54. No me hagas repetir.

482 63 6
                                    



✨NARRA JOAQUÍN✨

No sabía que hacer, me daba vergüenza verlo a la cara, luego de que me besara y mas vestido solo en ropa interior. Al salir de la habitación, vestido con mi ropa, camino lo más silencioso posible, no quería verlo. Mi plan era simple, escabullirme de su casa sin que se diera cuenta. Lo sé. . . . Es un plan tonto, pero la vergüenza que siento es muy grande. Estaba a solo unos pasos de la puerta principal, casi lograba escabullirme, hasta que lo escuché hablar a mis espaldas

—¿A dónde vas? - pregunto con voz fuerte.

— Yo. . . bueno. . . - no sabía que excusa darle, no fui capaz de girar mi cuerpo para ver su rostro, solo pude hablar de forma incoherente.

—¿Tú qué? - pregunta demasiado cerca de mí.

— Yo. . . Debo ir a trabajar, tengo una cirugía programada para esta tarde - dije tratando de dar un paso hacia adelante, para poner distancia entre nosotros, pero Emilio me detuvo – ¿Qué haces? - pregunto al sentir como me agarraba de la cintura para pegarme a su cuerpo.

— Cena, esta noche - dice susurrando en mi oído.

—¿Qué? - pregunto sin entender.

— Aún no hemos podido hablar del nuevo contrato, debemos dejar muy claro las correcciones que se han hecho en el contrato. Pasaré por ti a las siete, esta noche - me dice girando mi cuerpo para quedar cara a cara sin soltarme.

— Estás muy cerca - dije poniendo mis manos en su fuerte pecho para tener una distancia prudente entre nosotros, pero era como si fuera una estatua de piedra, imposible de mover.

— No lo repetiré - dice y me suelta.

— Está bien, pero no quiero ir a un restaurante elegante - digo retrocediendo unos cuantos pasos.

— No hay problema, escoge el lugar. Paso por ti - dice y se va dejándome solo.

Al ver que se iba, me hacía sentir extraño y por una extraña razón triste. Es como si todo yo, lo extrañara desde hace mucho. Este sentimiento de soledad que estaba sintiendo, no me dejaba tranquilo. Salí de su casa y olvidé por completo que no tenía mi auto ni nada en que transportarme. Tenía que ir a casa por ropa limpia y luego ir al trabajo. Pido un taxi y espero a que llegue por mí.

Una vez que llegamos a la dirección que le di al conductor, pago el valor del viaje. Salgo del taxi, no antes de darle las gracias y camino hacia mi departamento. Al entrar recuerdo que he sido un mal padre, mis nuevos hijos gatunos estaban sin comer desde el día anterior. Al verme se acercaron a mí y lloran pidiendo comida. Agarro el alimento y lo deposito en sus platos, estaban tan hambrientos que terminaron por untar todo su rostro de comida, se veían tan tiernos, no pude evitar tomarles una foto y publicarla en mis redes sociales.
Luego de tomar varias fotos más, fui a mi habitación y empecé a arreglarme para ir al hospital. Debía ir de nuevo en un taxi, ya que mi auto se quedó estacionado en el parqueadero del hospital.

Al llegar a mi trabajo, me llaman para una consulta de urgencias y después de esa consulta, vinieron otras más. Minutos antes de dar inicio con la cirugía que debía realizar, recibí un mensaje de Emilio.

No lo olvides, paso por ti a las siete. No me hagas esperar. . . E.O.

Este hombre sí que es estricto, pero si piensa que yo voy a obedecer cada una de las cosas que me diga, se equivoca. El hecho de que aceptara su propuesta no fue por él, sino por Samuel. Además, no habíamos dejado nada por estipulado, de que yo Joaquín Bondoni, debía obedecer al pie de la letra de este hombre. Es por eso, que decidí llevarle la contraria y le envío un mensaje como respuesta.

No creo que sea necesario ir a cenar para hablar del contrato, por favor, envíame por mensaje cuáles son los puntos que desea cambiar y yo haré lo mismo. Así nos evitamos todo el rollo de ir a cenar. . . J.B.

Después de darle click en el botón de enviar, dejo mi teléfono a un lado y me preparo para dar inicio con la cirugía que tenía que realizar. Llevábamos cinco horas de cirugía y logramos retirar el tumor que el paciente tenía cerca de su columna. Estaba agotado, al terminar la cirugía, salgo del quirófano y quería ir por un café cargado para hacer que mis neuronas se despierten, así que fui por el café a la cafetería y voy a mi oficina.

—¿Qué haces aquí? - pregunto al ver a Emilio sentando al otro lado de mi escritorio.

— ¿Te gusta llevarme la contraria, no es así? - dice.

— No sé de qué me estás hablando - digo nervioso.

— Claro que lo sabes - dice.

— No. . . No lo sé - dije tratando de sonar lo más convincente posible.

— Lo sabes, de lo contrario no me hubieras enviado ese mensaje - dijo apoyando un mejilla en su mano derecha que reposaba sobre mi escritorio.

— Ya te dije que no sé de qué hablas - dije pasando por su lado para sentarme en mi escritorio.

— Entonces ¿por qué no quieres cenar conmigo? - pregunta.

— No veo necesario ir a cenar, cuando podemos hablar del contrato en este momento - dije sentándome en el sofá que había al otro lado del escritorio.

— Mientes, pero está bien. . . Lo dejaré pasar, pero quiero que te quede claro Joaquín, no soy un hombre paciente - dice levantándose del asiento.

—¿Qué haces? - pregunto cuando lo veo acercarse a mí.

— Quiero que te quede claro que, si firmas el contrato, no podrás desobedecer mis órdenes. Tendrás que fingir ser el hombre más feliz de este planeta, necesitaré que estés libre para mí. No me hagas repetir las cosas o recibirás unos buenos azotes en tu lindo trasero. Pasaré por ti a las siete, no importa lo que tengas puesto, si no estás listo para esa hora, te sacaré cargado como la otra vez - mientras dice eso, acomoda su traje y se va.

Giro mi rostro para ver la hora en el reloj que había en mi oficina y solo eran las cinco y veinte minutos, aún faltaba casi dos horas.

— Mi turno termina a las seis, tal vez alcance a arreglarme algo antes de que él llegue - murmuro.

Enamorado de un idiota millonario (Emiliaco ) ❤️Where stories live. Discover now