Merci Eliot

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ᴇᴘɪsᴏᴅɪᴏ 71
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-¿Cómo lo has hecho, Elliot? -preguntó Elizabeth cuando su amigo entró en el estudio un minuto más tarde.

Se alegraba de que fuera él, y no Laylah, quien se había ocupado de acabar con las pocas defensas que le quedaban. ¿Cómo había sabido que, devolviéndole las piezas que había perdido con el paso de los años, acabaría derrumbando las paredes que aún quedaban en pie? Elliot se encogió de hombros y se acercó a la mesa en la que Elizabeth tenía sus materiales. Arrancó un trozo de papel de cocina y se lo pasó.

- Laylah me dio carta blanca para localizar y comprar el máximo número de obras. Cuando se tienen recursos, no es tan difícil como parece.

-Quieres decir dinero. -dijo Elizabeth, enjugándose las lágrimas con el trozo de papel. Elliot le dedicó una mirada conmovedora.

-Sé que la semana pasada me dijiste que lo que había entre Laylah y tú se había acabado, pero el encargo era muy anterior... de antes de lo de París, incluso. ¿Estás enfadada conmigo?

-¿Por aliarte con Laylah? -preguntó Elizabeth, sonriendo con tristeza.

-No lo hubiera hecho si no se tratara de tus cuadros. Sabes que llevo siglos detrás de ellos. Lo he hecho porque eres una artista de gran talento, Lizzie. Ese es el motivo principal por el que accedí a ayudar a Laylah a recuperar las piezas, no el dinero. -De pronto, sus ojos se desviaron de los de Elizabeth.

- Esta vez te has superado. -le dijo, deteniéndose delante del cuadro.

- Es tu mejor obra hasta la fecha.

-¿Lo dices en serio? -preguntó ella, colocándose a su lado. Elliot asintió solemnemente, recorriendo el cuadro con la mirada.

-Sé que me dijiste que su... relación se había acabado, Lizzie.-le dijo mirándola a los ojos.- Pero me he dado cuenta de que Laylah Hansen está loca por ti. Y soy consciente de que alguna vez te he dicho que me preocupaba que te relacionaras con ella, pero todo esto no ha sido solo una cuestión de dinero, Lizzie. No sabes cuánto esfuerzo y dedicación ha invertido en recuperar todas tus obras. - Elizabeth no sabía cómo debía sentirse.

-Lo ha hecho porque se lo puede permitir, Elliot. -dijo, mientras dos lágrimas se deslizaban por sus mejillas.

-¿Y qué tiene eso de malo? -le preguntó Elliot confuso. - ¿Qué tiene Laylah Hansen que te intimida tanto? Es evidente que te sientes atraída hacia ella y que esa misma atracción te atormenta. ¿Qué te ha hecho? - Exclamó Elliot, y su desconcierto se convirtió en preocupación al estudiar la expresión de Elizabeth.

-Oh, Elliot. -murmuró ella, sintiéndose miserable.

Nunca le había hablado del aspecto sexual de su relación con Laylah... Tampoco le había contado que Laylah era sexualmente dominante y que estaba convencida de que ella era sumisa por naturaleza. De pronto decidió explicárselo todo, e intentó suavizar sin demasiado éxito las escenas más comprometidas del relato.

-Elizabeth. -le dijo Elliot y a juzgar por la expresión de su cara, la situación lo incomodaba un poco.

- No hay nada malo en ese tipo de prácticas sexuales. Ya sé que no tienes mucha experiencia...

-Ninguna... antes de Laylah. -intervino ella.

-Cierto. Debes saber que la gente tiene todo tipo de fantasías sexuales. Siempre que sea de mutuo acuerdo y nadie resulte herido... -De pronto guardó silencio y se puso pálido.

- No te ha hecho daño, ¿verdad?

-No... no, no es eso. -exclamó Elizabeth.
- La verdad es que me gusta... me encanta la forma en que me hace el amor. -continuó, e inmediatamente se puso colorada. Nunca había tenido una conversación tan explícita con Elliot. Con nadie, en realidad.

- El problema es que es una obsesa del control. ¡Mira si no lo que ha organizado a mis espaldas con los cuadros! Sabía que así la perdonaría por haberme dejado plantada la semana pasada sin darme una sola explicación, justo cuando empezábamos a tener una relación más cercana. - Elliot suspiró.

-Ya te lo he dicho, Laylah me pidió que localizara los cuadros hace ya algún tiempo. En aquel momento no podía saber que acabarían peleándose y que gracias a los cuadros la perdonarías. Mira, la he tratado durante algunas semanas, mientras rastreaba los cuadros y negociábamos los precios de compra. Sé que es dominante, pero también es una tipa amable. Esta bien, y testaruda, y las cosas se hacen a su manera o no se hacen, pero me ha resultado difícil discutir con ella cuando es evidente que todo esto lo está haciendo para complacerte.- Elizabeth miró a su amigo, deseando poder creerse sus palabras.

-Solo conozco a otra persona tan testaruda como ella. -dijo Elliot con una media sonrisa en los labios. Elizabeth se echó a reír. Sabía quién era esa otra persona.

-Si le dejaras claro que solo le permitirás ser dominante en el dormitorio, ¿serviría de algo? -preguntó Elliot.

-Pero se lo guarda todo para sí misma. Me ignora como si no existiera. - Elliot asintió.

-Bueno, está claro que la decisión es tuya, aunque yo no estaría tan seguro de su capacidad para ignorarte. La mayor parte del tiempo es imposible saber qué está pensando, no lo pongo en duda, pero eso no quiere decir que no sienta nada. Simplemente se le da bien ocultar sus sentimientos. De todas formas, quiero que sepas que se ha volcado en la búsqueda de los cuadros y que ha sido muy generosa. Parecía una mujer con una misión que cumplir. -Miró la hora en el reloj de pulsera.

- Tengo que irme. Esta tarde me toca cerrar la galería.

-Gracias, Elliot -le dijo Elizabeth a su amigo mientras lo abrazaba. - Por encontrar los cuadros y por hablar conmigo de Laylah.

-Cuando quieras. -dijo él, dirigiéndole una mirada significativa.- Si te apetece, podemos hablar más tarde. - Elizabeth asintió y lo siguió con la vista hasta que desapareció por la puerta del estudio, dejándola a solas con sus pensamientos y sus esperanzas.

Dame la mano y danzaremos [Finalizada]Kde žijí příběhy. Začni objevovat