79. BEE

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79ÁLBUM: Bombón CANCIÓN: Julieta Venegas - Eres para mi

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ÁLBUM: Bombón
CANCIÓN: Julieta Venegas - Eres para mi

Tras abandonar su casa un sentimiento de congoja me oprimió el pecho. No pude aguantarme y en cuanto subí al taxi una tormenta se adueñó de mí.
No podía tratarme así, como si fuera una leprosa por haberme acostado con otro, no éramos más que amigos con derecho. ¿No era así?
¿Entonces por qué me dolían tanto que me echara? ¿Estaría yo sintiendo más de la cuenta?
Según un artículo del Cosmopolitan, tener un «amigos con derecho» no eran todo ventajas, sobre todo cuando uno empezaba a sentir más que el otro. Sentir algo por una persona con la que no te puedes envolver sentimentalmente era uno de los motivos por el que decir basta.
Quizá, lo mejor era alejarme mientras aún tenía el corazón a salvo, porque tenía claro que Wes no podía ser mi caballero de brillante armadura. Él seguía roto después de lo de Rachel y yo tampoco me consideraba una salvadora como para curarle las heridas y que luego fuéramos felices para siempre.

Pagué el taxi, sequé mis lágrimas e hice el camino hacia la entrada del edificio. Durante los siguientes treinta y siete segundos (lo que tardaba el ascensor desde la planta baja hasta donde residía con las chicas), me limité a limpiarme los mocos.
Lo último que quería, era parecer una chica patética que se arrepentía de haber echado un BUEN polvo. Oh, vamos, era una mujer libre, podía enrollarme con quién quisiera. ¿Estábamos luchando por los derechos de las mujeres para seguir sintiéndonos culpables por echar un buen polvo y que nos clasificaran de pu*a?

No, definitivamente que no.

Rebusqué las llaves del apartamento en mi bolso y me límite a abrirla.
En cuanto entré me quedé en shock, literal.
Katz soltó un gritó sorprendido y empujó a la persona que tenía encima.
Casi se me escapó una carcajada al verle a ella y al chico que se había caído al suelo a su lado. Estaban como Dios les trajo al mundo. Sus ropas estaban esparcidas por todo el salón, incluso pude divisar algún que otro juguete sexual.

Interesante...

—¿¡Qué haces aquí!?— chilló ella agarrando la camiseta del chico y tapándose.
Sonreí de oreja a oreja al poder por fin ponerle cara a ese «alguien» tan misterioso.
Debía decir que estaba BUENISIMO, sí, así, en mayúsculas. Era mulato, de pelo rapado al estilo Michael Scofield y por lo que se podía apreciar, hacía mucho ejercicio y tenía un miembro... ¿Protuberante?

¡Katz, cabrona! Ahora entiendo por qué quieres guardar al bombón en secreto...

—Vivo aquí por si no te acuerdas—contesté con guasa cerrando la puerta.

—Ya sé que vives aquí payasa— me recriminó ella levantándose tras haberse vestido con la (no tan larga) camiseta del chico. Todavía podía verle la mata amazónica si fijaba la vista allí—.Te envié un mensaje diciendo que la casa estaría ocupada.

Puso los ojos en blanco e hizo un gesto exasperado en dirección de las habitaciones para que me fuera. No pude reprimir una carcajada antes de hacer lo que me demandaba silenciosamente, Dios me libre de que la ira de Katherine cayera sobre mí.
Sabía lo cruel que podíamos ser las chicas cuando estábamos enfadadas y desde luego ella lo estaba, aunque desconocía el real motivo. ¿Por qué tanto misterio con el bombón? ¿Para qué esconder algo así? ¡Estaba cañón!
—Por cierto me llamo Bybee— me presenté al chico antes de desaparecer.
—...Bronik.— Conseguí escucharle antes de meterme a mi habitación y cerrar la puerta de la misma.

Saqué el móvil para verificar el mensaje de Katz pero no encontré ninguno. ¿Se habría equivocado de persona al enviarlo? ¿No le había dado a enviar al final? A saber.

Frunciendo los labios me dejé caer sobre la cama y cerré los párpados. Había sido un día agotador. Primero había tenido que llevar la camiseta de Strauss a la lavandería porque el señorito no sabía comer un sándwich vegetal sin mancharse de mostaza. Nunca comía en la oficina, y el día que lo hacía se tenía que manchar antes de una reunión importante y me tocaba a mí buscarme la vida y solucionar el marrón. A diferencia de con Wes, con Strauss no podía meter la pata o iría directamente a la calle y no podía permitírmelo.
Luego recibía el mensaje de Wesley y el día empeora notablemente. Pero para bien o mal, prefería ir con la verdad por delante que la mentira por detrás. No tuve mucho tiempo para lamentaciones ya que en cinco minutos contados, una Katz ya dignamente vestida irrumpía en mi habitación con cara de pocos amigos.
¿Y ahora qué te pica?
—Eso no se hace tía—lloroqueó sentándose a mí lado.
—No me has enviado nada Katz, de todas formas...¿Qué te avergüenza? Bronik está buenísimo, además el tamaño de ese pene no puede ser normal.

Por primera vez desde que la conocía fui testigo de como poco a poco sus mejillas adquirieron un tono rosado que hacían que sus ojos se vieran mucho más brillantes.

—No seas guarra...—Se rio golpeándome una pierna con la palma de la mano abierta, rápidamente empezó a escocer la zona, lo ignoré—. Bronik es perfecto... pero ahora creo que se ha roto el encanto.

Me senté sobre la cama y crucé mis piernas poniéndome cara a cara con ella.

—¿Ha perdido el encanto por qué ahora sé quién es y cómo se llama?

Ella suspiró con pesar.

—No lo entiendes...

Chasqueé la lengua, algo que solo lo hacía cuando me irritaba por una tontería.

—No seas idiota ¿Qué más da que sepa quién es? O sea ¿teniendo tantas cosas por las que preocuparte me vienes con esa tontería?

Me reí irónicamente.

—No lo entiendes.

Volví a chasquear la lengua.

—¿Qué no voy a entender? ¿Qué sales con un chico? ¿Qué follas? No tengo cinco años Katherine.

Ella arqueó una ceja y acto seguido se levantó y se marchó de la habitación cerrando la puerta de un portazo.

Suspiré.

Vale, quizá me había pasado hablándole en ese tono. Pero no, no la entendía porque era absurdo lo que estaba intentando hacerme entender. ¿Qué importaba que supiera quién era o cómo se llamaba? ¡Absurdo!
Después de varios minutos, mientras la calma volvía a mi mente, me di cuenta de que la absurda e idiota era yo. Había pagado mi frustración por Wes con Katz. No tenía porque pagar los platos rotos de otra persona con ella, así que me levanté y le fui a pedir perdón, como una buena amiga.

ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTEWhere stories live. Discover now