Contact ( Segunda parte )

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ᴇᴘɪsᴏᴅɪᴏ 9. 5
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¿La iba a apartar?, se preguntó de repente. ¿La deseaba o no? De pronto Laylah movió la mano que le quedaba libre y cubrió el sexo de Elizabeth por encima de los vaqueros. Apretó. Ella gimió, indefensa.

-No -gruñó como si discutiera consigo misma, y volvió a inclinar la cabeza sobre los pechos de Elizabeth.

-Voy a Tomar lo que es mío.Elizabeth.

sabía desde el primer momento que no era buena idea asociarse con alguien como Laylah Hansen. Era consciente de que perdía el norte cada vez que ella le dedicaba una de sus enigmáticas miradas con aquellos hermosos ojos azul cobalto. ¿Acaso no le había advertido ella a su manera que era una mujer peligrosa?

Ahora por fin tenía la prueba: casi setenta kilos de carne de hembra excitada aplastándola contra la pared. La estaba devorando como si fuera su última comida. Abrió todavía más la mano sobre su pecho, sirviéndoselo a su boca hambrienta. Volvió a tirar del pezón con una succión dulce y violenta. Elizabeth gimió y se golpeó la cabeza contra la pared al sentir la puñalada del deseo en el centro de su sexo; jamás había sentido una reacción tan intensa. La mano de Laylah le presionaba la entrepierna, aliviándole el dolor... y alimentándola.

-Laylah. dijo con voz temblorosa. Ella levantó su oscura cabeza unos centímetros y se quedó mirando el pecho.

El pezón, brillante debido a la saliva, había enrojecido, y la acción de su boca salvaje y de su refrescante lengua habían provocado que se hinchara y se endureciera. El cuerpo de Laylah se tensó; La visión le arrancó un gruñido de satisfacción.

-Tendría que ser un puto robot para no querer esto
dijo con voz áspera, casi salvaje.

Ella gimió, debatiéndose entre el deseo más crudo y el desconcierto. La expresión ligeramente perdida del rostro de ella, mezclada con una mirada ardiente, le llegó al alma. ¿Quién era aquella mujer? No le gustaba la confrontación que creía percibir en ella. Le rodeó la nuca con una mano, deslizando los dedos entre el pelo. Era tan grueso y a la vez tan suave como parecía. La mirada de Laylah se clavó en los ojos de Elizabeth y ella le empujó la cabeza de nuevo hacia su pecho.

-No pasa nada, Laylah. -Ella dilató las aletas de la nariz.

-Sí pasa. No sabes lo que estás diciendo.

-Sé lo que siento -susurró ella.

-¿Quién mejor que yo? Ella cerró los ojos un instante.

De pronto, Elizabeth sintió que la tensión se rompía y ella volvía a besarle la boca, a inclinar la cadera para hundir su pelvis en la tierna piel de su vientre. Elizabeth le sujetó la cabeza con fuerza, sintiendo que se ahogaba en su esencia. De pronto creyó oír pasos a lo lejos a través de la espesa neblina de aquel deseo cada vez más intenso.

-Oh, estás aquí... perdona. Los pasos empezaron a alejarse de nuevo. Laylah levantó la cabeza; sus miradas se cruzaron y ella se quedó petrificada.

Laylah se movió para asegurarse de bloquear la visión de su pecho desnudo y luego lo cubrió con la sudadera.

-Qu'est-ce que c'est? -preguntó bruscamente. Elizabeth desvió la mirada, confundida porque no hablaba francés y no había entendido la pregunta. Los pasos se detuvieron.

Dame la mano y danzaremos [Finalizada]Where stories live. Discover now