77. WES

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77ÁLBUM: Rachel CANCIÓN: Dancing on my own - Calum Scott

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ÁLBUM: Rachel
CANCIÓN: Dancing on my own -
Calum Scott

— Hola, Wesy— me saludó en su ruso cerrado.
Todavía me impresionaba recordar el idioma después de tanto tiempo. Aunque aprender un idioma era como aprender a montar en bici, nunca se olvida ¿verdad?
No podía negar que verla me había acelerado el corazón sobremanera. Había pasado más de un año que no la veía, pero no había cambiado nada. Seguía pareciendo una muñeca Playboy.
Con un corazón jodidamente macabro, me recordó el subconsciente.
—¿Qué coj... qué haces aquí Rachel?
Ella dio un paso hacia mí pero levanté la mano indicándole que no siguiera.
Sonrió pero rápidamente se le borró la sonrisa cuando saqué pecho y me crucé de brazos.
Una postura defensiva ante un momento no planificado. Si esto hubiese ocurrido tiempo atrás yo sabría qué hacer; dejarme caer de rodillas ante ella y rogar que se quedara conmigo, pero las cosas habían cambiando. Había pasado mucho tiempo y el odio que sentía por ella había crecido como una pompa de jabón lista para explotar.
—Llevo tiempo intentando armarme de valor y venir a pedirte perdón.— Su acento inglés era incluso más penoso que el ruso, lo que hacía que se le entendiera a medias —. Tantas cosas quiero decirte, y no sé por dónde empezar.

 Tantas cosas quiero decirte, y no sé por dónde empezar

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Me quedé ahí, de pie, mirándole sin decir nada.

¿Cómo era posible que Rachel estuviera en el salón de mi casa pidiéndome perdón?Como había dicho, había pasado mucho tiempo desde que ella me dejó plantado en el altar sin ninguna razón aparente, sin ningún aviso previo

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¿Cómo era posible que Rachel estuviera en el salón de mi casa pidiéndome perdón?
Como había dicho, había pasado mucho tiempo desde que ella me dejó plantado en el altar sin ninguna razón aparente, sin ningún aviso previo. Simplemente dejándome sin más, delante de toda mi familia y amigos.
Eso a mí parecer era imperdonable, no había herido solamente mi ego y destrozado mi corazón, sino que me había dejado en ridículo delante de toda mi familia.
—No deberías estar aquí.
Ella hizo una especie de mueca al oír aparentemente el desprecio que desprendía mi voz.

No recordaba haberle hablado en ese tono mientras estuvimos juntos, pero como había dicho; las cosas habían cambiado

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No recordaba haberle hablado en ese tono mientras estuvimos juntos, pero como había dicho; las cosas habían cambiado. El amor se había transformado en odio, y no había sido de la noche a la mañana y mucho menos sin motivos.

—Wesy...

—¡Me dejaste plantado! Ahí, sin más...— chillé tan airado que escupí sin querer. Cuando la ira se abre paso, los modales quedan aparcados a un lado.

¿Qué cojones quiere ahora? ¿No me ha hecho ya daño suficiente?

—Lo siento. De verdad que lo siento Wesy... Me siento muy arrepentida de lo que te hi-ce...— tartamudeó llevándose la mano al pecho como si ese gesto le excusara de todo el daño que me hizo en el pasado.

Me tuve que reír al recordar que en ese momento estaba comprometida con Henry Kennedy. El compromiso había salido en el Times y según el artículo se casarían en el mismo sitio que nosotros lo habríamos hecho. ¿Coincidencia? Lo dudo. Era una verdadera arpía. Ojalá hubiese hecho caso a mi madre cuando me lo advirtió.

—Tienes la cara muy dura al pisar mi casa e intentar hacerte la víctima. ¿De verdad tenías que marcar tu boda en Los Lagos?

Su semblante cambió, como si no esperara que yo tuviera acceso a ese dato. ¿Tan ingenua se había vuelto en ese tiempo? Siempre leía el Times en el desayuno, cada rincón de ese periódico me lo sabía, de la A a la Z, aunque en el caso lo había descubierto Gracias a Cohen, con su dosier de información sobre Kennedy.
—No es cosa mía... la familia de...
Alcé la mano interrumpiéndole.
—No me interesa tu vida Rachel, he sufrido mucho por tu culpa, he pasado noches sin dormir, he recaído en el alcohol, he cometidos muchos errores desde que me dejaste pero no pienso cometer el error de perdonarte...

—Wesy...— susurró seductoramente dando un paso hacia mí. Di otro hacia atrás.
—La puerta es serventia de la casa, no tengo ninguna duda de que sepas encontrarla—grazné moviendo la mano en dirección a la puerta principal invitándola a irse.
Su cara se desencajó unos segundos, luego apretando los labios hasta formar con ellos una fina linea, se puso recta y se fue, golpeando la puerta a su paso.
—¡Tony!
No tardó en aparecer por uno de los pasillos.
—¿Señor?
Respiré con dificultad tragando el nudo que se había depositado en mi garganta.
—¿Te has quedado con la cara de esa—Pensé bien en la palabra que usaría a continuación, no me gustaba hablar mal a mis empleados—...señorita?
El asintió depositando las manos a la espalda.
—No la vuelvas a dejar poner un pie en mi casa. Si vuelve a aparecer e insiste en hablar conmigo invítale amablemente a irse.
—Sí, señor.
—Gracias, puedes irte.
Se retiró y me alejé a la cocina donde Lucrecia preparaba una auténtica cena tejana; costillas ahumadas con BBQ. Olía genial pero se me había quitado el apetito desde la confesión de Cohen, y con la aparición de Rachel estaba seguro de que no podría comer nada.
—Lu, no cenaré, llévale la cena a los chicos y luego puedes irte.
Ella alzó la vista sorprendida, no me había oído llegar.
—Pero si lu he hecho su plato favorito...
Podía ver su disgusto, le encantaba cocinar y rara vez le pedía que se quedara hasta tarde para hacerme la cena.
—Déjame un poco en la nevera, lo demás lleva a los chicos a la cabaña y vete que es tarde y no quiero preocupar a Daisy.
Asintió en silencio y yo me alejé a mi despacho mientras la rabia iba creciendo dentro de mi.

Ay, ay! Esto se pone interesante. Todos ignoran la existencia de las villanas hasta que por arte de magia aparecen.

ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTEOù les histoires vivent. Découvrez maintenant