35. BYBEE

115K 9.7K 422
                                    

35ALBUM: Lo odioCANCIÓN: Reptilia  The Strokes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

35
ALBUM: Lo odio
CANCIÓN: Reptilia  The Strokes

—Lo odio— grité llegando a casa—. Lo odio, lo odio, lo odio.

Katz salió alarmada de la cocina y me miró con cara rara. Me miraba como si me acabara de salir una segunda cabeza.

—¿A quién odias criatura?

Tiré el bolso y los tacones lejos. Sin importarme que Katz pudiera regañarme, ella era la señorita del orden en casa.

—A ese cretino que se cree un Dios por haberme dado un trabajo increíblemente estúpido, solo quiere burlarse de mí y hacerme la vida imposible.

Solté un grito sintiéndome fastidiada y empecé a llorar nuevamente. Tenía que dejar de llorar pero me sentía tan sensible en esos momento que me era imposible.

—Creo que se te va a bajar la regla.

—Renuncio, no pienso volver a esa empresa ni verle nunca más en mi vida.

Me tiré en el sofá y me tapé la cara mientras mi cuerpo convulsionaba debido a los sollozos.

—¿De verdad te vas a rendir tan fácilmente?— preguntó Katz sentándose a mi lado y abrazándome—. No puedo creer que vayas a dejar que él te gane tan fácilmente.

Me destapé la cara y la miré. La veía borrosa por las lágrimas. Katz era morena, de ojos azules y piel blanquecina.

—¿Y qué quieres que haga? Me trata fatal.

Volví a sollozar fuerte.
Me sentía tan miserable, cuanto patética e inútil. Así me hacía sentir Wesley desde que le conocí. Entendía que tuviera el corazón roto y que por eso fuera de hielo pero no tenía ningún derecho de hacer la vida de los demás un auténtico infierno. Vale, quizá estuviera dramatizando, pero estaba muy sensible, ya fuera porque viniera Andrés de paseo o por la nota del examen. (Andres: menstruación)

—¿Qué tal si vuelves e intentas pasar de él?

Rechisté.

—¿Cómo voy a pasar de él si busca la más mínima excusa para regañarme?

Katz volvió a ponerse pensativa. ¿Qué estaría pasando por su cabeza? Katz solía ser muy macabra cuando quería.

—Tengo una idea, qué pasa si siempre que te dice algo incoherente o malo le sueltes un piropo o coquetees con él... Eso le confundirá y dejará de meterse contigo.

Me eché a reír. ¿Qué clase de plan malévolo es ese?
Uno muy malo, desde luego.

—Esa es una idea terrible.— Volví a reír como loca mientras Katz ponía los ojos en blanco. Siempre acababa exasperándola.

— Es una opción, le confundirías además— Se levantó y se puso frente a mi —, puede que incluso se enamore de ti.

Tuve que reírme aún más fuerte. ¿Enamorarse de mi? No, gracias. No me caía bien para querer eso. Vale, estaba muy bueno, pero ese humor de perros suyo le restaba atractivo.

—Ni loca quiero que se enamore de mi ese arrogante de pacotilla.

Katz hizo su camino de vuelta a la cocina y se paró en la puerta.

—Solo te he dado una solución fácil, ahora haz lo que creas mejor. Llorando no moverás montañas.

Negando con la cabeza, aún entre lágrimas y risas, recogí mi bolso y los dichosos tacones y fui a ducharme.
Eran pasadas las siete y me sentía agotada.
Nada más darme una ducha, me tumbé en la cama y caí rendida, había sido un día demasiado largo y lleno de emociones contradictorias.

•••

A la mañana siguiente me desperté tarde, seguía encontrándome mal, me dolía la cabeza y los ovarios.
Al parecer Katz tenía razón, me iba a bajar la regla.
No fui a clase, estuve toda la mañana en la cama hasta que decidí levantarme y alistarme con la firme decisión de hacer la vida de Wesley Gallagher imposible.

—Ahora me toca a mí reírme un rato, cretino — murmuré al espejo mientras echaba un poco de pintalabios rojo en los labios.

Ese día decidí arreglarme un poquito más de lo normal, incluso me permití robar un poco de perfume a Eve, seguramente ni lo notaría.

—Que empiece la guerra — dije con determinación mientras me subía a unos tacones rojos—. Va a ser cierto que el diablo se viste de Prada, baby.

Buenos días bombones! Espero que hayáis tenido un maravilloso fin de semana.

ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora