66. ¿Disculpe?

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Después de tener nuestra pequeña discusión sobre pagar toda la ropa que se ha probado, decide rendirse ante la situación y aceptar. Tomó su mano para ayudarlo, así evitaría que se caiga se ve que está nervioso, además de que es mi oportunidad de sentirlo cerca de nuevo.

Le abro la puerta del auto y espero a que suba, mientras rodeaba el auto, lo vi de reojo ponerse el cinturón de seguridad. Subí al auto y hice lo mismo que él, después enciendo el auto y arranco. La casa de mi abuelo queda a veinte minutos de mi casa, es mucho más grande que la mía y por supuesto mucho más elegante.Cuando llegamos, estaba por estacionar el auto, cuando vi a Joaquín de reojo observar todo a su alrededor, se veía nervioso. Tomé su mano para darle valor y él gira su rostro hacia mí.

— Todo saldrá bien - le digo apretando suave su mano.

— Gracias - dice con una sonrisa.

— Vamos, debemos seguir con esto - dije.

Salgo del auto, lo rodeo y le abro la puerta, lo ayudo a salir del auto y en cuanto esta a mi lado. Vuelvo a tomarlo de la mano, caminamos hacia la entrada y tocamos la puerta. Esperamos a que nos abra, cuando lo hacen, una de las empleadas nos dice que nos esperan en la sala de estar.

Caminamos hasta la sala y vi que estaban todos presentes, mi mamá Leticia con Ernesto, mi abuelo Samuel, mi primo Santiago con su acompañante, la típica chica rubia y operada, estaba su madre también. Había también unos tíos lejanos, a quienes nunca he considerado familia. También estaba el abogado y mejor amigo de mi abuelo, algo me dice que darán una noticia para que él esté presente en la reunión familiar.

— Al fin llegan - dice Ernesto con disgusto.

— Ernesto - dice mi madre.

— Buenas noches - dice Joaquin nervioso a mi lado.

—Hola querido - dice mi abuelo abrazándolo.

— Hola Samuel, ¿cómo estás? - le dice a mi abuelo.

— Bien, más que bien ahora que los veo - dice sonriendo.

— Hola abuelo - lo saludo también.

— Hola hijo, vamos pasemos al comedor - dice.

Todos vamos tras él, paso mi mano por la cintura de Joaquín. Quería que supiera que estaba allí para él a través de este gesto. Él me mira sorprendido, pero luego me da una leve sonrisa.

— Tranquilo, no te dejaré solo - le susurro en su oído, para que solo él me escuche.

— Gracias - me responde.

Entramos en el comedor, cada uno toma asiento en la mesa. Mi abuelo toma el asiento de la cabecera como patriarca de la familia. Yo me siento a su lado derecho y Joaquín a mi lado. Ernesto estaba al lado izquierdo de mi abuelo y mi madre a su lado. Cuando todos tomaron sus respectivos asientos, comenzaron a servir la comida a cada uno. Todos comíamos en silencio, hasta que mi abuelo decide romper el silencio incómodo que había entre todos.

— Joaquín, querido. ¿Cómo va tu trabajo? - le pregunta mi abuelo.

— Todo ha ido muy bien, mis pacientes estén teniendo una gran mejoría - dice sonriendo.

— Me alegra escuchar eso - dice mi abuelo.

— ¿De dónde eres? - le pregunta mi madre.

— Soy de Liverpool - le responde.

—¿Hace mucho que vives en Londres? - pregunta mi madre de nuevo.

— Si, desde que comencé la universidad. Desde entonces vivo aquí - dice Joaquín.

— ¿Cómo se llaman tus padres? - pregunta.

— Tomas y Adela Bondoni - responde.

— Creí que eras adoptado - dice Ernesto de repente.

—¿Disculpe? - pregunta Joaquín.

— Veo que ya investigaste - le digo.

— Por supuesto que lo hice, no dejaría que cualquier persona atendiera la salud de mi padre - dice Ernesto.

— Ernesto - dice mi abuelo entre dientes.

—Si, si lo soy - dice Joaquín con una expresión fría.

— Ya veo. . . Eres un huérfano - dice Ernesto con una sonrisa malévola.

—¡Ernesto! - digo apretando mi mandíbula furioso.

— No, no lo soy. Mis padres biológicos fueron malos padres, pero gracias a Dios tuve la oportunidad de tener otros padres que me dieron el amor, que mis padres biológicos nunca me dieron - dice Joaquín y puedo sentir odio en su voz.

— No tienes que dar explicaciones Joaquín - dice mi abuelo.

— Está bien Samuel, no te preocupes - le responde a mi abuelo con una sonrisa fingida

—¿Eres un puto? - pregunta Ernesto.

—¿Disculpe? - dice Joaquín y pude ver que empezaba a enojarse.

— ¡Suficiente! - grito furioso - lo voy a matar.

— Si solo te vas a quedar para insultar a mi invitado de honor, puedes irte - dice mi abuelo enojado.

— Discúlpate - dije furioso.

—¿Por qué tendría que hacerlo? - pregunta Ernesto.

— Te lo advierto - dije poniéndome de pie.

—¿Qué harás si no lo hago? - dice retándome.

— No me retes - dije apretando mis puños.

— No lo hagas - me dice Joaquín tomándome de la mano.

—¿ Golpearías a tu propio padre por un puto? - dice Ernesto.

En ese momento no me importaba que estuviera la mesa de por medio, entendí mi mano y lo agarre del cuello. Joaquín y mi madre tratan de hacer que lo suelte, pero la furia se apoderaba de mí.

— Emilio suelta a tu padre por favor - suplica mi madre.

— Amor suelta a tu padre, has lo que dice tu madre - dice Joaquín. Escuchar ese apelativo, hace que reaccione y me voltee a verlo.

—¿Amor? - preguntan mi madre y Ernesto al mismo tiempo.

— Por favor - dice Joaquín suplicando.

— No podía negarme a lo que me pedía al escuchar la súplica en su voz, así que lo solté, no sin antes hacer que pierda un poco su equilibrio.

—¿Qué significa esto? - pregunta Ernesto.

— A partir de ahora, Joaquín es parte de esta familia. Quien se atreva a meterse con él, tendrá que atenerse a las consecuencias - dice mi abuelo poniéndose de pie.

— Lo mismo digo, nadie se meterá con mi novio sin presenciar mi furia - dije tomándolo de la cintura y viéndolo a los ojos.

—¿Tu novio? - pregunta mi madre.

— Si, mi novio - dije.

— Te lo tenías bien guardado primito - dice Santiago - y yo que pesaba coquetearte guapo - le dice a Joaquín.

— Aléjate de él - digo apretando los puños de nuevo.

— ¡Suficiente! - grita mi abuelo.

Enamorado de un idiota millonario (Emiliaco ) ❤️Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz