84. BEE

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84ÁLBUM: Sábado dudosoCANCIÓN: Sigma - Find me

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ÁLBUM: Sábado dudoso
CANCIÓN: Sigma - Find me

Sin poder remediar. Llegó el sábado y empecé a inquietarme.
En el desayuno hice un batido de aguacate con plátano y en vez de añadirle azúcar acabé echando sal. ¡Sí! Lo que habéis oído, sal. ¿En qué estaría pensando?
Tenía la cabeza en otra parte, y todos sabemos dónde. Desde la propuesta de Wes para recuperar mi dibujo no dejé de maldecirle en mi mente, no tenía derecho a quitarme algo así. Había estado todo el día poniendo mi cariño, frustración y culpa en ese dibujo y en un abrir y cerrar de ojos, el muy cascarrabias me lo había quitado.
—¿Se puede saber qué te pasa?—preguntó Eve echando todo el batido por el desagüe.
Apoyé las manos en la encimera y tomé una gran bocanada de aire. Llevaba toda la semana pensando en él, y lo peor era verle y no poder gritarle. Había decidido mantener la compostura ante él, sobre todo porque estaba segura de que era lo que más le gustaba. Le encantaba que perdiera el control.
—Wes me ha invitado a ir a su nueva exposición en Gardens Hart y... no sé qué hacer.
Elaboró un moño con su pelo mientras me analizaba con la mirada. Siempre analizaba la situación antes de dar un consejo, y aunque los consejos no siempre estaban diseñados para seguirlos, no costaba nada oírlos y sopesar las opciones.
—Creía que querías espacio.

Abrí la boca para contestar pero no supe qué decir

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Abrí la boca para contestar pero no supe qué decir. Necesitaba ese boceto, quería acabarlo y ponerlo en mi colección. Aunque para qué mentir, también quería verle, que sonriera, se hiciera el duro y que me fo... pero lo último que quería era apegarme a alguien que pudiese romperme el corazón.
—Le conté que me acosté con Eric.
Ella abrió la boca formando una perfecta O y luego levantó las manos exasperada. No le conté a Eve sobre lo del otro día, ya sabéis, sobre el hecho de contar la verdad a Wes. Sabía que reaccionaría como Katz y me llamaría idiota. Quizá lo fuera, pero no iba a cambiar mis ideales con intención de tener «la relación perfecta» basándome en mentiras.
—¿Por qué has hecho eso? ¿Nunca te dijeron que ojos que no ven corazón que no siente?
Solté un grito frustrado mientras daba una patada en el suelo. Lo sé, una actitud muy infantil pero necesitaba descargar mi frustración con algo, y qué mejor que el suelo.
—Solo quería ser sincera, que nuestra «relación» no empezara a base de mentiras.
Movió la cabeza de un lado a otro como lo hacía mi madre cuando sacaba una mala nota en clase de mates.
—¿Pero qué te pasa? ¡No teníais ninguna relación! ¡Me exaspera que no puedas disfrutar de una amplia vida sexual sin sentirte culpable!
Suspiré ruidosamente por la nariz.
Sí, debería probar más, con más gente, solo así dejaría de ser un peligro estar cerca de él.
—Tienes razón, debería llamar a... ¿Eric?
—Deberías tener claro con quién te desnudas... Y no, no hablo de quitarte la ropa.

Tras soltarme eso, cogió un par de fresas de la encimera y se marchó

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Tras soltarme eso, cogió un par de fresas de la encimera y se marchó.
¿Qué quería decir exactamente con eso? ¿Debía llamar a Eric y pasar de la exposición de Wes y mi dibujo o todo lo contrario?
Entre tantas dudas acabé lavando la vajilla del desayuno, limpiando toda la cocina, salón, incluso limpiando todas las ventanas del piso.
Cualquier cosa que me quitase a Wes de la mente estaba a la orden del día, pero llegada la tarde, las cosas se hicieron más y más difíciles para mí.
¿Ir o no ir? ¿Darle el gusto o no? La duda me estaba volviendo loca, y, por ende a mis amigas:
—¿Crees qué debería ir?—pregunté a Katz mientras quitaba el polvo de los muebles del salón.
—Sí—murmuró sin hacerme mucho caso mientras leía su libro.
—¿Estás segura?—volví a preguntar poniéndome recta con el plumero en mano. Ella ni siquiera levantó la vista del libro mientras contestaba.
—No.
Puse los ojos en blanco. Ni siquiera me estaba escuchando, contestaba por contestar.
Suspirando volví a la faena.
—¿Por qué no vas y te callas de una vez?—inquirió Eve mientras pensaba en voz alta guardando los productos de limpieza.
—Porque no sé qué quiero.
—¿Quieres ir?—prosiguió Katz apareciendo detrás suya.
—Sí, no... ay no sé...
Oí dos suspiros en la habitación.
—Te voy a dar esos azotes que no te dio tu santa madre...—dijo Katz frustrada viniendo directa hacia mí.
Abrí mucho los ojos y me escondí tras la mesa.
—¿Qué haces?
Katz tenía ojos de loca e intentaba alcanzarme mientras yo correteaba de un lado a otro en la cocina.
—Eres como un grano en el culo, llevas todo el maldito día con preguntas estúpidas, y ahora vas a ir a esa maldita exposición aunque tenga que arrastrarte ¡mamona!
Estaba a punto de cogerme del brazo cuando me escapé y corrí hacia el pasillo con ella pisándome los talones.
Al fondo se oía la risa histérica de Eve, al menos estaba disfrutando del espectáculo.
Me metí al baño y me encerré en él.
Katz golpeó la puerta unas cuantas veces.
—Y no salgas de ahí hasta que te hayas duchado, o nos obligaras a hacerlo nosotras y yo paso de tener que lavarte el coño... ¡Mongola!
Y luego silencio.
Respiré hondo, mi corazón latía a mil por hora. Solo Katz sabe como acojonar viva a una.
Miré a mi alrededor. El baño era mediano y disponía de una bañera con hidromasaje que aún no había estrenado. Si no fuera por el hecho de que me quedaban minutos por arreglarme hasta me hubiese dado ese lujo.

Hasta el viernes🧡

ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTEOù les histoires vivent. Découvrez maintenant