Capítulo LVIII

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El rey Park llegó a Silla, iban solamente su caballo y él, no quiso involucrar a nadie más, mucho menos a sus hijos.

Pudo percatarse de varias casas vacías, más que la última vez, había muy poca gente en las calles y, los pocos que habían, se veían aterrados. Las únicas clases que aún estaban de pie era la clase media y la clase alta, definitivamente la clase baja se había extinto.

No perdió más tiempo observando a los plebeyos y se apresuró a llegar al palacio donde fue recibido por los guardias.

-Díganle a Min Agust que esl rey Park está aquí, es urgente- ordenó a lo que los guardias simplemente obedecieron y entraron al palacio.

Cuando dos guardias llegaron a la habitación del rey, tocaron la puerta.

-Mi señor, ¿se encuentra ahí?- uno de ellos cuestionó a lo que el hombre se levantó de su cama y caminó hasta la puerta con dificultad, le dolía la cabeza y se sentía mareado, se había tomado toda la botella por lo que se sentía terrible aún.

-¿Qué quieren?- cuestionó al abrir, se veía sumamente molesto, mejor dicho, estaba.

-El rey Park está afuera, mi señor, dice que es urgente- el otro informó. Como por arte de magia, los malestares del rubio se fueron, inmediatamente respondió:

-Díganle que estaré con él en unos minutos- ordenó para después volver a entrar a su habitación y comenzar a cambiarse las ropas, estaban demasiado sucias de la sangre de HoSeok y de él- Qué asco- expresó mientras observaba con atención las prendas.

Rápidamente tomó otro hanbok invernal y se vistió. Acto seguido, cepilló rápidamente su larga cabellera y la acomodó con su típico peinado alto, también, no podía faltar su preciada espada la cual sentía que le daba un toque más intimidante. Tenía tantas esperanzas de que el hombre se hubiera arrepentido de decidir el divorcio de JiMin, además, creía que le diría que el embarazo del omega iba de maravilla, pero las cosas eran diferentes.

Tras lavarse el rostro y secarlo, salió rápidamente del lugar. Le parecio extraño ver al hombre sólo en su caballo pues siempre estaba acompañado de su esposa o sus hijos. Creyó, estúpidamente, que no lo habían acompañado por el frío que hacía ese día.

-¡Buena tarde, suegro!- saludó con una amplia y fingida sonrisa para después hacer una reverencia. El hombre bajó de su caballo y caminó hasta donde se encontraba el menor, su rostro estaba totalmente serio, y, lo primero que hizo, fue soltarle una bofetada al pálido.

-¡En tu maldita vida me vuelvas a llamar "suegro"!- gritó, los guardias sacaron sus espadas dispuestos a defender a su rey, pero este hizo una seña con la mano provocando que los guardias volvieran a sus posiciones y guardaran sus armas.

-¿Qué sucede? ¿Por qué me golpea?- cuestionó con una ligera y confusa risa.

-¡¿Te atreves a preguntar "por qué?! ¡Le has arruinado la vida a mi hijo!- reclamó.

-¡Por supuesto que no! Él sólo se la arruinó...- el mayor lo interrumpió:

-¡Claro! Como él se golpeaba solo y se torturaba, ¿no?- dijo con sarcasmo.

-¡Vamos! Usted también ha golpeado a su mujer para corregirla, no me dejará mentir- soltó tras una risa.

-¡Eres un cínico! ¡¿Te atreves a aceptar tus aberraciones contra mi hijo?!- cada palabra salida de la boca de Agust lo hacía enfurecer más.

-Señor, JiMin ya le dijo todo, lo de menos ahora es aceptarlo, ¿no cree?- fue su seca respuesta, ya no le servía de nada fingir.

-¡Desgraciado! Pero bueno, parece que el sufrimiento de mi hijo no es nada para ti, ¡parece que es verdad que nunca lo amaste...!- Agust lo interrumpió:

-Lo siento, pero yo no fui el que arregló nuestro matrimonio- soltó mientras miraba directamente a los ojos de su contrario, el hombre sabía que lo que Agust decía era cierto, arregló el matrimonio de su adorado hijo, ese ya no era problema de Agust.

El rubio, al ver que el mayor no decía nada, soltó una escandalosa y psicópata risa.

-¿Ya vio? No me culpe de todo, ni me ponga ante todos como el monstruo de la historia, fue usted y mi padre quien llevó a su querido hijo a este destino, así que no tiene derecho a reclamarme nada- se sentía victorioso, como si tuviera el poder absoluto, ver que había dejado sin habla al hombre lo hacía sentir tan bien. Pero no contaba con que el hombre tendría un as bajo la manga.

-En teoría, sí eres un monstruo, inclusive eres peor que yo...- de nuevo fue interrumpido por Agust:

-¿Ah sí? Quiero saber el por qué y espero que sea una muy buena razón- siguió burlándose.

-Porque yo llevé a mi hijo a lo peor de su vida, sin embargo, estoy reparando mi error al separarlo de ti, pero tú...- hizo una pausa para reír, sabía que lo que diría le dolería al menor-... ¡Tú mataste al tuyo!- soltó. La sonrisa que había en el rostro de Agust desapareció, sintió un mareo a la vez que un fuerte dolor en el pecho.

-¿Q-Qué? ¿C-cómo que...?- el hombre le arrebató la palabra.

-¡Mataste a tu hijo! ¡Provocaste que JiMin diera a luz a un niño muerto! ¡Por tu culpa murió mi nieto!- gritaba culpando al rubio del cual comenzaron a descender algunas lágrimas, lo que más quería era un hijo y el saber que lo había perdido lo ponía muy mal.

-No, no, ¡yo no fui!- respondió.

-¡¿Entonces quién más?! ¡Por tu culpa mi nieto está muerto y mi hijo en cama! ¡Eres un maldito asesino!- siguió reclamando.

-¡No! ¡JiMin lo mató! ¡Ese maldito débil mató a mi hijo! ¡Maldito sea, JiMin! ¡Carajo! ¡Lo odio! ¡Lo voy a matar, maldita sea!- gritaba con desesperación, se sentía terrible.

-¡Tú no vas a amatar a nadie! ¡Deja de culpar a los demás por tus estupideces! ¡Fue tu maldita culpa!- el hombre estaba furioso, pero nada le daba más satisfacción que ver al rubio tan débil.

-¡Cierre la maldita boca! ¡Voy a matar al inútil de JiMin! ¡Por su jodida culpa murió mi hijo! ¡Lo voy a matar!- estaba decidido a hacerlo, sin embargo, el rey Park respondió:

-¡No matarás a nadie porque yo te mataré a ti!- y tras decir aquello tomó su espada, tomó impulso para después guiarla directo al cuello del rubio, pero no contaba con que éste detuviera la espada con las manos las cuales comenzaron a sangrar al instante.

-¡Guardias!- y con esa orden los guardias se acercaron a los dos reyes esperando la siguiente orden- ¡Inmovilicen a esta escoria!- los guardias tomaron al rey Park de los brazos, otro del cabello y, después, hicieron que se arrodillara frente al rubio.

-¡Quítenme las manos de encima!- el mayor ordenó mientras intentaba soltarse del agarre de los guardias. Agust reflejaba en sus ojos el mismo infierno, estaba destrozado por dentro, solo necesitaba sacar todo eso.

El rubio sacó su espada y la tomó con firmeza, el hombre estaba aterrado, sabía lo que Agust podía hacer.

-¡Espera! ¡¿Qué vas a hacer?! ¡Ni se te ocurra tocarme!- el hombre advirtió mientras intentaba soltarse del agarre de los guardias.

-Dígale a mis padres que cuiden bien a mi hijo porque yo tengo mucho que vivir aún, ¡oh! Y no se preocupe por su querido JiMin, pronto los reuniré- y tras decir aquello dejó que el filo de la espada cortara la cabeza del rey Park.

La sangre del hombre comenzó a esparcirse por la nieve haciendo que el suelo blanco se tornará de un color carmesí.

-Llévenlo a las afueras de Silla, déjenlo a un lado de su caballo y asegúrense de limpiar este desastre, iré a darme una ducha...

Imperio caído, amor destruido [YoonTae +18] {Omegaverse}Where stories live. Discover now