Tus acordes en mi guitarra

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Y ahí está ella,guitarra en mano dispuesta a hacer lo que no sabe,y todo por él.
Los dueños del bar la han reconocido como la chica invitada que viene a cantar con Cepeda y aunque a ella no le hacen gracia ese tipo de cosas y formalismos,deja que le hagan sentir cómoda.

Sin querer,o queriendo,busca a Luis esperando encontrar su mirada y que la tranquilice con una sola de sus palabras.
Él aparece por la derecha,se ha puesto camisa en vez de básica y se acerca lentamente haciendo que Aitana se desespere más de la cuenta.

-Buenas noches.
-Nos vimos hace nada,Aitana.
-Ya,pero hace nada no sabia que te encantaba.

Luis agacha la cabeza y su boca recibe una sonrisa con los brazos abiertos.
De esas que solo es capaz de evocar ella con sus maneras tan directas.

-Tu y yo tenemos una conversación pendiente en un sitio mas privado.

Eso a Aitana no le gusta.
No le gusta esperar al verano en invierno ni tampoco buscar el momento preciso.
No le gusta desaprovechar el tiempo con la gente que realmente quiere.
Porque eso,el tiempo,es lo único en la vida que nunca vuelve.

-Está bien.¿En qué momento de la noche vamos a volar alto?
-Después de decirle al silencio que sí.

Ella lo entiende a la perfección porque en dos noches ya se sabia todo su repertorio.

-Lo vamos a descolocar todo,Luisito.
-Todo.Y te digo más,quiero que pongas tus acordes en mi guitarra.

A Aitana no le cuesta aceptar.
Aunque haya cargado con la suya,tocar con la guitarra de Luis es tener un cachito suyo en sus manos.
Raro es que a Luis no le haya costado dársela,es su primera guitarra,la que le hizo su padre con tan solo diez años y la que le ha acompañado toda su vida.
Esa misma que ha escogido hoy entre las cinco que le pertenecen,simplemente para que ella la toque.

Luis sube al escenario después de darle un abrazo a Aitana que espanta todos sus miedos e inseguridades,un abrazo que Aitana hubiese querido que durara cinco minutos y cuarenta y seis segundos,ni uno más,ni uno menos.

Van sonando distintas canciones y a Aitana le sorprende que hoy haya querido incluir más canciones de su propia cocecha y muy pocas ya conocidas.
Parece que no,pero le enorgullece.Lo ve ahí,sentado guitarra en mano y mostrando lo que siente a través de canciones.
Si eso no es arte,para ella no lo sería nada.

Llega el momento de levantar los pies de tierra firme y cantar la composición que habían practicado esa tarde.
Había que volar y quisieran o no,hacer de Madrid la cuidad del amor y quitarle el puesto a París.

Aitana empieza a tocar la introducción y sus mofletes se tornan a un excesivo rojo.
Agacha su cabeza y toca como puede.
Es consciente de que todo eso lo hace por Luis porque si por ella fuera ya habría salido corriendo.
Es el mismo Luis quien coge su barbilla y levanta su cabeza obligándola a mirarle a los ojos.
Y ahí es cuando todo su temor a ser juzgada desaparece.No hay juicios que valgan porque ahí el único litigante era el café de los ojos del chico que tenia en frente.
Su único juicio seria cara a cara y el único juez su sonrisa.
Ella seria abogada del diablo si hacia falta y él dictaría su sentencia que no era mas que hacer,una vez más,que superara lo que ella creía insuperable.

La canción transcurre y termina de la mejor manera que podría haberlo hecho.Los dos están satisfechos y tienen claro que van a pisar ese escenario juntos muchas mas veces.

-Me debes una,te acabo de salvar el espectáculo.
-No te lo creas tanto,pero sí,lo has hecho muy bien.
-Me ha encantado,no lo vamos a negar.
-A mi también me ha gustado mucho cantar contigo.

Llevan dos horas juntos en ese bar y Aitana no se resiste más,sencilla razón por la que sonríe sin parar.

-¿Entonces te encanto?
-Entonces me encantas.
-Vas a tener que conseguir que me encantes tu a mi.

Vuela altoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum