33. ¿Quieres jugar?

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Luego de terminar de visitar a mi abuelo y enterarme de lo qué pasa con él, llame a mi mejor amigo Roy, quien a la vez es mi abogado. Necesitaba hablar con alguien y sabía que él sería el único que se atrevería decirme mis verdades y regañarme si fuera el caso.

— ¿Hola? – dice al otro lado del teléfono.

— Hola, ¿que estás haciendo?– digo saliendo del hospital.

—¿Emilio? – dice somnoliento.

— El mismo – digo

— ¿Qué pasa? – pregunta.

—¿Qué haces? – pregunto.

— Pregunté primero – me dice.

— Estoy saliendo del hospital - dije subiéndome al auto.

¿Estás bien? - pregunta alarmado.

— Si digo suspirando.

— ¿Entonces qué haces en el hospital? - pregunta sin entenderme.

— Mi abuelo fue hospitalizado, ¿donde estás? – digo frunciendo el ceño.

— En un hotel, pero estaré en casa en treinta minutos – dice y puedo escuchar la voz de una mujer al fondo.

— Bien, mejor nos vemos en el restaurante de siempre – digo y cuelgo la llamada.

Me quedé un rato más pensando en el diagnóstico de mi abuelo y de la nada tengo en mi mente solo la cara y el cuerpo del doctor de mi abuelo. Y por cuarta vez siento como mi miembro se despierta con tan solo pensar en él, ¿qué rayos me pasa?. . .
Arrancó el auto para ir a mi reunión con Roy, necesitaba hablar con alguien. Al llegar al restaurante, pido la mesa de siempre para dos personas, veo la carta para pedir algo de comer mientras espero que se digne en aparecer el idiota de Roy. Unos minutos después lo veo sentarse frente a mí.

—¿Cómo está Samuel? - es lo primero que pregunta cuando se sienta.

— Por ahora está estable - dije soltando la carta.

— ¿Qué dice la doctora? - pregunta.

— El - corrijo

—¿Ah? – dice alzando una ceja.

— Su doctor, es un hombre - digo haciéndole señas al mesero para que tome mi orden.

— Entiendo, ¿ y qué dice el doctor? - pregunta apenas se va el mesero.

— Le diagnostico una aneurisma, que no es operable según él. Necesito que me ayudes a buscar otro médico, quiero otra opinión - digo.

— Está bien, te ayudaré. Hablaré con unos amigos y cobraré el favor que me deben - dice.

— Bien - digo.
—¿Y? - dice.
— ¿Y? - repito.
—¿Qué tal es su doctor? - pregunta con una sonrisa lobuna.

— No es como los hombres con los que suelo estar – digo ignorando su mirada.

— Me gustaría conocerlo - su comentario por alguna extraña razón me hace enojar.

— Olvídalo - digo enojado.

— Te gusta - dice riéndose.

— No - digo.

— Si - dice.

— Que no me gusta, y no insistas - digo.

— Entonces, ¿ por qué te enojas? . . . Si no te interesa, no hay problema en que vaya a conocerlo y invitarlo a cenar - dice sin dejar de verme la cara.

Enamorado de un idiota millonario (Emiliaco ) ❤️Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ