79. ¿Por qué tan pronto?

461 60 78
                                    





Regreso a la habitación, me acerco a las máquinas que estaban conectadas a Samuel para ver que todo estaba en orden, mi cuerpo se sobresalta al escuchar a Emilio.

— ¿Qué haces aquí? - me pregunta acercándose a mí.

— Lo siento no quise despertarte - dije.

— No pasa nada, ¿qué haces aquí? - pregunta de nuevo.

— Vine a ver cómo estaba - dije viendo a Samuel - y también para verte y estar a tu lado - agrego.

— No era necesario que vinieras, pudiste quedarte con tus padres disfrutando de tus vacaciones - dice - su frialdad me duele, pero decido no decir nada al respecto.

—Lo sé, pero aún así quise venir. Sabes que le tengo mucho aprecio y cariño a Samuel se ha convertido en mi amigo, no solo es mi paciente - dije.

— Gracias - dice Emilio.
— No hay nada que agradecer - dije.

— Voy por un café, ¿puedes quedarte con él? - pregunta.
— Claro - digo.

— No tardó - dice y se da la vuelta para irse.

— Emilio - lo llamó ante qué de que se fuera.

—¿Si? - se gira y se queda mirándome.

— Quisiera. . . Quisiera que nos casemos hoy o mañana si es posible, no me interesa los preparativos - digo.

—¿Por qué tan pronto? - pregunta.

— Quiero que Samuel nos vea casándonos, siendo nuestro único testigo - digo - y podremos hacer los preparativos después, para que mis padres asistan, pero. . . ¿Crees que podemos hacerlo esta noche? - pregunto.

— Está bien llamaré a un alcalde para que oficie la boda - dice Emilio.

— Está bien, gracias - dije.

Emilio se va, dejándonos solos a Samuel y a mí. Me siento a su lado y tomó su mano. Él dormía muy tranquilo.

—¿Crees que estoy siendo muy impulsivo? - pregunto sin esperar una respuesta.

Voy hasta el baño que había en la habitación, tomó una toalla y algo de agua para limpiar su cara. Estaba haciendo eso, cuando escucho que abren la puerta. Me giro y veo que era Ernesto, creí que se habían ido a follar, como había dicho él mismo.

— ¿Qué haces aquí? - pregunto enojado.

— La pregunta es, ¿qué haces tú aquí? - dice con desprecio.

— Es mi paciente, es mi obligación cuidar de él - digo levantándome y me pongo entre Samuel y su hijo.

— ¿Crees que mi hijo te va a proteger siempre? - pregunta.

— No lo creo, estoy seguro - digo con confianza.

— Que iluso, ya veremos qué tan cierto es eso - dice acercándose a mí - no eres más que un puto disfrazado de doctor adorable. Lastima que no eres una mujer si lo fueras sabrías como es que un hombre verdadero té folle,  yo lo haría con gusto - dice viéndome perversamente de pies a cabeza.

— Gracias a Dios que soy hombre - dije - además tu hijo me satisface como nadie lo ha hecho. Lo prefiero a él mil veces y no a un vejestorio - digo viéndolo de pies a cabeza con una sonrisa, tal como lo hizo él conmigo.

— ¡Maldito! - me grita y siento mi cuerpo caer al suelo debido al golpe que me da.

Me levanto del suelo, dispuesto a hacer que se fuera, pero veo a Emilio agarrarlo del cuello y golpearlo contra la pared.

— Si te vuelves acercar a mi hombre, te juro que te arrepentirás - dice Emilio furioso.

— Emilio suéltalo por favor, no cometas una locura - digo.

Trato de hacer que Emilio no haga algo de lo que se pueda arrepentir. Aunque quisiera ver como lo golpea, no dejaré que haga una locura. La justicia hará que pague. Emilio lo suelta, pero no sin antes volver a golpearlo contra la pared, lo cual hace que Ernesto suelte un quejido, es lo mínimo que merece.

— Me las pagarán - dice.

— Mira como tiemblo - digo enojado.

—No eres más que un puto - dice.

— Puta es tu amante - dije sin pensar y vi como el rostro de Ernesto reflejaba preocupación, creo que se dio cuenta de que lo descubrí.

— Vete antes de que no responda - le dice Emilio en un tono frío.

Ernesto se va sin decir nada más, debo estar alerta a lo que pueda hacernos. Mi preocupación era más por Samuel y por Emilio, que por mí mismo.

— ¿Estás bien? - me pregunta Emilio.

— Si, no es nada -dije tratando de quitarle importancia.

— Ese infeliz te golpeó, ¿y me dices que no es nada? - dice furioso.

— Si, no es nada - dije tratando de no enojarme - escúchame, estoy bien. ¿De acuerdo? - dije acercándome a él para que se calme.

— Lo voy a matar - dice.

— No hagas una tontería -dije.

— Te golpeó - dice y lo veo golpear la pared, supongo que era lo único que podía hacer para calmar su ira.

— Por favor detente - dije tomando su rostro entre mis manos.

— Suéltame Joaquín, lo haré pagar - dice.

— Ya basta - digo y lo beso.

Esperaba que con el beso, se calme y se olvide de que pretendía hacer. Él aprieta mi cuerpo con sus fuertes brazos y me acerca más a su cuerpo. Necesitaba sentirlo cerca, necesitaba que estuviera conmigo.

— Ni creas que Ernesto se salvará, aunque me beses mil veces - dice Emilio cuando el beso termina.

—¿ Ni, aunque te permita hacer con mi cuerpo lo que deseas? - pregunto riendo.

— No me tientes - dice.

— Puedes hacerme lo que quieras - le susurró al oído y pude darme cuenta que su miembro se ha despertado.

— Joaquín Bondoni, ¿qué haré contigo? - dice para luego besarme.

Escucho a alguien que carraspea, termino el beso y trato hacer que Emilio me suelte, pero no lo hace.

—¿Samuel? - digo avergonzado al verlo despierto.

— No se preocupen por mí - dice mirando para el otro lado.

— Me alegra que te despertaste abuelo - dice Emilio acercándome a él sin soltar mi mano.

— ¿Hace. . . ? ¿hace cuánto estás despierto? - pregunto avergonzado.

— Te vi cuando lo besaste - dice Samuel riéndose y yo me oculto detrás de Emilio por la enorme pena que sentía.

Enamorado de un idiota millonario (Emiliaco ) ❤️Where stories live. Discover now