Pajarito

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Amaia llega con su particular escándalo. No es que en la casa de los Cepeda, los dos integrantes de la familia que han dormido ahí, estén muy animados, pero ninguno de los dos se resiste a reírse con las ocurrencias de la tita Amaia.

De buena mañana, discusión. Porque así son las parejas, entran en desacuerdo irremediablemente y más cuando tienen que decidir sobre intereses en común. En este caso, el de sus hijos.

Amaia se ha dado cuenta enseguida de que algo no iba bien y con el pretexto de una charla de chicas consigue dejar a los tres niños con Luis y correr escaleras arriba con Aitana.

- Desembucha, pajarito. -Amaia y su particular falta de tacto para empezar conversaciones-.
- Hemos discutido esta mañana. -lo dice a regañadientes, realmente se siente estúpida por no saber llegar a un acuerdo con su novio-.
- ¿Por qué? -la pregunta parece obvia, pero Aitana no esperaba tener que contestarla-.
- Los niños. Que si cuna dentro o fuera, que si alimentación, que si casa de los abuelos maternos o paternos...total, que me ha terminado llamando egoísta y yo a él imbécil. -durante todo su relato ha mantenido la mirada en el suelo-.
-Bueno Aiti, hay que reconocer que entre egoísta e imbecil, yo prefiero la primera. Te has pasado un pueblo. -y tal vez esperaba oír un "tienes toda la razón, es imbécil", pero esas palabras le hacen reír más-.
- Ya sé que me he pasado, pero se me ha calentado la boca. -lo reconoce, no ha estado nada bien-.
-Pídele perdón e intenta llegar a un acuerdo sobre todas esas decisiones tan difíciles que tienen que tomar los padres.
- Luego lo intento. Si me quiere escuchar, claro. -no tiene tan claro que Luis pierda su orgullo-.
- ¡Menos mal que en mi casa las normas de Emma las ponía yo sola! -Amaia mira al cielo queriendo hablar con alguien de confusa existencia mientras alza los brazos-.

Aitana ríe y la mira llena de amor. Eso es Amaia, el amor más puro que puedas encontrar.

- Amayi, ¿crees que me pasé mucho? -a sincera nadie le ganaba, así que no hay mejor persona a quien dirigir esa pregunta-.
-No tanto. Él también te dijo egoísta. Estaban en caliente. Digo...bueno, tú ya me entiendes, caliente en el sentido de la palabra apta para menores. -da igual cual sea la situación. Amaia siempre la haría reír y ella siempre lo agradecería con una mirada-.
- Nunca te tomas nada en serio.
- Las cosas empiezan a ser serias cuando puedes reírte de ellas. -y tenía toda la razón-.
- ¿Bajo a por ese perdón? -está deseando que Luis quite la cara de enfadado cada vez que lo mira, pero no sabe si eso es perder demasiado la dignidad o el orgullo-.
-Si lo valoras, sí. Cinco minutos que estás enfadada son cinco minutos que pierdes de felicidad. Ya sabes lo que dice Emma, no se vale esconder la sonrisa más de media hora. -Emma siempre ha sido la más sabia. Esa misma Emma que ahora toca en la puerta y pide entrar-.

- El tito me ha dicho que si mamá me deja y tú quieres me puedo quedar aquí a dormir. ¿Puedo, tita? -a su madre ni la mira. Sabe que si convence a Aitana, ésta convencerá a Amaia-.
- Claro, cariño. -la niña da saltos de alegría y las mayores ríen al verla así de feliz-.

Agarra el pomo para salir de la habitación, pero pronto recuerda que se le olvida algo.

-¡Ah, tata! El tito Luis me ha dicho que te diga que te quiere mucho. -la niña se va sin imaginar lo que acaba de causar en su tía-.

Una vez más, Luis es más rápido que ella. Una vez más, le toca bajar y abrazarlo hasta disipar todas las disconformidades.

-Yo también te quiero. Aunque seas un imbécil. -arruga la nariz mientras lo pica una vez más. Esta vez sin ánimos de seguir discutiendo-.
- Tienes razón. Hay que ser muy imbécil para enamorarse de una egoísta como tú. -doble punto para Luis, que consigue sonrojarla y devolverle el pique al mismo tiempo-.

- Mamá, los titos se están diciendo cosas feas. -Emma sacude la mano de su madre intentando buscar una explicación lógica a eso-.
-Así es el amor, mi vida.

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Buenos dias!

Hacia mucho que no venía Amaia por aquí. La echaba de menos así que aquí está.

El "desembucha pajarito" está muy presente en mi vida junto al "ajá" cuando una de mis personitas favoritas quiere que le diga lo que me pasa. De ahí el título. Me hace mucha gracia y reviento de ternura cuando lo hace, así que tenía que quedar por aquí. Gracias por calarme siempre, confidente.

Ayer no tenía mucha inspiración y para escribir me puse al lado dos barritas de kinder. Cada vez que escribía cien palabras me comía un cuadradito. La experiencia ha sido maravillosa y repetiré así que igual después de esto hay más azúcar en el ambiente. De lo que se come, se cria (o se escribe).

Ahora que ya les conté un poco mi vida, me despido.
Hasta el domingo 💖

Pd: sé que no les gusta nada, pero es mi deber avisar de que nos quedan ocho, para que no se me pierdan.
Un besito, hermosuras.

Vuela altoWhere stories live. Discover now