Carmen

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-Hola. ¿Trabajas aquí? -lo cierto es que la voz de esa señora, en un primer momento le ha asustado e incluso le ha parecido violenta, pero al hacer contacto visual con ella, sólo puede sonreír para, posteriormente, contestar a su pregunta-.
-Buenos días. No, no trabajo aquí. Mi nombre es Mónica, encantada. -Mónica se presenta esperando recibir, como mínimo, una sonrisa de la señora-.
-Yo me llamo Carmen, un placer. -la señora, que de agradable lo tiene todo, no duda en intentar entablar una conversación con Mónica, empezando por darle la opción de que la llame por su nombre-.
-¿Necesitaba algo? Mi hermano sí trabaja aquí y si tiene alguna duda podemos ir a verlo a su despacho. -Mónica aclara en pocas palabras que, si por algún casual la primera pregunta de la señora iba con intención de una consulta médica, no tiene problema en intentar solucionarlo-.
-No, tranquila. Sólo he venido a ver a mi nieta. Es esa niña de ahí. -Carmen señala una de las incubadoras. Justo la que Mónica se había parado a observar. La de Laia-.
-¿Eres la abuela de Laia? -tiene que tragar saliva para hacer la pregunta y pronunciar ese nombre al final-.
-Sí. ¿La conoces? -la señora está totalmente incredula pues, aunque tiene claro que su hermano sí que tuviera contacto con la niña, no ve el por qué de que Mónica sepa siquiera su nombre-.
-He visto a mi hermano revisarla un par de veces y me ha contado su historia. -Monica no quiere entrar en detalles. Sabe que tiene que ser duro haber perdido en el parto a la madre de la niña y lo menos que quiere es causarle dolor-.
-Mi hija se ha ido y me ha dejado un trocito de ella. -Carmen, contra todos los pronósticos de Mónica, sonríe abiertamente mirando hacia la incubadora que hace que Laia se mantenga bien-.
-Me imagino que ha sido difícil. -la actitud receptiva de Carmen hace que la menor de ellas se aliente a descubrir más sobre esa historia-.
-Lo ha sido. A toda madre le duele perder a un hijo. Es como si te arrancaran un pedazo del alma y da igual a la edad que suceda. Siempre va a doler. -las palabras de Carmen le están calando hondo y se maldice por haber hecho esa pregunta que está haciendo que sus ojos se aguen-.
-Ya... -no sabe que responder. Quizá ella no tenía ni la edad ni la madurez suficientes como para encajar aquello de otro modo que no fuera llorar y ponerse en contra de todo el mundo. Sin embargo, hoy, ha visto la otra cara de la vida. Una señora que acaba de perder a su hija en el parto de su nieta y que, después de todo, sigue sonriendo al pensar en la parte bonita que sigue teniendo la vida-.
-Perdón si he dicho algo que te ha molestado, cariño. -la mayor se preocupa por la cara desencajada de Mónica, que ahora le devuelve una amarga sonrisa haciéndole saber que no es culpa de ella ni de lejos-.
-Yo también tuve una niña. -la señora abre mucho los ojos, sin llegarse a creer del todo esa confesión que le ha hecho siendo tan jóven, al menos a ojos de ella-.
-¿Tuviste? -lo pregunta con pudor. Sabiendo que esa pregunta puede hacer que Mónica vuelva a poner un mohín y sus ojos se vuelvan a tornar a una clara expresión de tristeza-.
-Falleció. No llegó a nacer. -sorprendentemente lo dice con entereza, como si realmente el testimonio que le ha relatado la señora que la acompaña anteriormente hayan hecho que se sienta comprendida-.
-Vaya, lo siento. No quería hacerte sentir mal. -se disculpa la mujer haciendo que Mónica le sonría-.
-No pasa nada. Me tengo que ir. -Mónica se disculpa poniendo una excusa que es totalmente cierta-.
-Hasta luego, Mónica. Espero verte pronto.
-Yo también. Me suelo parar mucho en este cristal a ver a Laia. -le confiesa tímida la mas pequeña-.
-¿Por qué tanta conexión con ella? -lo dice sin ánimo de ofender, simplemente por curiosidad de saber qué le une a su nieta recién nacida-.
-Mi hija se llamaba Laia. Me ha removido algo el nombre. -no le da miedo decirlo en alto. En esa señora ha encontrado a una buena persona- ¿Le molesta?
-No, por supuesto que no. Seguro que mi hija Lucía estaría muy contenta de ver cómo la miras. Gracias por estar pendiente de ella.

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Holaaa!! Vengo de sorpresa.

¿Se acuerdan de un capítulo que les debía porque no subí un día? Pues aquí está. Lo prometido es deuda.

Sé que acabo de soltar una bomba importante. No la voy a explicar porque sé que diga lo que diga ustedes van a sacar sus propias conclusiones, así que ya me contarán.

No tenía pensado subir, pero resulta que entre examen y examen tengo ratillos y escribo porque los y las echo muuuuuuuuuuucho de menos. Además, escribí con mucho diálogo, como les gusta, que ya que vengo de sorpresa que sea entera.

¿Qué tal? ¿Todo bien? (Aquí siempre me respondo sola, pero me gusta creer que me están respondiendo)

Espero que les vaya genial. Nos vemos muy prontito y les mando un beso enorme.
Hasta el domingo 🌟

Vuela altoWhere stories live. Discover now