48. ¿Prometido?

449 64 48
                                    





No sé qué es lo que quiere Fernanda, hace mucho tiempo que no sabía de ella. Había desaparecido del mapa desde hace más de cuatro años. Sentía que me estaba volviendo loco, mi paciencia se estaba agotando tras insistir tanto con sus llamadas. Recibía hasta más de treinta llamadas en el día, no sé cómo ha conseguido mi número, ya que lo había cambiado luego de esa noche.

Estaba en una reunión con mi equipo de trabajo, tuve que pedir varias veces que me repitieran lo que estaban diciendo, ya que no dejaba de pensar en Joaquín y lo sucedido. Al final no logré concentrarme en absoluto, no tuve más remedio que cancelar la reunión inventando una excusa y re programarla para otro día.

— Discúlpeme señor Osorio - dice mi secretaria a punto de llorar.

—¿Qué sucede? - le pregunto al verla así.

— Le pedí que se fuera, pero ella insistía en verlo. Ha entrado en su oficina sin autorización, tra - traté de det. . . detenerla, p-pero e-ella. . . - no dice nada porque se suelta a llorar.

—¿Qué te sucedió en la mano? - le pregunto al ver que llevaba una venda, trata de esconderla pero ya es tarde ya la vi.

— No. . . e- es. . . na-nada - dice deteniendo su llanto.

—¿Quien está en mi oficina? - pregunto tratando de tener toda la paciencia del mundo.

— No. . . No dijo su nombre - dice más tranquila.

—¿Fue ella quien te hizo esto? - pregunto señalando su mano.

Ella no responde, solo agacha su mirada y me doy cuenta que vuelve a llorar pero esta vez en silencio. Mi paciencia se agotaba, no quería soportar el llanto de mi secretaria, así que decidí darle el resto del día libre para que se calme y ella me lo agradece. Camino hasta mi oficina a ver quien había entrado sin mi permiso, aunque sospechaba quien era.

—¿Qué haces aquí? - pregunto con odio al confirmar mi sospecha.

—Emilio querido. . . te extrañe - dice acercándose a mí.

— Vete - dije evitando que me abrazara.

—¿Por qué me tratas así? - pregunta fingiendo indignación.

— Ahórrate el drama y dime de una vez por todas qué es lo que quieres - dije sentándome en mi escritorio.

— Quiero que me des una oportunidad - dice.

—¿Oportunidad? - pregunto poniendo mi mano bajo mi mentón.

— Si, te extraño Emilio. Lamento mucho lo que hice, te prometo que soy una nueva mujer. No he dejado de pensar en ti en estos cuatro años. Eres el hombre que amo, sé que cometí un error, pero por favor perdóname - dice - pero me di cuenta que no eran más que mentiras.

—¿Me amas? - pregunto con ironía.

— Siempre lo he hecho - dice tratando de sostener mi mano - Emilio por favor. . .

— No te creo - digo con indiferencia.

— Es la verdad - insiste.

— Si me amarás . . . no hubieras hecho lo que hiciste, nunca debiste engañarme y menos con el maldito de mi padre. ¿ Creíste que nunca ma iba a enterar? - digo soltando una sonrisa llena de ironía.

— Él me obligo y lo sabes - dice alterada.

— Eso no fue lo que yo vi, esa noche no parecía que te obligara. Ahórrate esta farsa y ve al grano, ¿qué es lo que en verdad quieres? - hablo con voz firme.

— Ya te lo dije, te dije lo que quiero - dice.

— Entonces vete, ¿quieres mi perdón?. . . Bien, lo tienes. Pero nunca olvidare lo qué hiciste. Soy feliz sin ti, gracias al cielo que no llegue a casarme contigo. Pude darme cuenta antes de la mujer que eres. Está claro que solo querías asegurar con uno de nosotros, la fortuna que querías solo para ti - digo - y dime. . . ¿Sigues siendo su amante? - pregunto cruzándome de brazos.

— No lo soy y te equivocas - dice fingiendo llorar.

—¿Me equívoco, en qué? - le pregunto fingiendo sorpresa.

— Te he amado desde hace mucho y aún lo hago, nunca fui la amante de ese hombre. Esa noche, él me obligo a estar con él, porque si no te iba lastimar - dice.

— No te creo una sola palabra. . . ¿Sabes por qué? - le pregunto mirándola directo a los ojos.

—¿Por qué? - responde sin poder sostenerme la mirada.

— Porque gritabas su nombre, gemías de placer. Te escuche como le pedías que siguiera que no se detuviera, escuché como le dijiste que lo amabas - dije lleno de ira al recordar esa noche. – te felicito, lograste engañarme por mucho tiempo, lograste cogerte al padre y al hijo al mismo tiempo, obtuviste dinero de parte de los dos. Pero no soy tan idiota como para volver a caer en tus mentiras, no quiero volver a verte en mi vida. Ahora tengo prometido y lo amo, así que vete - después de decir lo que tenía que decir, tomó los papeles de mi escritorio y finjo leerlos.

— ¿Prometido? - pregunta sorprendida.

— Así es, ahora vete o haré que la seguridad te saque a patadas - dije sin verla.

Escucho como se va, estaba enojada, ya que se había desquitado con la puerta. Arrojo todo lo que había en mi escritorio por la ira que estaba conteniendo. Esa mujer jugó conmigo por meses, fue la amante de mi padre, mientras que era mi prometida.

Esa noche, era mi despedida de soltero. Recibí una llamada de su parte, pero cuando conteste solo pude escuchar sus gemidos y como le pedía a Ernesto que siguiera. Salí hecho furia del restaurante donde se celebraba mi despedida de soltero, maneje rápidamente hasta la casa de mis padres. Entré silenciosamente y los vi, ella estaba sobre él, diciéndole que era a él a quien amaba.

La escuché decirle que jamás me amo, que solo estaba conmigo, porque no sabía como acercarse a él ya que era hombre casado. Me quedé varios minutos escuchando todo lo que ella decía, junto a sus gemidos. Cuando creí que era suficiente, abrí la puerta y por un momento creí que la rompería. Ella se sorprendió al verme y fingió que no era lo que parecía. Siempre creí que ella me amaba, pero me di cuenta que nunca fue así. Su traición hizo que me cerrara al amor, me volví frío con las mujeres y solo las usaba para pasar el tiempo, desde entonces nunca me volví a enamorar.

Enamorado de un idiota millonario (Emiliaco ) ❤️Where stories live. Discover now