Escribir

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Aitana escribe mientras Luis hace su turno en el hospital y los niños pasean con Amaia y Emma.

Se ha quedado sola en casa y no hay mejor manera de acompañar su soledad que esa. Su bolígrafo y su libreta esperaban impacientes ese momento en el que decidiera, por fin, darle rienda suelta a su imaginación.
Hoy simplemente termina de pulir la continuación de la historia de amor de Sonia y Marcos, que en realidad es la suya y la de Luis. Corrige lo que no le convence y manda un correo a la editorial.

Un correo como el que mandó hace unos años y que cambió su vida. Un simple correo con un manuscrito que le permitió tener en sus manos su primer libro. El más caótico. El más especial.

Muchas veces le dijeron que no. Incluso otras muchas ni siquiera le llegaron a contestar. Quizá no era el momento, o quizá sí lo era y esos ojos que quisieron apreciar su arte no eran lo suficientemente buenos.
Aún así, después de tantas negativas, no perdía nada por volverlo a intentar. Ella nunca había sido de las que se rinden y dejan toda su ilusión aparcada en una negativa.

Probó suerte y ahí sigue, dedicándose a lo que le gusta. Mostrándole al mundo que un caos también puede ser maravilloso y que ella no tenía miedo de mostrarse tal y como es, porque no tenía una versión tan bonita como la que tenía siendo ella misma.

Sonia y Marcos habían vuelto a cobrar vida después de mucho tiempo. Nunca quiso terminar esa historia, era un mal trago que no quiso pasar.
Sonia no pudo conseguir que Marcos la quisiera, porque en cosas del corazón no se manda. Él, aprovechaba los sentimientos de ella para hacerle daño.
No es una historia que a Aitana le guste recordar. Sin embargo, la segunda parte lo cambia todo.
Ahora Marcos pasaría a tener las características de Luis y eso sólo podía significar que fuera encantador.

Hay mil momentos suyos en ese libro. Momentos que ha ido recopilando en su mente y que luego pasaban a su libreta para formar parte de algún capítulo de los que ahora corrige.
Sin duda, sería especial.

No sabía que le gustaba tanto esa soledad que ahora le abraza. Una soledad que hacía mucho que no experimentaba.
Vuelve a sentir que son las dos de la mañana y que a causa del insomnio tiene que refugiarse en palabras que luego guardará en borradores. Como desperdiciando algo que luego sacará de nuevo.
Vuelve a sentir que está en una biblioteca intentando sacar algo de su frustración porque en unos días tiene que entregar un borrador a su editora.
Vuelve a imaginar que rellena folios reciclados de pequeños poemas que se quedarían en el chat de alguna amiga.

Porque escribir la ha salvado de la soledad y de esa presión en el pecho que a veces la ahogaba. Porque escribir la había unido a personas que querría haber conocido antes. Porque escribir, al fin y al cabo, era una manera de seguir viviendo.

Recuerda cuando era adolescente y ordenaba todos sus textos en el ordenador o en folios impresos pretendiendo ordenar el desorden creado por ella misma. Los clasificaba y los releia para asegurarse de que aquello estaba como ella quería. Quizá soñar con aquello hizo que un día como hoy, esté preparando su cuarto libro.

Nunca dejó de coger su bote salvavidas y plasmar todo aquello que le hacía pensar, o sentía, u odiaba.

Envidiablemente, se salvava la vida a ella misma y la única arma que usaba para defenderse era su corazón.

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Me debía este capítulo. Por sentir mil quinientas emociones cada vez que escribo.
Se lo debía a ella, a la Aitana de la realidad. Por saber lo que siente cuando escribe.

La Aitana de la realidad escribe -precioso por cierto- y a veces me gusta recordarle que no tiene una versión mejor. Me gusta que sepa que vamos a soñar juntas y que los poemas que nos quedan perdidos en chats, algún día saldrán de ahí.

La personita en la que está inspirada Aitana usa el corazón como arma y te dispara sonrisas sin pensárselo.

Así que hoy, con este capítulo invito a mi Aitana (y a todas las demás Aitanas que haya por ahí escribiendo) a que sueñe, vuele y confíe en su mundo interior.

Sin más, nos vemos mañana 💘

Pd: cuidense mucho.

Vuela altoWhere stories live. Discover now