Appel

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ᴇᴘɪsᴏᴅɪᴏ 13
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Como de costumbre. Elliot conducía el coche de Christopher entre el intenso tráfico de los sábados por la noche en Wicker Park. Christopher estaba un poco achispado tras escuchar durante dos horas a The Killers en el McGill's, y lo mismo podía decirse de Ethan y de Elizabeth. De ahí lo absurdo de su destino.

-Vamos, Lizzie. -la provocó Ethan Gates desde el asiento trasero.

-Nos lo vamos a hacer todos.

-¿Tú también, Elliot? -preguntó Elizabeth desde el asiento del copiloto. Elliot se encogió de hombros.

-Siempre he querido llevar un tatuaje en el bíceps, uno de esos retro, como un ancla o algo así. -respondió él, dedicándole una sonrisa fugaz mientras tomaba North Avenue.

-Cree que así encontrará a su pirata. -bromeó Christopher.

-Bueno, pues yo no pienso hacérmelo hasta que tenga tiempo de dibujarlo yo misma. -dijo Elizabeth decidida.

-Aguafiestas. -la acusó christopher casi a gritos.

-¿Qué tiene de divertido planear un tatuaje? - dijo Elizabeth.

-Se supone que te tienes que levantar a la mañana siguiente con una resaca increíble y no tener ni idea de qué has hecho la noche anterior.

-¿Estás hablando de un tatuaje o de las mujeres que te traes a casa? - preguntó Ethan. Elizabeth se echó a reír y estuvo a punto de no oír el sonido de su móvil desde el interior del bolso, sofocado por las risas y el escándalo que estaban armando sus amigos. Miró la pantalla del teléfono, pero no reconoció el número.

-¿Sí? -preguntó, obligándose a dejar de reír.

-¿Elizabeth? - Se le atragantó la alegría.

-¿Laylah? -preguntó incrédula.

-Sí. Christopher dijo algo en voz alta desde el asiento trasero y Ethan se rió a carcajadas.

-¿Interrumpo algo? -La voz rígida y el acento británico de Laylah eran el contrapunto perfecto a las bromas de sus amigos.

-No. He salido con mis amigos. ¿Por qué me llamas? -quiso saber Elizabeth. La sorpresa hizo que su voz sonara más cortante de lo que pretendía ser. Ethan se echó a reír a carcajadas y Elliot se le unió.

-Chicos..., bajen la voz -les susurró Elizabeth entre dientes; ellos ni caso.

-He estado pensando en algo... -empezó Laylah.

-¡No! Gira a la izquierda -gritó Christopher.

-Carl's Daemon Signs está en North Paulina.

Elizabeth contuvo una exclamación de sorpresa cuando Elliot pisó el freno y ella salió disparada hasta el tope del cinturón de seguridad.

-¿Qué decías? -preguntó, más desorientada por el hecho de que Laylah la hubiera llamado que porque se le acabara de sacudir el cerebro dentro del cráneo por culpa del repentino cambio de dirección de Elliot. Al otro lado de la línea reinaba el silencio.

-Elizabeth, ¿estás borracha?

-No. -respondió ella con frialdad. ¿Quién era ella para hablarle así?

-No estás conduciendo, ¿verdad?

-No, no estoy conduciendo. Conduce Elliot. Y él tampoco está borracho.

-¿Quién es, Lizzie? -preguntó Christopher desde el asiento trasero.

-¿Tu Madre? -A Elizabeth se le escapó la risa. No pudo evitarlo. La pregunta de Christopher había dado en el clavo, teniendo en cuenta el tono de superioridad de Laylah.

-¡Sobre todo no le digas que te vas a hacer un tatuaje en ese precioso culo que tienes! -exclamó Ethan.

Elizabeth no pudo reprimir una mueca.
Esta vez su risa fue bastante menos creíble. Se sintió avergonzada al pensar que Laylah había oído las bromas de sus amigos. Le estaba demostrando que era tan torpe e inmadura como ella creía.

-No te vas a hacer un tatuaje. -dijo Laylah. La sonrisa de Elizabeth se esfumó. Aquello parecía más un decreto que una aclaración.

-Pues sí, resulta que me voy a hacer un tatuaje. -respondió furiosa.

- Y por cierto, no sabía que tenías derecho a mandar respecto a mi vida. He aceptado pintar un cuadro para ti, no convertirme en tu esclava. Ethan, Elliot y Christopher se callaron al instante.

-Has estado bebiendo. Mañana te arrepentirás de haber hecho algo tan impulsivo. -dijo Laylah en un tono sereno, aunque se adivinaba una nota de ira.

-¿Cómo lo sabes? -preguntó ella.

-Lo sé. - Elizabeth parpadeó con fuerza al oír aquella respuesta tan escueta.

Por un segundo, se había convencido de que Laylah tenía razón. Estaba enfadada. Llevaba toda la noche intentando olvidarse de ella -intentando olvidar su cara mientras le decía que quería follársela- y ahora Laylah lo había mandado todo al garete al llamarla y comportarse como una completa idiota.

-¿Me has llamado por alguna razón en especial?Porque en caso contrario, has de saber que me voy a tatuar un pirata en el culo.-le espetó, cogiendo al vuelo el primer detalle que le vino a la mente de la conversación con sus amigos.

-Elizabeth, no... - Ella apretó un botón en la pantalla del teléfono.

-Lizzie, ¿no habrás...?

-Creo que sí. -lo interrumpió Ethan, sorprendido y también un poco impresionado.

-Le acaba de colgar el teléfono a Laylah Hansen.

Dame la mano y danzaremos [Finalizada]Where stories live. Discover now