109. WES

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ÁLBUM: Dejavú CANCIÓN: Dejavú -  Shakira, Prince Royce

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ÁLBUM: Dejavú
CANCIÓN: Dejavú -  Shakira, Prince Royce

Hacer borrón y cuenta nueva no sonaba tan mal. Ambos la habíamos jodido en algún momento, sabíamos de nuestros fallos y estábamos dispuestos a mejorar. Teníamos que hablar y poner las fichas sobre la mesa, dejar claro qué sí, qué no y qué nunca estábamos dispuestos a tolerar pero no sería esa noche.

Después de secarse las lágrimas, muy alegremente, como si no hubiese pasado nada, me invitó a unirme a su grupito donde sorprendentemente estaba mi hermana y no pude rechazarlo.

Era sorprendente como en un abrir y cerrar de ojos pudiese cambiar el chip y hacer cómo si no pasara nada, Cohen era completamente opuesta a mí, y aún así, allí estaba yo, intentándolo.

Por mi mente pasó una frase que dijo mi padre cuando aún estaba vivo:

—Cuando te guste alguien, lucha por ella, vuelve a intentarlo una y otra vez, si fracasas al fin, al menos sabrá que diste todo por ella.

¿Valdría la pena? No lo sabía, pero volvería a intentarlo.

Pese a no ser mi ambiente, y tampoco sentirme cómodo en él, sentía que debía hacerlo por ella, acabábamos de volver a empezar, no podía simplemente decirle que no y largarme dejándola ahí. Así que me aventuré en su mundo.

¿Quería vodka? Ok, un chupito de vodka. ¿Quería bailar? Ok, a bailar.

No pensaba ser el acompañante monigote, y esa noche, solo esa noche le dejaría hacer lo que quisiera conmigo, se lo debía.

Empezó a sonar una canción en español y mi hermana junto a sus amigas la sacaron a bailar, aproveché para pedir una botella de agua y observarla desde lejos.

Contorneaba la cadera al ritmo de la canción, movía los brazos de un lado a otro mientras sus amigas hacían lo mismo a su modo, luego se miraban y se reían, entretanto algunos idiotas o ilusos las miraban con ganas de un baile privado.

Me alegró ver a Emily más animada, en los últimos meses le había visto algo decaída, pero poco a poco parecía recuperarse del lastre de Omar.
Me apoyé a un lado de la barra y bebí la botella de un solo trago mientras esperaba pacientemente que volvieran a acercarse.

Todo cambió cuando Cohen se puso mala y le tuve que sacar fuera para que tomara el aire. Sus amigas insistieron en llevarla, pero les aseguré que conmigo estaría bien.

Al final, tanto alcohol tenía que salir por algún lado y acabó sobre mis zapatos.

Estábamos en el callejón de detrás de la discoteca cuando mi hermano salió fuera y nos vio.

—Uh, por la cara que pones, esos son los caros—dijo refiriéndose a mis zapatos. Llevaba una camiseta negra ceñida que marcaba lo currado que tenía el abdomen y los brazos. En una de las manos llevaba una botella de agua—. Normalmente la gente les sujetan el pelo para que no lo vomiten, pero me gusta tu estilo.

Puse los ojos en blanco ante su ironía e intenté recogerle el pelo con las manos mientras ella vomitaba parte de mis zapatos.

—¿Ahora trabajas aquí? —pregunté. Hacía mucho que no sabía nada de Gabe, pero eso no era nada nuevo, nuestra relación era bastante intermitente.

—Mamá me obligó a buscarme algo, ya no me da dinero.

Suspiré.

Pese a ser ya mayorcito seguía creyendo que mi madre debía hacerse cargo de su derrochadora vida. Por fin le había cortado el grifo.
Le pasé a Cohen un pañuelo que llevaba en el abrigo y ella se limpió la boca y luego se apoyó en mí. No tenía muy buena pinta, lo mejor sería llevarla a casa.

—¿Por qué no vuelves a la universidad? Todavía estás a tiempo de seguir la carrera, o a empezar otra nueva si derecho te sigue sin convencer...

Se echó a reír y negó con la cabeza.

—Mamá no me lo va a pagar, y créeme, lo que gano aquí apenas me da para...

—Si te sientes capaz de empezar algo y terminarlo, yo mismo te lo pago.

Se acercó a nosotros y le pasó la botella a Cohen.

—Gracias...—Logró decir antes de volver a vomitar.

—Agradezco tu oferta pero estoy bien, me va bien, gano buenas propinas...—Se peinó el pelo con la mano y luego se cruzó de brazos—. ¿Por qué no te la llevas a casa? Creo que necesita una ducha, un buen café y dormir, mañana tendrá una resaca de la hostia tío.

Puse los ojos en blancos.

Ni que no supiera qué hacer para que me estuviese aconsejando.

—Eso haré, a ver si te dejas caer por casa algún día, puedo dejarte dinero si necesitas.

Se encogió de hombro y sonrió.

—Lo tendré en cuenta.

Ayudé a Cohen caminar hacia él coche tras despedirme de Gabe con un choque de puños.
Nada más montarnos en el coche se quedó dormida, ni cuando detuve el coche en casa obtuve reacción por su parte. La cogí en brazos, la llevé a la habitación de invitados, le quité la ropa como la primera noche que la tuve en mi casa y le tapé con el nórdico antes de dejarla dormir tranquilamente.

A la mañana siguiente, bajé como lo hacía todas las mañanas a desayunar en la cocina. Lucrecia ya había dejado la mesa puesta y seguramente estuviese en algún cómodo de la casa limpiando.
Abri uno de los armarios y añadí a la mesa todos los útiles para un comensal más. Esperaba que no tardara mucho en despertarse, pese a ser sábado tenía muchos planes en mi agenda.

— Dime ¿Eres pervertido o sólo disfrutas desnudando a mujeres? —Escuché su voz desde la puerta de la cocina. Esperé encontrármela en ropa interior como la primera vez, pero no tuve suerte. Se había bañado y llevaba un albornoz de algodón encima.

—Esto me sabe a Dejavú —dije mientras una sonrisa adornaba mis labios.

Ella ladeó una sonrisa y se sentó frente a mí.

—Podrías haberme dejado dormir contigo, tu cama es muchísimo más cómoda que esa—se quejó tras meterse una loncha de beicon crujiente a la boca.

Analizándola bien, tras haberse eliminado todo rastro de maquillaje con el baño me di cuenta de lo profunda que eran sus ojeras. ¿Acaso tenía insomnio? ¿Tanto le asustaba su hermana como para no dormir? No me había comentado nada de eso, pero nunca le había visto con ojeras antes, ni sin maquillaje.

—Creí que estarías más cómoda con una cama solo para ti.

Hizo una mueca y se sirvió una gran taza de café.

—Tengo aspirina si necesitas.

—Sí, por favor, me duele muchísimo la cabeza.

Asentí y le envié un mensaje a Lucrecia para que las trajera a la cocina.

—Ayer, te pedí perdón por lo del restaurante pero, no sé si te acuerdas...

Ella asintió, tenía la boca llena así que no pudo contestar.

—¿Qué tal si te lo compenso? No quiero que pienses que cada vez que la cague voy hacerte un regalo, pero creo que ésta vez te lo debo.

Arqueó una ceja y asintió.

—¿Qué tienes planeado?

Me reí ante su mirada llena de picardía y curiosidad.
Pese a irritarme tantas veces con su infantilidad su jovialidad y desparpajo me seguían encandilando.
—Ya lo verás.
Esto no lo iba a olvidar en la vida.

Feliz finde bombones! Que tengáis un buen fin de semana, divertiros y cuidaos mucho💜

ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora