Un accidente, dos mundos que colisionan uniéndose en uno.
Bybee no ha tenido precisamente suerte en la vida, sobre todo teniendo a la hermana que le ha tocado. Bianca ha intentado por todos los medios arruinarle la vida, lo que no sabía ella era q...
San Valentín estaba a la vuelta de la esquina, y esa fecha siempre me ponía nerviosa, no solo porqué fuera el día de los enamorados, sino también porque era mi cumpleaños. Sí, mi jodido cumpleaños. Era horrible, desde la adolescencia mis amigas desaparecían con sus novios, ligues o admiradores y me dejaban de lado. Tenía varios recuerdos de como la acababa pasando con mis padres y con un desastre de tarta que mi madre se empeñaba en hacer todos los años y nunca le salía bien. Obviamente Bianca no estaba en esos recuerdos, ella tenía cosas más importantes que su hermana menor. En fin, olvidaos de Bianca, aunque debía recalcar que parecía muy cambiada, de vez en cuando se dejaba caer por mi «territorio» y me saludaba. A unos días atrás me trajo una ecografía para que viera a mi futuro sobrino. Era interesante como una cosita tan diminuta te puede causar tanta ternura, mismo viniendo de Bianca. Ese niño me estaba ablandando, solo esperaba que no fuera una trampa más de Bianca para atacarme.
Y referente a Wes, íbamos bien, muy bien. Desde la sorpresa empezó a estar mucho más atento y paciente conmigo. Hacía días que no le veía, estaba en Corea del Sur ultimando un nuevo acuerdo para la empresa. Corea estaba muy avanzada en una tecnologia vanguardista a la que JJC Enterprise quería apostar y Wesley y Strauss llevaban días de reunión en reunión para traer esa tecnología a la empresa. Si lo consiguiéramos seríamos los primeros del país en usarla, lo que nos haría subir en el sector. Pese a no estar mi jefe, tenía mil y una cosas por hacer. Me había dejado tanto trabajo que apenas podía tomarme un respiro.
El viernes por la mañana me desperté con un mensaje de Wes diciendo que estaba en el país y que estaba deseando verme. Casi salté de emoción de la cama mientras corría al baño para arreglarme para acudir a clase. Ese día me arreglé un poco de más, robé un vestido color salmón de Eve y unos zapatos beige que todavía no había estrenado de tacón aguja. Como Wesley había manchado mi gabardina con la broma de la pintura, me había regalado unos cuantos abrigos para compensar el desastre y ahora tenía una nueva colección. Esa misma noche de la sorpresa le conté lo que había oído en el baño con Bianca, aunque él no le dio mucha importancia a las palabras de Rachel. Estaba seguro de que su abuelo no dejaría la empresa mientras estuviese en sus cabales, con lo cual no lo tomó en serio. Y referente a Rachel me aseguró que no tenía nada que hacer para que la perdonara, pese a tener mis dudas, confiaría en él hasta que me diese motivos para no hacerlo.
Cuando llegué a la oficina busqué rápidamente una excusa para ausentarme unos minutos. Quería verle, olerle, abrazarle, entre mil cosas más. Kristin no estaba en su puesto, así que pasé sin avisar, toqué la puerta con los nudillos y entré. Le encontré sentado en su mesa de arquitecto inspeccionando los planos de alguna construcción.
—Hola, bombón...— Tarareé en tono alegre mientras me acerca a él. Alzó la vista hacia mí y sonrió de oreja a oreja, en cuanto llegué a su altura tiró de mi cintura para que me sentara en su regazo y me recibió con un acalorado abrazo.
