Un paseo. Una vuelta sobre sí mismos compitiendo por ver quién está más guapo. Una cena. Una cita en Callao. Dos adolescentes sintiendo por primera vez el hormigueo de un beso en la comisura de los labios.
La plaza en la que han acabado es testigo de las cincuenta veces que Luis le ha dicho a Aitana "estás preciosa" y de las otras cuarenta que Aitana se ha eacabullido de esos cumplidos pasando su melena por detrás de la oreja muerta de vergüenza.
Que sí, que llevan juntos mucho tiempo e incluso son padres en común. Es obvio que la confianza ha ido en aumento, pero nadie se acostumbra del todo a que te vean guapa y mucho menos a que te lo digan a corazón abierto.
- ¿Me vas a contar ya por qué todo esto? -toda la noche ha sido un auténtico misterio para Aitana. En realidad lo ha sido el día entero, desde el café, pasando por las flores y la tarjeta hasta la parada en ese banco en el que ahora reposan-.
- Porque sí, porque te lo mereces. -es una mirada sincera, de las que indican que de verdad lo siente. Luis siempre ha sido transparente y no puede ocultar casi ningún sentimiento-.
- Ya, y no tiene nada que ver que ayer estuvieras toda la tarde de morros, ¿no? -Luis abre mucho la boca, queriendo simular sorpresa y recibe una carcajada por parte de su novia-.
- No me lo recuerdes, que estuve de mal humor todo el día por tu culpa. -ataca de la manera en la que sabe que sufrirá. Las cosquillas-.
- ¡Para, Luis! No fui yo quien llegó tarde al trabajo... -le encanta picarlo-.
- Pero si fuiste la que se coló en el baño y tardó media hora sabiendo que llegaba tarde. -levanta las cejas en señal de victoria y a Aitana no le queda más remedio que reconocer su culpa-.
La bronca de su jefe no había sido pequeña y su culpabilidad tampoco, pero inevitablemente cuando pensaba en cómo Aitana se le había colado a golpe de carcajada limpia y luego se lo había comido a besos, sólo podía sonreír. Así, de una manera tan sencilla, una mañana apurada y una salida de la rutina, hacen de su vida algo menos monótono. Ella hacía todo menos monótono.
Aitana le ponía el toque divertido a la relación. El no medir consecuencias, la inocencia y la sonrisa como arma letal la convertían en el mejor enemigo de la metódica vida que pretendía llevar Luis.
- ¿A que me perdonas? -un característico puchero hace que Luis solo pueda apretar más el abrazo que los resguarda del frío veraniego-.
- Te perdono, pero cuando tengas que ir a la editorial me ducho yo primero. Y justo ese día me voy a tener que poner todas las mascarillas que encuentre. ¡Ah, se me olvidaba! También me va a salir mal el eyeliner las cinco primeras veces. -él no la ha visto en el baño, pero sabe perfectamente que esas son las cosas por las que él ha llegado casi cuarenta minutos tarde al trabajo-.
-Eres horrible, lo has acertado todo. -una manotazo compensado con dos sonrisas-.
Sin querer, la madrugada se asoma sobre ellos y con el paso seguro de no tener prisa se dirigen a su casa. Casa que está vacia puesto que Amaia se ha llevado a los niños a la suya por el convincente alegato de Emma que prometía que en su cuarto "los monstros no van a asustar a los primos".
Tras abrir la puerta y ver cómo Luis se dirige al cuarto, Aitana lo llama haciéndole parar en seco para luego obligarlo a mirar hacia la terraza.
- ¿De verdad? ¿A la una y media de la mañana? -ante un atónito Luis se deja ver una guitarra acompañada por una manta perfectamente colocadas en el césped de la terraza-.
- Me lo habías prometido. Y sí, siempre es buen momento para que me cantes. -y Luis, a esa sonrisa, poco le puede negar-.
Entre letras de Luis y destellos en los ojos de Aitana acaba una noche especial.
Lo malo de las noches especiales es que acaban. Lo bueno es que las noches no tienen nada de especiales, las especiales son las personas que la convierten. Y esas sí que no se acaban.
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Buenos días!!
Para aliviar el mantra para no llorar por esos nueve capítulos que nos quedan, más azúcar.
No sé cómo se subirá el capítulo porque han pasado cosas raras y se me ha restaurado cuatro veces. Luego lo reviso, pero si ven algo descolocadillo me perdonan.
Un beso gigante y nos vemos el viernes 💖
