37. WES

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37ALBUM: En la oficinaCANCIÓN: Peggy Lee – Fever

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ALBUM: En la oficina
CANCIÓN: Peggy Lee – Fever

—Buenas tardes señor Gallagher—Me saludaron otros dos al subirse ascensor. Me limité a hacer una inclinación de cabeza.
—Tienes suerte, hoy no ha venido Missy y necesito a alguien.
Por el rabillo del ojo la vi sonreír de oreja a oreja.
El color rojo hacía que resaltara sus labios.
Recordaba bien la primera vez que tuve claro que me gustaba ese color de pintalabios.

Llevaba quedándome dos semanas en una habitación de hotel en Moscú cuando la vi.
Era alta, rubia y llevaba un insinuante vestido negro con una abertura en el muslo. Era una de las modelos que participarían en la campaña del Royality Diamond.
Estaba a unos pasos de donde se encontraba con otras dos modelos mientras tomaban una copa de vino rosado.

Llevaba dos semanas sin contacto humano —sexo— básicamente necesario, por intentarlo no perdía nada. Ese era el lema: intentarlo a toda cuesta.
Me acerqué a las modelos con paso decidido, una de ellas me vio y le dijo algo a las otras dos. La rubia me miró. Llevaba un intenso pintalabios color carmesí y eso me puso la piel de gallina. Por mi cabeza pasaba mil imágenes suyas besando mi cuerpo por sitios innombrable.
—Hola señoritas— solté en un torpe y poco practicado ruso.
—Hola— me saludó las tres a la vez.
Se llamaban Raisa, Daria y Rachel. Mantuve una torpe conversación con las chicas hasta que el agente se las llevó para una «reunión».

Horas más tarde me encontré con Rachel en uno de los bares tan poco transitados de una calle de Moscú y la «coincidencia» se usó para una divertida charla mientras me contaba una anécdota suya con los chupitos de vodka. Siete chupitos después estábamos en mi habitación de hotel disfrutando de una excitante y aloca noche sexual.
A la mañana siguiente me desperté solo, pero con varios besos rojizos repartidos por el cuerpo. Al mirarlos casi podía sentir a ella besándome nuevamente.

—No me parece muy adecuado que uses ese color de pintalabios cuando vengas a trabajar—lo solté cuando salimos del ascensor en la planta que nos correspondía.

Le oí resoplar.

—Disculpe señor Gallagher, no sabía que fuera inapropiado. ¿Dónde dice eso? Que recuerde no mencionaba eso en ninguna parte cuando firmé mi contrato.

Desde tiempos inmemorables los tíos sabemos que las mujeres solo usan el color rojo para marcar pollas.
Por mi cabeza pasó un fugaz pensamiento de Cohen haciéndome un trabajito fino. Rápidamente me aclaré la garganta intentando evadir esa imagen mientras me sacudía una oleada de calor que se asentaron en mis partes bajas.

— Ese color es demasiado fuerte e inadecuado para ser usado en una oficina como ésta como comprenderá.— Suspiré—. Así que haz el favor de dejar ese color para cuando salgas con sus amiguitos señorita Cohen.

—Oh señor G, este color hace a cualquier mujer sentirse sexy, no me quite usted eso también.— Su tono de voz me hizo alzar una ceja desconfiado. Si pretendía que su tono fuera seductor, fracasó estrepitosamente.

¿Desde cuándo Cohen se comportaba como una fresca?

—Vete a por mí café y déjate de gilipolleces— ordené sin ni una pizca de humor. Esa actitud en ella me estaba poniendo de los nervios. No soportaba que las mujeres se pusieran como misión seducirme y eso se lo podía leer a Cohen como si lo llevará tatuado en la frente con marca texto permanente —. Dos de azúcar y una capa de nata, para hoy.

Ella me fulminó con la mirada y volvió sobre sus pasos para ir a la cafetería.

Respiré hondo sintiendo un agudo dolor de cabeza.

Esto se me estaba saliendo de las manos. Cuando la contraté lo hice solamente con la intención de tenerla controlada y que así no nos encontráramos cada dos por tres por ahí, ya que eso era mucho peor que tener que verla todos los días. Pero la cosa se estaba desmadrando y ese no era el plan.

ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTEWhere stories live. Discover now