Tu me plais

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ᴇᴘɪsᴏᴅɪᴏ 48
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Le sujetó la cabeza con ambas manos y, sin apartar los ojos de los de ella, se deslizó bruscamente una y otra vez, mientras le enjugaba las lágrimas con los pulgares. El brillo de sus pupilas, que delataba lo excitada que estaba, era más intenso desde hacía unos minutos, pero también había algo más, algo que parecía bendecir la naturaleza oscura del deseo que había proyectado en ella.

—No te imaginas cuánto me complaces.   —dijo Laylah.

La sujetó firmemente y volvió a deslizarse entre sus labios. Durante un minuto todo se volvió negro. Fue como si hubiera perdido la conciencia, embriagada por la dulce boca de Elizabeth y por la forma en que le concedía cada uno de sus deseos, por oscuros y depravados que estos fueran. De repente, sintió que temblaba entre sus manos mientras ella se hundía en lo más profundo de su placer, empezó a retirarse para dejarla respirar, hasta que se dio cuenta de que no se estaba ahogando.

— Dulce Elizabeth.  — Murmuró entre dientes, y sintió que una fuerte emoción se apoderaba de ella al darse cuenta de que Elizabeth se estaba corriendo otra vez.

Y de pronto sintió un placer brutal atravesándole el cuerpo y explotó en la boca de Elizabeth sin previo aviso, gruñendo como un animal salvaje. No podía apartar los ojos de ella, hechizada por la imagen de sus mejillas rosadas y la expresión de indefensión en sus ojos oscuros mientras sucumbía al placer de haberle complacido tan bien. Elizabeth tragó y su cuello se contrajo con el movimiento.

Laylah seguía temblando y corriéndose, sin poder detener las descargas de placer, a pesar de que Elizabeth parecía tener problemas para seguir el ritmo. Sus sospechas se confirmaron cuando ella gimió y, al suavizar la presión alrededor de su clítoris, se le escaparon unas gotas de su nectar por la comisura de los labios. De repente, sintió la puñalada erótica de un segundo orgasmo y, ahogando una exclamación de sorpresa, cerró los ojos.

Aún tenía la imagen de ella grabada a fuego en su retina. ¿Cómo era posible que alguien tan inocente la dejara tan indefensa, tan destrozada, tan vulnerable, desnuda y expuesta como ella le había exigido a Elizabeth en cada uno de sus encuentros? Aquella revelación le hizo abrir los ojos. Apartó las manos de la melena cobriza de Elizabeth  y vio que tenía restos de su néctar en el rostro. Sus ojos eran como dos faros en mitad de la noche, oscuros y lejanos.

La miró detenidamente, contemplando su belleza, tan erótica, tan lasciva, como si hubiera estado ciega toda su vida y ella fuera lo primero que veían sus ojos. Se retiró lentamente de su boca. Laylah cerró los ojos un instante, intentando acostumbrarse a la crueldad de tener que separarse de ella. Ninguna de las dos dijo nada mientras ella la ayudaba a levantarse y le quitaba las esposas. Luego desconectó el vibrador, y a Elizabeth se le escapó un gemido.

—Lo había puesto muy fuerte. —dijo, y le pareció que su voz sonaba demasiado plana, demasiado inerte, quizá porque sabía que estaba mintiendo.

El vibrador no tenía tanta potencia ni tampoco era tan preciso. Elizabeth se había corrido repetidamente mientras ella le asaltaba su dulce boca porque era una mujer dulce, y sensible, y...
«... mucho más de lo que esperabas o incluso de lo que habías planeado.» Se detuvo un instante mientras retiraba las correas del vibrador.

—¿Laylah? —dijo Elizabeth, y no pudo reprimir una mueca al percibir el sonido áspero de su voz.

—¿Sí? —preguntó ella, evitando su mirada mientras guardaba el vibrador y las esposas otra vez en la bolsa.

—¿ Qué pasa...? ¿Ha salido todo bien?

—Ha sido increíble. De nuevo has sobrepasado todas mis expectativas.

—Ah... porque pareces... no sé, descontenta.

—No seas tonta. — Respondió Laylah con un hilo de voz, mientras se subía las bragas. La miró fijamente, ignorando su flagrante belleza y la confusión que desprendían sus ojos.

— ¿Por qué no te duchas aquí? Yo usaré el otro lavabo. Después pediré algo para cenar.

—Está bien.—asintió Elizabeth, y la inseguridad que desprendía su voz se clavó en lo más profundo del alma de Laylah.

Aun así, a pesar de la intensidad casi insoportable del dolor, se dirigió hacia la puerta del dormitorio. De repente, se detuvo en seco y se dio la vuelta, incapaz de contenerse. Elizabeth no se había movido de donde estaba.

—Ven aquí. — Le dijo, con los brazos abiertos.

Elizabeth cruzó la estancia corriendo y ella rodeó con sus brazos, inhalando el perfume de su cabello. Sus pechos le provocaban una presión eróticamente deliciosa contra su cuerpo. Quería expresar lo exquisito que había sido aquel encuentro —lo exquisita que era Elizabeth—, pero, por alguna extraña razón, el corazón empezó a latirle muy deprisa. No le había gustado lo que había sentido al final, la sensación de sentirse expuesta... debilitada por el deseo que sentía por ella. Y, sin embargo, la boca de Elizabeth seguía siendo una tentación.

La besó con dulzura, consciente de que seguramente tendría los labios irritados. Ella le suspiró en la boca e Laylah sintió el impulso de llevarla hasta la cama y pasarse la noche con los labios y la nariz hundida en su piel sedosa.En lugar de eso, le dio un último beso y la soltó. Todavía necesitaba demostrarse a sí misma que era capaz de alejarse de ella.

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Hola lectores espero que estén bien...

En el año nuevo :
Valora lo que tienes, supera lo que te duele y lucha por lo que quieres.

FELIZ AÑO NUEVO!!!! 2020

FELIZ AÑO NUEVO!!!! 2020

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Dame la mano y danzaremos [Finalizada]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ