76. WES

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76ÁLBUM: FANTASMASCANCIÓN: Us the Duo - Heartbreak

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ÁLBUM: FANTASMAS
CANCIÓN: Us the Duo - Heartbreak

Llevaba todo el viaje a casa pensando en verla, pero no me esperaba aquello. Si lo hubiese sabido, me habría ahorrado muchas cosas ese día.
Desde que acepté el hecho de que ser su amigo me ahorraría más quebraderos de cabezas que negarme a ello, las cosas habían ido bien. Aunque, sin saberlo, un giro inesperado iba a cambiar todo lo que habíamos logrado hasta el momento.
¿Debería parecerme normal que la chica con la que me acostaba de vez en cuando me dijera que se acostaba con alguien más?
Quizá sí, no lo sé, pero se trataba de Cohen.
Le había permitido cosas que no le permitiría a nadie, incluso había hecho un trueque para que siguiera cerca, aunque había que decir que yo no quería ser el responsable de despedirla, y
por norma general ninguna secretaria duraba con Strauss más de un mes, debido a su arrogante carácter y su evidente superioridad hacia cualquier persona que tuviera un cargo inferior a él.

Si hubiera antecipado los acontecimientos, seguramente volviese a hacer lo mismo. Le habría mandando con el inútil de Strauss, me habría ido a Hong Kong, aunque con la diferencia de que no volvería antes con intensión de pasar una velada con ella, tampoco le habría comprado esas gominolas tan extrañas que estaba seguro de que le encantarían.
Era un idiota ¿verdad? Siempre que me importaba un poquito, por muy poco que fuera una mujer, sucedía lo mismo.
Quizá la solución fuera ser un hijo de puta, despiadado y sin corazón, aprovechándome de cualquier cuerpazo que se me acercara.
La tragedia de mi vida había empezado con Rachel y, ahora, de alguna forma me sentía algo así como traicionado por Cohen.
Ya lo sé, no éramos más que dos adultos que se acostaban porque se atraían. La tenía como una amiga íntima, casi confie en ella pero se acabó.
Eso demostraba que no podía, ni debía confiar en ninguna persona del sexo opuesto. ¿No decían las encuestas que los hombres éramos más propensos a ser infieles que las mujeres? Pues, deberían volver a recalcular los votos porque algo iba mal.
Estaba siendo jodidamente dramático, pero me cabreaba que alguien más hubiese recorrido su cuerpo de la cabeza a los pies.
¿Se habría fijado en que tenía un lunar en la espalda a la altura de la cintura? En una rabieta, acabé tirando el dosier a la cama y solté un gruñido.
¿Esa rabia que estaba experimentando eran celos? Pues no me gustaba ni un pelo y tenía ganas de romper la cara a alguien.
¿Con quién se habrá acostado? infeliz.

—Señor Gallagher, hay una señorita abajo queriendo verle— anunció Tony tras dar dos golpecitos en la puerta.
Suspiré, asentí y me llevé las manos a la cintura.

—Ahora bajo.

Él asintió y se marchó.
¿De verdad tenía que echarle de mi casa? ¿No le había quedado claro que debía irse a casa a la primera?

Me miré los pies descalzos un segundo, odiaba ir en zapatillas por casa, una manía que tenía desde pequeño, a mi madre le volvía loca, siempre decía que cogería una neumonía por eso, nunca lo hice.

Suspiré y fui a su encuentro con el fin de echarla.

La primera vez que me acosté con Cohen no esperaba que la chica pudiese moverse así. Tenía un je ne sais quoi. Un ritmo en las caderas que me volvieron loco y tuve que repetir. Y repetí y repetí y parecía que la cosa podía ir muy bien. No había compromiso, nos veíamos fuera de la oficina, echábamos un polvo y luego cada uno con su vida. Pero no se trataba solamente de una chica 911, no era mi chica de emergencia. No necesitaba una chica para emergencias, eso lo tenía más claro que el agua. Y eso iba quedando más que obvio a medida que iba pasando el tiempo, le había llevado a un par de sitios que me gustaban y ella me hablaba de sus chorradas (tonterías) y yo la escuchaba. ¿Cuántas veces la habría oído hablar de esa serie que tanto le gustaba mientras fingía interesarme? Incontables veces.
Y aún así la aguantaba, pero no solo porque fuera mi polvo garantizado, sino porque era divertida, intrigante y muy peculiar.
Había descubierto más cosas de Cohen en un mes que de mucha gente de mi vida y pese a sus infantilidades, ocurrencias y locuras, me gustaba.
Era una lástima que se jodiese la cosa tan fácilmente.

Hice el camino hacia el hall mientras ponía mi mejor cara de póquer. Las cosas iban a cambiar por allí, y no podía garantizar precisamente que para bien.
Al llegar al salón vi a una mujer delgada, alta y rubia de espaldas a mi. Iba con una largo abrigo azul marino y tacones que hacían relucir sus finas y fibrosas piernas. Al oírme llegar se volteó y al comprobar con mis propios ojos de quién se trataba me quedé helado y sin aliento.
—¿Rachel?
Esa sí que no la vi venir.

 —¿Rachel? Esa sí que no la vi venir

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ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTEWhere stories live. Discover now