ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTE

56. BEE

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ÁLBUM: ¿Quieres verlo?
CANCIÓN:Tom Odell - Heal

¿Por qué señor? ¿Por qué tenías que poner a Bianca nuevamente en mi camino? En cuanto salió, levanté corriendo y fui al despacho de Wes mientras Missy me miraba raro.

—¡Tienes que despedirla!— Ni siquiera me preocupé de cerrar la puerta.

Wes estaba de pie, apoyado contra su mesa revisando unos papeles, seguía luciendo las gafas que le daba ese porte totalmente sexy.

—¿Perdón?— Parecía ligeramente descolocado, como si no tuviera ni la más mínima idea de qué hablaba.

¡Cretino!

—Tienes que despedir a Bianca, no puede trabajar aquí, no puedo dividir con ella mi mundo, mi trabajo... a ti. —Movía las manos descontroladamente en el aire.
Estaba exasperada. No entendía por qué me tenía que pasar eso nuevamente. ¿Es que había matado a judios en el pasado o algo por el estilo para que me Dios me castiga así?

—¿De qué hablas?— preguntó él quitándose las gafas y dejándolas sobre su mesa de trabajo.

—La chica que te acaba de traer ese informe que tienes en la mano, de eso hablo, joder...— Mi voz se fue estrangulando a medida que decía eso.

—¿La señorita Moore es tu hermana?

Apreté los dientes con fuerza
¿Se hacia él tonto? Pues claro que era mi hermana. Ni que nunca la hubiera visto.

—¿Ya sabes hasta su apellido?— chillé de forma acusatoria. Cerré la puerta y fui hacia él —. No te hagas el tonto que la conociste en el hospital, caradura.

Él suspiró y se cruzó de brazos.

—De eso hace mucho... ¿Cómo me iba acordar de eso? ¿Además si es tu hermana por qué no se apellida como tú?

Me acerqué a él y coloqué mis manos a ambos lados de sus brazos.

—No tenemos el mismo padre Wesley, no puede trabajar aquí, tienes que despedirla.

—No puedo despedirla Cohen— contradijo él apartando mis manos y yendo detrás de su escritorio. Como si quisiera ponerse a salvo de mi.

—¿Por qué no?— grité exasperada. Era mi amigo, tenía que hacer algo. Sabía nuestra historia, tenía que defenderme ¿No?—, eres el presidente, claro que puedes.

Él soltó una risita que me irritó más de lo que ya estaba.
¿Qué le hacía gracia en todo eso?

Maldito embustero.

—No voy a despedirle Cohen.

Casi me subí en la mesa para hacerle frente. Nuestras caras estaban a casi a un centímetro.

—Des-pi-de-la— murmuré amenazante. Él se echó hacia atrás cambiando su cara de buen rollo a una seria que hacía tiempo que no veía.

—No.

Me incorporé y alisé mi vestido.

—¿Estás seguro?

—¿Y qué hago Bee? Voy hasta el departamento de contabilidad y hablo con su encargado y le digo: quiero que despida a la señorita Moore.

—Sí.

Él volvió a reírse.

—¿Y cuándo me pregunté el por qué? ¿Qué le digo?

—Que es una puta loca que me quiere amargar la vida.

Suspiró y negó con la cabeza.

—Así que le digo que debe despedir a su empleada porque la ayudante de mi secretaria tiene un celo enfermizo hacia su empleada... Oh sí, será interesante.

Golpeé mi mano contra su mesa. No estaba para bromas, y él se estaba haciendo el graciosillo aposta.

—No tiene ni puta gracia.

—Claro que sí, pero estás cegada por el odio para verlo.

Solté un bufido.

—¿Sabes qué? Espero que disfrutes de las vistas de la señorita Moore, porque yo me piro vampiro.

Le señalé con el dedo acusador y empecé a irme hacia la salida.

—¿Qué intentas decirme?—preguntó mitad ofendido, mitad indignado.

—Renuncio.

Él se levantó de golpe.

—No puedes hacer eso.

Me giré hacia él dedicándole la mirada más gélida que me pudo salir.

—¿Quieres verlo?

Y así lo hice, fui a mi mesa, recogí todas mis cosas y me marché lo más rápido que pude. No pensaba volver a compartir el mismo aire que esa arpía. Y por mucho que me doliera dejar de ver a Wesley todos los días, él había tomado su decisión y no me había elegido a mí.
Qué sorpresa ¿verdad?