Brillar

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Es el primer día de guardería de los niños. Sus padres han decidido que es la mejor opción.
Les encanta pasar la mañana con ellos y turnarse, pero sí es cierto que los niños necesitan relacionarse con otros niños y que los estimule un o una profesional. Por ello, han tomado la decisión de llevarlos con casi seis meses de edad.

De momento lo llevan bien. No han sido excesivamente posesivos con sus hijos y ya están acostumbrados a dejarlos con Amaia, Mónica o los padres de ambos. De hecho, esa misma tarde los escogería Carlos, su abuelo por parte de madre, y los llevaría al parque un rato para pasar tiempo con ellos.

Aitana y Luis saben que eso les vendrá bien y que además aprenderán mucho. Creen que es importante que vayan teniendo una primera toma de contacto con colores, palabras, música, idiomas y con todo lo que pudieran absorber en esta etapa en la que los niños son como esponjas.

Luis lo ha llevado mejor que Aitana, pues tiene turno de mañana y se ha ido al trabajo antes de que su novia tuviera que vestirlos con uniforme y dejarlos en la puerta de la escuela infantil.

Aitana ha tenido que hacer algunas gestiones para el lanzamiento de su último libro y de paso, ella y su "manager" -que en realidad para ella es una amiga más- han quedado para tomar ese café que se prometieron hace mucho.

Laia y ella se conocieron cuando Aitana estaba a punto de sacar su primer poemario. No tardaron más de cinco minutos en entablar una conversación que duró más de tres horas. Y hasta el día de hoy.

Cuando termina ese café y mira el reloj se da cuenta de que es hora de comer y recuerda que hoy Luis sale de trabajar a las dos de la tarde, así que no duda en ir a buscarlo.

Aparca en donde siempre, cerca de la puerta. Tarda poco más de dos minutos en llegar a la consulta de pediatría y encontrar a Luis de espaldas permitiendo que se enganche a ella para abrazarlo.

Luis enseguida se da cuenta de que es ella quien oprime la parte trasera de su cuerpo y se limita a darse la vuelta y atrapar su boca con intención de saludarla.

-¿Qué haces aquí? -sonríe contra su boca mientras hacen el amago de darse el último beso-.
-Vine a invitarte a comer. -Luis arquea una ceja y asiente. Siempre le encantarían esos detalles-.
-Tengo un paciente más. Termino y vamos. -quiere marcharse de su mano a un restaurante o al fin del mundo, pero tiene responsabilidades-.
-Está bien.
-¿Me esperas? -pregunta todavía abrazado a ella-.
-Mmm...no sé, déjame pensar. -se separa del abrazo y camina por el despacho golpeando suavemente el bajo de su boca con su dedo índice, haciendo el simulacro de pensar-.
-Amor... -pone un puchero innecesario sabiendo la respuesta de ella-.
-Te espero toda la vida. -rompe el poco espacio que hay entre ambos para besarlo de nuevo y salir a esperarlo fuera para que pueda terminar de trabajar-.

Y los dos, con una puerta de por medio, todavía pueden verse los ojos. Brillantes y expresivos. Eso que sólo pasaba cuándo estaban juntos. Extraño e increible, pero cierto.

Quizá para los que pasan por esa sala de espera y para los pacientes que entran en consulta no tienen sentido esas sonrisas que tienen al recordarse, pero para ellos, es el vivo recuerdo de la persona que les acaba de hacer un poco más felices.

-¿Aitana? -Rebeca la ve sentada en esa sala y se imagina lo peor-.
-Hola Rebeca, ¿Qué tal? -la saluda con dos besos que para nada le cuesta regalarle-.
-¿Todo bien? ¿Qué haces aquí?
-Vine a buscar a Luis para comer. -Rebeca vuelve a respirar tranquila pues se le ha pasado por la cabeza que a los que ya quiere como a sus sobrinos y de los que tanto le habla Luis, estén en algún peligro-.
-Ah claro, por eso ese brillo y esa sonrisa. -Rebeca la ha calado a la primera-.
-Pues sí. Él me hace brillar y sonreír. -no tiene dudas de ello y lo dice a boca llena-.

Brillar y sonreír, dos cosas que, aunque no lo parezca, son la escencia de eso a lo que llaman "vida".

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Buenos diaaaaas!

Probablemente los próximos días llegue un poquito tarde porque tengo eventos de fase 3. De esos de poder relacionarme con mi familia y disfrutar un poco. Pero llego, yo siempre llego.

Sin más que decir, quédense con quien los y las haga brillar y con quien sientan que vale la pena sonreír.

Un beso enorme, cuidense y nos vemos el domingo 💘

Vuela altoWhere stories live. Discover now