Maestro

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Dentro de su malestar ,no está tan mal.
Luis ha pasado la noche con ella y cuando se ha tenido que ir a trabajar ha llegado Amaia en forma de relevo para contarle que Emma se ha quedado emocionadisima en el colegio porque tenian una salida programada.
Se siente mimada y protegida.No sabe porqué pero le gusta.
Siempre ha sido más de ser independiente y agobiarse con el exceso de atención pero contra todos los pronósticos,le está encantando el cuidado recibido.

No tiene más remedio que tragar la sopa que Amaia le ha preparado.
No ha controlado la cantidad y quizá tenga para comer tres días pero su amiga lo ha hecho con la mejor intención.

Es la hora de que a Amaia le toque abandonar la casa de su amiga para ir a por Emma.
Aitana intenta suspirar en señal de alivio pero pronto sus propias llaves le recuerdan que se las ha dejado a Luis,que ha amenazado con volver después del trabajo.

No tiene mejor idea que hacerse la dormida,por jugar.
Se acomoda de manera que él no pille su mentira,como cada una que le intenta colar.

Lo oye entrar al cuarto.
Intuye que su novio se acaba de quitar la chaqueta por el ruido característico de la cremallera.
No tiene que imaginarse mucho más cuando nota que su cama se hunde dejando el cuerpo de Luis al lado del suyo,cara a cara.Cuerpo a cuerpo.
Un beso en el flequillo la hace sonreír a sobremanera.No sabia que lo necesitaba hasta que lo recibió.

-¿Estás despierta?-pregunta Luis susurrando,considerando que la respuesta podría ser omitida porque era negativa-.

Aitana abre sus ojos,preciosos,contestando a la pregunta de su novio sin tener que poner en marcha sus cuerdas vocales.

-¿Estás mejor?-pregunta Luis empezando a dejar besos sobre su cara,por todos los lados a los que llegan sus labios-.
-Creo que ahora me estoy mejorando más.-Aitana hace referencia a los arrumacos que Luis le está ofreciendo-.
-Si es que soy un doctor maravilloso.-imita aires de superioridad que ni él mismo se cree-.
-Porque yo soy una enferma estupenda que te motiva a trabajar.-no le faltaba razón y ninguno de los dos lo duda-.

Poco a poco,o mucho a mucho,Aitana se acomoda en el pecho de Luis saciandose así de todo el calor que le falta a su cuerpo.
Luis,a pesar de que hace rato ya que se le ha dormido el brazo derecho,se permite aguantar para que ella siga siendo la dueña de su cuerpo por un rato más.

No hay relojes,no hay ventanas empapadas y gotas haciendo carreras para llegar las primeras al fondo del cristal,no hay prisa por acabar eso que llevan todo el día deseando tener.
Son polos opuestos atrayéndose constantemente.

Tal vez uno sin el otro serian verano sin sol,café sin azúcar,Madrid sin luz.

No les cuesta enredarse en la misma cama y acabar en el sofá sin saber por qué.
No les cuesta ver por enésima vez la misma película y bajarle el volumen en el minuto dos para hablar de cosas más importantes,por lo menos para ellos.
No les cuesta quererse y abrazarse de vez en cuando.

Eso es lo que Luis le ofertaba a Aitana en cada décima de fiebre y cada golpe de tos.
Amor.
En años y años de carrera no había conocido un medicamento mejor que ese.
Antídoto a cualquier enfermedad letal,arma de destrucción masiva o inseguridad.

-Amor.-Aitana llama su atención haciendo que Luis se tense-.
-Dime.
-Gracias por cuidarme.-él sonrie porque sabe,aunque no lo diga,que siempre la iba a cuidar-.
-Cuando yo me ponga enfermo me tendrás que cuidar también.-arquea las cejas esperando que Aitana le diga que sí,que algún día lo achuchará igual que él está haciendo ahora mismo-.
-No soy doctora pero tengo buen maestro.-sonríe victoriosa y él orgulloso -.

Maestro de categoría y honor.
De los que amarían la docencia si el alumnado era el adecuado.
No hay nada muy alejado de la realidad.

Llevan ya bastante tiempo aprendiendo y enseñándose juntos.
Porque juntos,siempre,se aprende mucho mejor.

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