, la untó con crema, le dió un pequeño mordisco y lo restante se lo dió a Samuel en la boca y mirándolo a los ojos le dijo te equivocas mi amor, mi postre favorito no son las fresas con crema.

Samuel frunció el ceño y le dijo ¿Cómo? ¿Ya no te gusta? El tomó el teléfono y le dijo ¿Qué te gusta ahora? Andrea mordió otra fresa y se acercó a él nuevamente diciendo mi amor no es necesario yo ya lo ordené ¿En serio? Preguntó Samuel.

Claro que si mi amor, dijo Andrea pues sigo sin entender mi amor, yo me sé todos tus gustos dijo Samuel un poco molesto. Andrea sonrió lo besó y le dijo ven para acá, no te pongas así, lo que pasa es que a las fresas con crema les llegó una competencia a la que definitivamente no me podré resistir jamás ¿Ah sí, cuál? Preguntó Samuel, pues tú mi amor gritó Andrea.

Samuel se sonrojó, la besó y le dijo pues entonces ven y dame una probadita. Ellos se dieron un largo beso y luego se sentaron a comer; realmente necesitaban recargar energías.

ANDREA: amor si nos vamos a quedar aquí hasta la tarde, tenemos que avisarles a Arturo y Sofí.

SAMUEL: grrr! Está bien brujita, pero yo creo que esos dos deben estar pensando en todo menos en nosotros dos.

ANDREA: yo sé mi amor, pero es mejor, si no después empiezan los sermones.

Ellos llamaron a sus hermanos, que ya se encontraban todos juntos en la mansión Del Junco ultimando detalles del viaje.

Pasaron el día juntos viendo películas, acostados en la cama y abrazados tan cerquita el uno del otro que realmente les costó salir de allí. Y mientras Samuel pagaba la cuenta, Andrea se entretuvo viendo un pequeño local de artesanías, quedó encantada con un par de hermosas manillas las cuales le dijeron que servían como protección; así que le pareció perfecto estas como símbolo para su relación.

Ella las compró antes de que Samuel saliera y le daría una sorpresa.

SAMUEL: amor vámonos.

ANDREA: si mi amor, vamos.

Ellos tomaron la moto y durante el camino, Andrea buscaba el momento perfecto para pedirle a Samuel que se detuviera y allí en medio de la nada hacer un juramento.

Definitivamente Dios era cómplice de su amor, porque les regalo un hermoso atardecer y Andrea supo aprovechar una hermosa puesta de sol para pedirle a Samuel que se detuviera.

Amor detente por favor! Gritó Andrea. Samuel desconcertado se detuvo diciendo que pasa mi amor ¿Te sientes mal? ¿Voy demasiado rápido?

No, mi amor solo quiero que veas esto dijo Andrea señalando la bella puesta de sol. Samuel abrió sus ojos sorprendido y dijo es hermoso mi amor.

ANDREA: lo es, y es el lugar perfecto para decirte lo que te tengo que decir.

Samuel desconcertado solo la miraba fijamente.

ANDREA: aquí en este hermoso lugar quiero pedirte algo o mejor quiero que hagamos algo.

Samuel miró para todos lados y con picardía dijo ¿Aquí? Andrea le dió un empujoncito y le dijo nooo! Tonto que mente pervertida la que tienes mi amor. Samuel sonrió y dijo si claro yo; bueno yo también mi amor, pero en este momento no te estaba hablando de eso.

Andrea sacó de su bolsillo las dos manillas de color rojo y se las mostró; Samuel las vió y dijo están muy lindas mi amor. Sí, me encantaron dijo Andrea la señora que me las vendió me dijo que significan protección; así que quiero pedirte que con ellas hagamos un juramento.

Samuel se quedó viéndola, mientras ella tomó una de las manillas y se la pasó a él y la otra empezó a ponérsela mientras le decía... Yo Andrea Gallardo te doy esta pulsera como símbolo de nuestra relación y bajo el juramento que desde hoy y para siempre soy y seré tuya, juro también defender y proteger de todo peligro nuestro amor con uñas y dientes si es necesario y sobrepasar todo obstáculo que la vida nos ponga; siempre de tu mano y con la única meta de terminar cada noche en tus brazos y disfrutar de cada nuevo amanecer en tu pecho. Te Amo Samuel Del Junco.

Ella le dió un beso y ahora era Samuel quien le ponía la manilla mientras decía... Yo Samuel Del Junco te doy esta pulsera como símbolo de nuestra relación y bajo el juramento que desde hoy y para siempre viviré para amarte y protegerte, para ser la calma que cobije todas tus tempestades. También juro que con escudo y espada defenderé este amor, te sostendré en mis brazos cada noche y te resguardare en mi pecho cada mañana. Te Amo Andrea Gallardo.

Ellos sellaron su juramento con un gran beso en aquella carretera solitaria. Con aquella espectacular puesta de sol como marco perfecto de aquel momento y con la "pretty eyes" como llamaba Samuel a su moto como una cómplice más de la aventura que era su amor...

amor sin fronterasWhere stories live. Discover now