Et vaig veure ( Segunda parte )

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ᴇᴘɪsᴏᴅɪᴏ 2. 5
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-¿Qué es eso? -preguntó Laylah, señalando con la cabeza la copa medio vacía que descansaba encima de la mesa.

-Lo que tomo siempre, agua con gas y lima.

-Debería celebrarlo, señorita Becker. ¿Era su acento lo que le provocaba un cosquilleo en las orejas y el cuello cada vez que pronunciaba su nombre? Había algo único en ella, un deje británico mezclado con algo más que aparecía de vez en cuando, algo que Elizabeth no conseguía identificar.

-Tráenos una botella de Roederer Brut -le dijo Hansen a Leiza, que sonrió, asintió con la cabeza y se alejó. Elizabeth estaba cada vez más confundida. ¿Por qué se molestaba en pasar tanto tiempo con ella? Seguro que no bebía champán con todos los afortunados beneficiarios de sus arranques filantrópicos.

-Como le estaba diciendo antes de que llegara Leiza, me alegro de que tenga formación en arquitectura. Su habilidad y conocimiento en ese campo es sin duda lo que le da a su arte tanta precisión, profundidad y estilo. La pintura que envió para el concurso era espectacular. Captó a la perfección el espíritu de lo que quiero para el vestíbulo de mi edificio.

La mirada de Elizabeth se deslizó por el traje inmaculado de Hansen. Su predilección por la línea recta no le resultó sorprendente. Cierto, en ocasiones el arte de Elizabeth se inspiraba en su predilección por la forma y la estructura, pero la precisión no era lo más importante, ni mucho menos.

-Me alegro de que le gustara -respondió, con el que esperaba fuese su tono de voz más neutral. Una sonrisa asomó en los labios de Hansen.

-Esconde algo tras esas palabras. ¿No le hace feliz saber que me ha complacido? Elizabeth abrió la boca y contuvo las primeras palabras que le vinieron a la cabeza.

«El objetivo de mis obras es complacerme únicamente a mí.»

Consiguió controlarse a tiempo. ¿En qué demonios estaba pensando? Aquella mujer era la responsable de que le hubiera cambiado la vida.

-Ya se lo he dicho antes, nada podría hacerme más feliz que ganar este concurso. Estoy emocionada.

-Ah -murmuró Hansen al ver llegar a Leiza con el champán y una cubitera. Ni siquiera desvió la mirada mientras la otra mujer se ocupaba de abrir la botella, sino que siguió estudiándola con detenimiento, como si Elizabeth fuera un proyecto científico especialmente interesante.

-Pero alegrarse por haber conseguido el encargo no es lo mismo que alegrarse por haberme complacido.

-No, no quería decir eso -le espetó ella, mirando a Leiza mientras esta descorchaba el champán con un estallido seco.

Su mirada de asombro volvió a posarse en Hansen. Le brillaban los ojos en una cara que, por lo demás, permanecía impasible. ¿De qué iba todo aquello? ¿Y por qué se había puesto tan nerviosa al oír aquella pregunta, a pesar de que sabía que no tenía una respuesta?

-Me alegro de que le gustara mi pintura. Me alegro mucho.

Hansen no respondió, se limitó a observar la escena con mirada ausente mientras Leiza servía el brillante espumoso en dos copas altas de champán. Luego asintió y le dio las gracias a su empleada antes de que esta se alejara. Tomo su copa y Elizabeth la imitó.

Dame la mano y danzaremos [Finalizada]Where stories live. Discover now