Et vaig veure

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ᴇᴘɪsᴏᴅɪᴏ 2
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La mirada de Hansen se había detenido en ella. Una sensación cálida y pesada se expandió por su vientre. Ni siquiera tuvo tiempo de recuperar la respiración antes de que ella cruzara la sala a zancadas en su dirección, dejando tras de sí a una Jiang más que sorprendida. Elizabethsintió la ridícula necesidad de salir corriendo.

-Vaya... viene hacia aquí... Jiang debe de haberle indicado quién eres -dijo Cloe, y parecía tan sorprendida y con la guardia tan baja como Elizabeth.

Sin embargo, pronto se hizo evidente que Cloe tenía más práctica en el arte de la elegancia en sociedad que Elizabeth. Cuando Hansen se detuvo junto a ellas, la chica de la risa tonta había desaparecido y en su lugar esperaba una mujer hermosa y contenida.

-Buenas noches, Señorita Hansen. Sus ojos, de un profundo azul cobalto, se detuvieron en Elizabeth durante un segundo. Cuando por fin se apartaron, ella aprovechó para recuperar el aliento.

-Cloe, ¿verdad? -preguntó ella. Cloe no pudo disimular el orgullo que sentía al saber que se acordaba de su nombre.

-Sí, así es, Trabajo en Drotronics. Le presento a Elizabeth Becker, la artista a la que ha escogido como ganadora del Concurso Visión Lejana. Hansen le tomo la mano.

-Un placer, señorita Becker. Elizabeth permaneció inmóvil, incapaz de responder.

La imagen de aquella mujer, la calidez de su mano, el sonido seguro de su voz y su acento británico le habían colapsado temporalmente el cerebro. Tenía la piel pálida en comparación con el pelo, oscuro y con un corte muy moderno, y llevaba un traje de color gris. «Un ángel caído.» Las palabras se materializaron en su cerebro, incontrolables.

-No sabe cuánto me ha impresionado su trabajo. le dijo Hansen. Ni una sonrisa. Ni rastro de delicadeza en su voz, aunque sí había un destello de curiosidad en su mirada. Elizabeth tragó saliva, nerviosa.

-Gracias. Ella le soltó la mano lentamente, acariciándola con la suya. La miró y se hizo el silencio entre las dos, hasta que Elizabeth recuperó el control y se enderezó.

-Me alegro de poder darle las gracias en persona por adjudicarme este proyecto. No puedo expresar con palabras cuánto significa para mí -recitó, repitiendo el discurso que había preparado a última hora. Hansen se encogió de hombros y, con un gesto de la mano, le restó importancia al asunto.

-Se lo ha ganado. -La miró a los ojos.

- O al menos espero que lo haga. Elizabeth sintió que se le aceleraba el pulso y deseó con todas sus fuerzas que ella no se diera cuenta.

-Me lo he ganado, sí, pero usted me ha dado la oportunidad de hacerlo. Por eso quería expresarle mi más sincera gratitud. De no ser por usted, lo más probable es que no hubiera podido sostener mi segundo año de máster. Hansen parpadeó y, por el rabillo del ojo, Elizabeth vio que Cloe se ponía tensa. Avergonzada, apartó la mirada. ¿Había sido demasiado directa?

-Mi abuela siempre me dice que no tengo gracia alguna cuando se trata de expresar gratitud -dijo ella con un tono de voz más tranquilo... más cálido.

-Hace bien reprendiéndome. Y también le doy las gracias por la oportunidad de hacerlo, señorita Becker-añadió, asintiendo con la cabeza.

Dame la mano y danzaremos [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora