Imperio caído, amor destruido [YoonTae +18] {Omegaverse}

Capítulo LX

HaYan y Sandara, después de un largo rato de tanto llorar, comenzaron a pensar en qué harían, tenían a todo un ejército de hombres que estaban dispuestos a comenzar una guerra, pero ellos ya no estaban seguros de ello.

-Agust está loco, entonces es capaz de hacer que los mismos pueblerinos nos den guerra además de sus guardias para superarnos en número, ¿sabes la masacre que se haría?- HaYan tenía un buen punto, a Agust no le importaba su gente, él solamente se defendería a sí mismo y haría que los demás lo defendieran.

-¡HaYan! ¡Por favor! ¡Solo vamos a matar a ese hijo de puta y ya! ¡Mira lo que hizo! ¡Deja de dudarlo tanto y declaremos la guerra!- estaba sumamente furioso y la única forma de no estarlo era asesinando a Agust.

-¡Cállate! ¡Estoy pensando!- gritó molesta a lo que su hermano obedeció- Si iniciamos una guerra podemos morir ahora mismo, pero debemos decirle a mamá sobre esto, no podemos hacerla esperar más, tú mismo viste su expresión de angustia, cómo comenzó a llorar porque sabía que algo le había pasado a padre, no podemos dejar que siga con la angustia tanto tiempo...- su hermano la interrumpió:

-¿Pero vamos a dejar que Agust siga haciendo y deshaciendo como normalmente hace? ¿En serio? ¡¿Vamos a dejarlo libre después de haber cometido tal acto?!- tras HaYan escuchar eso, soltó un pesado suspiro y respondió:

-Haz lo que quieras, yo me llevaré a padre a Baekje para darle una sepultura digna, si tú te quieres quedar aquí y hacer lo que sea que hagas es tu problema- y tras decir aquello tomó al caballo de su padre, ató las riendas a la silla del suyo, tomó el cuerpo de su padre y lo acomodó en su caballo.

-¿Me dejarás solo en esto?- el joven cuestionó.

-Lo siento, pero sí, esta vez sí, hermano- y tras decir aquello subió a su caballo- Ustedes son libres de seguir a quien deseen, pueden regresar conmigo a Baekje o quedarse con Dara a su muerte segura- dijo para después ordenar a su caballo que comenzara a caminar.

Los guardias se quedaron pensando por unos instantes qué hacer, no quisieran dejar solo a su príncipe, pero en estos momentos era prudente regresar a Baekje y esperar órdenes de la reina o, en su defecto, de la heredera al trono, HaYan.

-Lo sentimos, joven príncipe- el guardia principal se disculpó para después dar media vuelta y seguir a la joven, inmediatamente los demás guardias siguieron a su princesa, era lo correcto.

-¡Entonces todos váyanse! ¡Pero si algo me sucede se van a arrepentir!- el menor amenazó para después subir a su caballo e ir en dirección contraria a su hermana, él sí iría a darle batalla a Agust aunque muriera en el intento...

...

Agust salió de su palacio cuando le informaron que el príncipe Park Sandara lo estaba buscando, había estado llorando tanto la pérdida de su hijo que se había olvidado de lo demás, incluyendo ir a Baekje y matar a JiMin.

-¿Qué se te ofrece?- cuestionó mientras intentaba verse lo más serio posible, que no pareciera que hubiera estado llorando, eso, a su parecer, lo hacía ver débil.

-¡¿Qué carajos te ocurre?! ¡Asesinas a mi padre! ¡¿y ahora me preguntas que qué se me ofrece?!- de inmediato bajó de su caballo y, de forma amenazante, se acercó al pálido.

-Mira, mocoso, no tengo tiempo de pelear contigo, así que vete de mi reino de inmediato- tras decir aquello dio media vuelta para entrar de nuevo a su palacio y seguir lamentándose, sin embargo, el menor lo detuvo del brazo.

-¡No me des la espalda! ¡¿Por qué no aceptas tus errores como un verdadero alfa...?!- fue interrumpido por el pálido:

-¿Acaso te negué que lo asesiné? Claro que no, ahora, ya que escuchaste lo que querías, lárgate de aquí, ¡oh! Y si te preguntas por qué lo hice, debo decirte que fue en defensa propia, tu padre atacó primero- le mostró las palmas de las manos las cuales tenían un gran corte del cual estaba comenzando a formarse costra- Él vino a irrumpir a mi palacio y me atacó, no tuve más opción que corresponder el ataque, pude haber muerto si no lo hacía- respondió con una voz tranquila, no tenía fuerzas siquiera para hablar.