17. WES

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17ÁLBUM:A matarCANCIÓN: State of Mind - Ady Suleiman

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ÁLBUM:A matar
CANCIÓN: State of Mind - Ady Suleiman

—Wes, no hagas una tontería, por favor...—suplicaba Emy sujetándome del brazo mientras que con la mano libre pulsaba repetitivamente al botón del ascensor, ni que pulsar más veces le hiciera venir más rápido.

—¿Por qué quieres protegerle? Deberías desear su cabeza en bandeja por haberte desfigurado la cara de esa manera.

Ella se tocó el labio e hizo una mueca.

—No le protejo a él, te protejo a ti.

Antes de que pudiera decir nada incoherente, el timbre del ascensor avisó de su llegada y procedimos a subirnos en él.
Emily era mi hermana menor, no tenía sentido que quisiera protegerme a mí cuando la cosa iba más bien al revés.
Cada piso que subíamos, apretaba más los puños, sintiendo como la ira se iba intensificando.

—Por una vez deja que te protejamos nosotros...—Le acaricié el brazo—. Sabemos lo que hacemos.

Bueno, al menos yo.
Adrian y Gale todavía no tenían ni idea de por qué les había pedido reunirnos en el piso de Emy.

—Lo dudo.

Emy era la única chica, además de mi madre, claro. Pese a ser la más joven, siempre nos había cuidado a los tres y mismo protegiéndonos a todos, era incapaz de cuidarse de sí misma. De ahí que estuviera allí.

No podíamos ser perfectos en todo; éramos terrible eligiendo parejas, quizá tuviéramos eso en común ¿no?

—Wes, por favor—imploró.

Me sentía exasperado con su insistencia, solo la había venido a ayudar, pero me lo estaba poniendo muy difícil.

A média que iba envejeciendo me aborrecía la gente insistente, parlanchina y confianzuda. Tal como Cohen.
Hacía una semana que no sabía nada de ella. Desde ese día en el Starbucks. Tampoco era que echase de menos verla.

Para nada.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, lo primero que vi fueron unos distraídos par de ojos grisáceos. Inmediatamente me arrepentí de haber pensado en ella, era como si la hubiese invocado.

¡Ya sabía yo que eras Satán!

—Oh, no. ¿Otra vez tú?

Ella abrió la boca sorprendida y sonrió radiante.
¿Y ahora por qué sonríes como si acabaras de ganar la lotería?

—Hola Wes.

Achiné los ojos. Desconfiado.

—Vete a la mierda. —Fue lo primero que salió de mi boca.

Ella abrió la boca, pero no dijo nada.

Pasé por ella y seguí el camino hacia el final del pasillo donde estaba el piso de Emy.

Si esto es una broma, ya carece de gracia.

Te puedes encontrar con alguien accidentalmente una o dos veces pero tres ya era de chiste.
¿Cómo sabía esa niña donde encontrarme a cada segundo? Tenía que espiarme, no era posible tantas casualidades.

—Em... ¿Qué te ha pasado?

Le escuché preguntar a mi hermana y cerré los puños.

¿Por qué tiene que meterse en los asuntos ajenos? ¿Por qué tiene que preguntar tanto? Es insufrible.

¿En serio tenía que aguantar eso después del día de mierda que había tenido?

—¿Por qué siempre tienes que estar en todos los lados? —pregunté rehaciendo mi camino y plantándome delante de ellas.

—Eres tú el que siempre se mete en mi camino.

—Te recuerdo que fuiste tú la que se metió delante del coche.

Ella chasqueó el dedo delante de mi cara y yo di un paso hacia atrás.

¿Pero quién ha abierto la puerta del hospicio para que saliera esta loca?

—Cambia el chip Wesley, ya pareces un disco rayado.—ladeó una sonrisa—. Si no fuera por ti no habría acabado en el hospital y con un brazo roto, encima.

—Dale Gracias que fuera solo el brazo...—susurré más para mi que para ella.

—¿Pero de qué habláis? —preguntó Emy, muy confusa.

—¡Cállate! —vociferamos los dos a la vez.

Oh, mierda, acabábamos de gritarle a mi hermana.

—Lo siento, Emy...—Nos disculpamos inmediatamente.
Al volver a mirarle, recordé que tenía el rostro terriblemente magullado. Debía centrarme, en ese momento el problema no era Bybee. Era Omar.

—¿Puedes quedarte con ella?

No esperé a que contestara, volví a hacer el recorrido hasta su piso. La policía no tardaría en llegar, los había llamado cuando estaba a punto de apagarlas, pero antes ese cabrón se las varía conmigo. Minutos antes le había quitado la llave, así que abrí la puerta sin ningún problema.
Entré y encontré a ese animal inconsciente en el sofá.

Caminé hasta allí, le cogí por las solapas de la camiseta y le empecé a sacudir bruscamente hasta que se despertó.

—¿Con qué te gusta pegar a jovencitas, eh?

Primer puñetazo.

—Te metiste con la hermana equivocada, hijo de puta.

Segundo puñetazo.

—¿Creías que podías pegar a Emily e irte de rositas?

Tercer puñetazo.
Ya notaba el puño anestesiado por los golpes.

Omar empezó a reírse mientras la sangre brotaba de su boca y nariz.

Al parecer se creía un tipo duro.
De él emanaba un agrio olor a alcohol. Estaba como una puñetera cuba, tal y como había dicho Emily.

—Pegas como una nena... Y no metas a mi madre en esto—dijo con acento extranjero antes de lánzame lejos, acabé aterrizando en el suelo, de culo—. La he pegado y qué. ¿Qué me vas a hacer?

Se levantó rápido.
Ni siquiera me dio tiempo de ponerme en pie y ya me había propinado una patada en pleno estómago dejándome sin aire.

—¡Wes! —oí a lo lejos una voz femenina.

—¿Tú y cuántos más pensáis darme una lección ricachón de mierda?

Otra patada privándome de todo el aire de la habitación. Por mucho que intentara respirar y recuperarme sentía como me quemaban los pulmones. Me sentía como un jodido pez fuera del agua.

En la tercera patada le cogí la pierna con las dos manos y tiré de ella con fuerza desestabilizándole.
Se cayó y yo aproveché para lánzale una patada en la cara.
Tenía que darle unos cuantos puñetazos más, por Emy.
Debía defender a mi hermana menor, sino qué clase de hombre sería.

Puñetazos por aquí, puñetazos por allá y el muy capullo ya me estaba machacándome otra vez. Tenía dormido mitad de la cara mientras un cálido líquido me manchaba toda la cara.

—¡Bee, no! — oí a Emy gritar y lo siguiente que pasó me dejó boquiabierto.

Bybee acababa de romperle un jarrón de porcelana en la cabeza. Vi a Omar quedarse con los ojos en blanco para luego caerse sobre mí.
Inmediatamente empujé su cuerpo inconsciente lejos para luego mirar a una Cohen con los ojos abiertos de par en par.

—¿Se ha muerto? Oh, Dios mío... ¿Se ha muerto?

ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTEOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz