ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTE

81. BEE

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ÁLBUM: Dibujo
CANCIÓN: The Weeknd - Can't Feel My Face

A la mañana siguiente, entre la resaca y el disgusto, pasé todas mis clases y mis dos primeras horas de trabajo dibujando.
Ya lo sé.
No debería estar pintando en clase y mucho menos en el trabajo y menos cuando debía estar tomando apuntes mientras Wendy Moore entrevista a Strauss y a Wesley.
Evitaba por todos los medios mirar en su dirección o intercambiar miradas con él y para luchar contra mis ganas de hacerlo usé mis habilidades de dibujante e hice a una chica escribiendo en la pizarra; Accidentalmente tuya.
¿Había llegado a ser accidentalmente suya de alguna forma? Así era.
¿Me sentía arrepentida de acostarme con Eric? No precisamente, me sentía culpable por haber empezado a sentir cosas por el jefe de mi jefe. Me sentía culpable de empezar a sentir un enjambre de abejas en vez de mariposas siempre que sonreía, por ser sumisa cuando una parte de mi quería hacerse la dura. Me sentía culpable de no ser más fuerte y... ¿Y qué? Él había dejado claro que todo se había acabado cuando fui sincera con él y le solté la verdad.
¿Qué quería? ¿Qué le ocultara cosas y fuera como su ex?
—¿Te parece bonito dibujar en el trabajo cuando estamos ante una entrevista que nos abrirá muchas puertas?— susurró él en mi oreja. Detuve en el acto los trazos de mi lapicero mientras sacaba otro folio para esconder el dibujo.
—Eh...
Intenté hablar y excusarme de alguna manera pero mis cuerdas vocales no respondieron ante tal demanda.

Miré a mi alrededor y afortunadamente todo seguía igual. Mi jefe hablaba animadamente con Wendy sobre su participación en la tercera temporada de Reglas de Casa donde seis parejas competían por un premio único: finiquitarse la hipoteca.

—Dame eso—demandó pero no le hice caso. Me bloqueé, fue como volver a secundaria y que un profesor me pillase pasando notitas en clase.
Al ver que no reaccionaba me lo quitó de entre las manos y observó cada detalle, unos segundos.
Me mordí el labio con fuerza mientras intentaba recordarme a mí misma que seguía en el trabajo y debía guardar la compostura. De no ser así ya se lo habría arrebatado mientras gritaba a los cuatro vientos que no me tocara las narices.
Había que ver todo lo que había conseguido madurar en tan poco tiempo.
—Me quedo con esto, señorita Cohen.
Tal y como pasaría en secundaria.
Tardé unos segundos, pero tras morderme la lengua reaccioné y solté bajito para que sólo él me escuchara:
—¿Por qué?
Sonrió de lado con arrogancia.
—Todo lo que haces en horas de trabajo me pertenece.
Dicho esto, dobló la hoja y la metió dentro de su americana, me dedicó una frívola mirada y se marchó.

Me mantuve ahí, sentada sin poder reaccionar. Eso era indignante, me sentía como una niña en el parvulario y estaba muy cabreada. No pensaba permitir que me quitara el trabajo de casi todo un día. Me levanté decidida a ir detrás de él, plantarle cara (como en los viejos tiempos), y así recuperar mi precioso dibujo. Me había quedado genial, faltaba rematar unos pocos detalles y estaría listo, no podía simplemente arrebatármelo porqué sí.
—Señorita Cohen... Cohen— me llamó Strauss y me vi obligada a detener mi plan para dedicarle la sonrisa más radiante y forzada de mi vida.
—Sí, señor Strauss...¿En qué puedo ayudarle?— le pregunté mientras cruzaba mis brazos en la espalda. Él seguía sentado frente a Wendy Moore, mientras ella apuntaba algo en su cuaderno de anotaciones al mismo tiempo que su ayudante le susurraba algo.
—¿Puedes traernos un poco de café y algún sándwich?
Abrí la boca para decir que no pero recordé que ese era mi trabajo; contestar el teléfono, traer café o té, llevar su maldita camiseta manchada de mostaza a la lavandería...
—Claro, ahora mismo.
Forcé la sonrisa un poco más, volví al fondo de la sala para recoger mi abrigo y salí rápido pero sin prisa. Después de todo... ¿Qué prisas había para recuperar mi dibujo?