ғᴏʀᴄᴇ ᴅᴇsᴛɪɴʏ

Capítulo 190: Exilio

Ben fue sentenciado al exilio. Lo repitió una y otra vez en su cabeza hasta que ya no tuvo sentido; No es que tuviera sentido en primer lugar. Casi había aceptado que su destino sería entregado a manos de un verdugo. Nunca, en todas sus imaginaciones, pensó que permitirían que un hombre acusado de crímenes de guerra se fuera. La lista que leyeron de sus crímenes continuó durante minutos, y la mayoría de los crímenes descritos le revolvieron el estómago, pero le habían dado el exilio.

El consejo solo estuvo de acuerdo debido a su pérdida de recuerdos y la Fuerza, pero las circunstancias importaron poco cuando estaba libre. El concepto era aterrador... pero esperanzado. Por un lado, sintió paz de una manera que no había sentido desde que se había despertado, por el otro ... Se estaba cayendo a pedazos. Sabía que tenía que hacerse, pero ¿realmente seguir adelante?

No había vuelta atrás; Se iba. Estaban preparando su barco. Había dejado una nota para Rey. Todo estaba casi hecho. Aún así, tomó toda su determinación de no darse la vuelta y despedirse de ella en persona. Sabía que si lo hacía, ella nunca lo dejaría ir. Sabía que si lo hacía, nunca tendría la fuerza para irse. Sí, ella había dicho que lo dejaría ir, pero él sabía que esto era diferente. Este adiós fue más tangible.

Al salir del medbay, giró a la derecha y siguió las señales intermitentes hacia las oficinas. Su última parada fue con Poe Dameron, luego se fue, se fue... Todavía no lo había decidido. Estaba a unas oficinas de distancia cuando escuchó un grito por el pasillo.

― ¡Solo!―, Exclamó una voz detrás de él. Se volvió lentamente. Fue sorprendente que su otro nombre no hubiera sido gritado por el pasillo. Quienquiera que fuera sabía exactamente quién era. No reconoció la cara. El hombre exudaba confianza, riqueza y poder. La mano de Ben instintivamente fue a su cinturón en busca de un arma. Apenas lo mantenía unido; solo su determinación de que estaba haciendo lo correcto le proporcionó la fuerza para suprimirlo todo hasta que alcanzara la privacidad del Halcón. No tenía la energía para las verdaderas palabras que este hombre probablemente tenía para él.

―Soy un viejo amigo del general Solo, tu padre―. Ben endureció su mandíbula, esperando la escena inevitable―. Estaría orgulloso de tu valentía y sacrificio, hijo.

Ben entrecerró los ojos, revisando las palabras en su cabeza para asegurarse de que lo había escuchado bien.

―Lo que hiciste por esta galaxia, sin ayuda, es nada menos que extraordinario. ¿Entiendo que eres un Jedi?

«¿A dónde va con esto?»

―No fue solo, señor, y no, no soy un Jedi; Ya ni siquiera soy sensible a la Fuerza―, respondió respetuosamente, esperando que eso fuera suficiente para terminar la conversación.

―Poderoso y humilde―, dijo el hombre con halagos de sacarina que Ben dudaba que fueran genuinos. Dudaba que el hombre estuviera escuchando. No pudo evitar el escalofrío de desconfianza que rodó por su columna vertebral. El hombre le dio una palmada en la espalda, y Ben apretó los puños para contenerse de golpearlo.

―Tengo una propuesta para que la consideres―, continuó el hombre―. Como saben, estamos en la infancia de construir una nueva República. Necesitamos un ejército y una flota fuertes más que nunca para impedir que otra facción opuesta se levante. Podría usar a un hombre como tú al mando de mi nuevo ejército.

Ben lo miró fijamente, esperando una sonrisa o una risa o algo que indicara que era una broma. Por lo que podía decir, el hombre parecía serio.

― ¿Señor? No quiero decir falta de respeto, pero ¿tienes alguna idea de quién soy y qué he hecho?

"Tienes la infamia de Kylo Ren y la lealtad y el coraje de un Solo y un Organa. Sabes cómo funcionan estas facciones políticas y puedes aplastarlas antes de que se conviertan en una amenaza. Con tus habilidades Jedi, nadie se atrevería a desafiarte. Nuestros militares serían temidos en toda la galaxia. Es hora de que los malos teman a los buenos, ¿no estás de acuerdo?", razonó el hombre, con el rostro desprovisto de emoción. Ben podía sentir el pánico en su garganta.