24. Salvame.

650 66 19
                                    




Emilio se ha ido de mi oficina dejándome muy pensativo, ¿ acaso quería realmente tener una cita conmigo o era solo para hablar del contrato?.. . No tengo idea de cual es la verdadera razón por la que me preguntó qué haría esta noche, pero vi en sus ojos algo diferente, no tenía su típica mirada fría y gélida de siempre, esta vez era.. . . . no lo sé. . . ¿Cálida?. . . . Su repentino comportamiento me dejó con muchas dudas, la curiosidad me esta matando. No dejaba de pensar en él, ¿ estará bien firmar un contrato con Emilio Osorio? no lo sé. . . . . Solo sé qué quiero desenmascarar a su padre, que a su vez es el hijo de Samuel Osorio.

Al final me obligo a dejar de pensar en Emilio y decido a ir a buscar a Lucía para irnos juntos, ya que nuestro turno terminaba al mismo tiempo. Tomó mi teléfono y la llamo pero no responde, intento de nuevo y obtengo la misma respuesta, nada. Voy a la sala de descanso y me cambio mi uniforme por mi ropa informal, y me dirijo al piso de pediatría para buscarla, pero al llegar a su oficina me informan que se había ido, intento llamarla de nuevo y no obtengo respuesta alguna.

— ¿ Dónde estás Lucy? – comenzaba a preocuparme y eso no era buena señal – tranquilo ella debe estar bien , no hay que preocuparme, ¿ o si? – me digo a mí mismo.
Empiezo a preocuparme por mi amiga, ella no aviso a nadie a donde iba, ni con quien iba o qué haría, no dijo absolutamente nada. Eso hacía que mi preocupación fuera en aumento, pensé en llamar a su madre, pero si lo hago podría causarle un infarto, ya que la señora tiene problemas de corazón, así que descarte la idea de inmediato.

La única idea qué pasa por mi mente en este momento es buscar a Andrés, ellos dos son más unidos, que Lucy y yo, así que puede haber posibilidades de que él sepa algo. Voy de camino hasta la oficina de Andrés para preguntarle por Lucy, pero me dicen que él tampoco está. ¿ Acaso estarán juntos?
No, no creo que estén juntos, sin embargo llamo al teléfono de Andrés y tampoco me contesta. Dejó un mensaje de voz a cada uno de ellos, preguntándoles en donde estaban metidos y el por qué no respondían a mis llamadas.


Al ver que no tendré respuesta de ellos, en quien sabe cuánto tiempo. Decido irme a mi casa, pero antes de irme vuelvo a dejarles otro mensaje a cada uno, solo por si acaso. Manejo despacio mi bebé, un Aston Martín DB5 del año 1964, ya que necesito pensar en muchas cosas. Estacionó mi auto, me bajo y camino hasta mi departamento. Al entrar, lo primero que hago fue buscar a mis dos nuevos hijos gatunos, pero empiezo a preocuparme al no verlos por ningún lado.
— ¿ Acaso todo el mundo me quiere preocupar hoy? – dije alterado.


Busco en cada posible rincón de la sala y de la cocina, pero no están. Miro en el baño y nada, voy a las habitaciones en su búsqueda y me tranquilizo al verlos durmiendo plácidamente en mi cama.
— Que susto el que me han dado chiquitines – suspiro – lamento haber llegado tan tarde, la tía Lucy me ha vuelto loco tratando de buscarla – dije más tranquilo
Me acosté al lado de ellos, para consentirlos un rato. No supe en que momento me quedé dormido, cuando me desperté sentí algo encima de mí. Al mirar vi quien era, me di cuenta que mis nuevos amigos, a quienes ya considero como mis nuevos hijos gatunos estaban durmiendo sobre mí, ambos ronroneaban, lo que indicaba que estaban cómodos y relajados con mi presencia.


Me quede unos minutos observándolos y consintiéndolos, hasta que escuché mi teléfono sonar. Los levanto con cuidado de no despertarlos y los vuelvo a acomodar para qué siguen descansando, me levanto de la cama y voy a la sala en busca de mi teléfono. Al ver que era Niko, contesté.


— Hola pequeño – me dice a modo de saludo.
— Hola – respondí
— ¿ Qué estás haciendo? – pregunta.
— Acabó de despertarme – dije caminando a la cocina esperando encontrar algo para comer.
— Lamento haberte despertado – dijo disculpándose.
— Descuida, ya estaba despierto – dije sin darle importancia.
— ¿ Qué harás hoy? – pregunta.


Se supone que tendría una pijamada con Lucy, pero no aparece, no sé en donde se habrá metido ni con quien – dije recordando el desplante de mi amiga.
— ¿ Por qué no vienes a mi departamento y salimos a cenar ? – mientras escucho su invitación, también puedo escuchar como su madre le grita algo sobre los citas.
— ¿Pretendes usarme como excusa? – dije riéndome al escuchar a su madre del otro lado del teléfono.
—Sálvame – dijo suspirando.
— ¿Por qué necesitas que te salve? – preguntó muy tranquilo
— Mi madre me quiere volver loco con eso de las citas, quiere que busque una esposa pronto, no deja de insistir en que quiere nietos – dijo alterado.
— ¿ Cuando piensas decirle a tu madre que no te gustan las mujeres, si no los hombres? – dije sacando las cosas para hacerme la cena.
— Tengo miedo a que reaccione mal – dijo, yo sabía que era una tema difícil para él.

— Oye. . . Sabes que tú madre te va apoyar, no tengas miedo de decirle – le digo a modo de apoyo.
— En realidad no temo por la reacción de ella, temo por la de mi padre . Sabes cómo es él – dijo suspirando varias veces.
— Lo sé. . . Sé que es difícil para ti – dije
— Si, lo es – dijo
— De acuerdo pero tú invitas -dije volviendo a guardar las cosas en el refrigerador.
— Gracias pequeño, paso por ti en media hora, ponte bello – me dijo.
— Está bien – cuelgo.

Me voy a la habitación, para darme en ducha rápida, me pongo unos jeans blancos ajustados y un crop-top plateado de manga larga con brillo, me maquille muy suave, recojo mi cabello en una coleta y listo me veo en el espejo y sin duda alguna, me veo sexi con este oufit.
Estaba contemplando mi imagen, cuando escucho la puerta de mi habitación abrirse, asustándome y haciendo que diera un pequeño grito.

— ¡Me asustaste! - dije apoyándome en el espejo.
— Lo siento, no era mi intención – dijo Niko.
— Creo que fue una mala idea darte una copia de la llave de mi departamento – dije acercándome a él para darle un beso en la mejilla.
— Sabes que no es cierto eso. . . . ¿ Nos vamos? – dijo.
— Si, déjame tomar mi bolso – dije acercándome a mi bolso y luego a mi cama para despedirme de mis hijos gatunos – nos vemos luego pequeños.
— ¿Desde cuando tienes gatos? - pregunta viendo a las dos pequeñas bolas peludas que estaban durmiendo en mi cama.
— Desde hace unas horas – dije saliendo de la habitación.
— ¿ Y por qué ? – pregunta intrigado.
— Me sentía solo, así que los adopté . Vámonos, muero de hambre – dije tomándolo del brazo.
— De acuerdo, vamos - dijo.

Enamorado de un idiota millonario (Emiliaco ) ❤️Where stories live. Discover now