Niñez

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Como ya había planeado Luis, Emma se queda en casa de los tíos.

Aitana la ve bailando frente a la televisión mientras Luis la intenta seguir, aunque sus dos piernas izquierdas no le ayuden en nada. Tras ellos, dos bebés que ya no son tan bebés intentan escaparse de sus hamacas al ritmo de la música.

Observa a su sobrina, a su niña. Ya no es un bebé.
Le duele pensar que dentro de relativamente poco tendrá que mediar con ella por la famosa edad del pavo, que ya no verá más su bigote con restos de ColaCao, que no le suplicará más para dormir juntas y que quizá la verá tres veces menos, pues tendrá amigos y amigas con los y las que salir. Le asusta que crezca y a la vez tiene todas las ganas de saber en qué se va a convertir esa pequeña revolución.

Le estaba cogiendo el gusto a eso de quedarse en las puertas de todas las estancias, simplemente observando. Se ha dado cuenta de que no hay mejor hobbie que ver sonreír de lejos y con cautela a quien quieres, y en este caso, tiene cuatro sonrisas que admirar.

Recibe un mensaje de Amaia preguntado que cómo se está portando su hija y deseándole las buenas noches. Aitana se limita a mandarle una instantanea con un claro pie de foto.
"Creo que para acostar a Emma primero tengo que dormir a Luis".

Tiene claro que esa fotografía ocupará algún lugar de su casa. Salen ambos mayores mirando hacia Nahia y Álvaro, cogidos de la mano y con la boca abierta cantando a pleno pulmón los últimos éxitos. En una cara un ceño fruncido por la interpretación y en el otro ojos cerrados por sentimiento.

Se podría quedar ahí toda la vida, pero lamentablemente romper horarios y rutinas de niños es algo que sabe que siempre acaba mal.
Sin embargo, cree que puede dejarles alargar ese momento en lo que ella prepara la cena.
Dos biberones, y tres platos.

- ¿Que haces? -Luis la abraza por la espalda llegando a asustarla-.
- La cena. ¿Ya has terminado el bolo? -se burla de sus dotes artísticos demostrados en el salón de su casa-.
- No te hagas la dura que sé que te ha gustado. Te he visto en la puerta. -no pretendía esconderse, pero tampoco que descubriera esa rara afición por observar todos los momentos especiales-.
- Estaba torturandome sobre lo mayor que se ha hecho. -reconoce con una sonrisa triste que invita a Luis a dejar un beso en su cabeza-.
- No te pongas sensible que todavía queda el pase especial de la canción dedicada a tata con baile incluido. -una carcajada de Aitana acaba sacando una de Luis cuando hablan de las ocurrencias de esa niña, a la que ya sienten también un poco suya-.
- Hay que dormir, Luis. Convencela para hacerlo mañana. -el puchero de Aitana no funciona, pues Luis niega con su cabeza-.
- Yo no pienso hacer eso.
- ¿Por? ¿Que te ha dado a ti ahora? -no suele contrariarla, y mucho menos si se trata de mantener un orden con Emma, Nahia y Álvaro-.
- Porque la niña está ilusionada, hay que aprovechar la vida y ya hemos dormido muchas noches. Hoy podemos dormir diez minutos más tarde. -le cuesta ser él el que se deje llevar y ahora se dan cuenta de que Aitana también ha adquirido la rigidez que Luis tenía al principio-.
- No me gusta decirlo, pero tienes toda la razón.

Sale de la cocina dándole la mano a Luis y se encuentra a Emma ensayando esa vuelta que se le está atragantando.

- Me ha dicho un pajarito que hay un baile sorpresa para mi. ¿Es eso verdad, cariño? -Aitana la mira ilusionada y Emma le devuelve esa mirada con la que solo ellas dos se entienden-.

La niña empieza a mover su cuerpo al ritmo de la música, como le ha enseñado su profesora de baile.

Mientras ella está concentrada en no defraudar a su público, Aitana sonríe como una tonta y con la cabeza apoyada en el hombro de Luis, quien también está notablemente orgulloso, mira a los tres niños que ella considera obras maestras sin llegarse a creer el privilegio de vivirlos.

Sin llegar a imaginar que gracias a ellos, los dos que ya se consideran mayores, nunca dejarán de ser niños. Porque lo emocionante de la vida no se acaba, y si hay algo emocionante, es la niñez.

Si hay algo emocionante, es mirar a los ojos de alguien y que esos nunca lleguen a cumplir la mayoría de edad.

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Buenos dias,
hoy vengo con la niñez. Resulta que mi abuela me dijo ayer una frase que me hizo pensar. "Ay, mi niña, si tú supieras lo bonito que es verse canas por fuera y sentirse una chiquilla por dentro..."
Total, que después de esa frase llegó la inspiración y el proponerme no dejar de ser niña.
Nunca dejen de serlo, es maravilloso.

Me estoy acostumbrando a contarles mi vida por aquí, pero es que así me siento más en confianza.

Me voy y mañana les cuento más. Un abrazo de aquí a donde estén 💖

Pd: Siete. Ya saben de lo que hablo.

Vuela altoWhere stories live. Discover now