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Cuando llegaron, Scott e Isaac empezaron con el lío. Arrastraron las cadenas para rodearlo, y sintió un gran peso encima de él. Lo rodearon varias veces con ellas para luego afianzarlas en los pilares de hierro de la casa. Si se escapaba de eso sería toda una proeza.

Cerró el primer círculo, el que sólo lo contenía a él, y resplandeció unos segundos la pared invisible. Scott e Isaac se colocaron fuera de ese, Scott agarrando una silla para sentarse a esperar, y Deaton cerró el segundo círculo. Isaac tocó la pared invisible y recibió una descarga.

-No hagas eso, idiota -le regañó el druida mientras el rubio se quedaba dolorido.

-¿Cuánto queda?

-Una hora para que anochezca.

Scott cogió la vieja silla de madera y la colocó delante del primer círculo mientras desenvolvía el papel de aluminio de su bocadillo. Le dio un mordisco mientras se sentaba y sintió de pronto que se estampaba contra el suelo. Tardó un segundo y medio en comprender que la silla, al estar medio quemada por el incendio, había cedido ante su peso y se le habían hecho polvo las patas.

Derek apretó los labios intentando no reírse y miro a Isaac, que tenía también problemas para no estallar en carcajadas. El otro se cruzó de piernas enfurruñado y siguió comiendo.

-Lo siento Derek, hasta mañana no comerás. Se nos ha olvidado darte de comer antes de cerrar el círculo -se disculpó el de rizos.

-Mala suerte, mañana quiero tortitas para desayunar.

Scott se comió el bocadillo sintiendo aún algo de vergüenza. Al menos, pensó, Derek se había reído y eso había servido para aplacar un poco los nervios que todos sentían.

Poco a poco, la luz del día fue apagándose, dejando lugar a la oscuridad. Deaton encendió las lámparas portátiles que había traído y puso una en cada esquina del lugar, iluminándolo con un tono anaranjado.

-¿Cómo te sientes, Derek? -preguntó Scott.

-Me duele todo por culpa de las cadenas.

El druida lo observó con atención, notando cómo los músculos de Tyler se iban hinchando. Isaac también se dio cuenta, y se echó hacia atrás, chocándose con la barrera y siseando de dolor.

-Ya empieza -gruñó el rubio transformándose y colocándose para el ataque.

-Atentos -advirtió Alan.

De repente, Derek rugió con fuerza, aullando intentando moverse. Las cadenas se movían como si fueran una pulserita, pero al menos aguantaban el ataque. El tamaño del moreno sobrepasaba casi el doble al que tenía normalmente, y un nuevo aullido los hizo retroceder de nuevo, haciendo que se chocaran con la barrera de ceniza.

-Dejad de moveros, os hará daño si os chocáis con la pared mucho -murmuró Deaton, pero los otros parecieron no escucharlo.

Stiles bajó al sótano, también transformado. Había venido corriendo desde el lugar donde había estado esperando.

Se asustó al ver la transformación de Derek. Sus ojos brillaban más que nunca, con el mismo color que ya había visto con anterioridad, pero estos ocupaban todo el hueco ocular, como si careciera de pupilas. Tenía vello por todo el cuerpo y los colmillos y zarpas eran el doble de grandes y afilados. El ruido de los huesos rompiéndose y recolocándose era terrible y le daban ganas de vomitar.

-Derek... -lo llamó, acercándose un poco y viéndolo luchar contra las cadenas que lo apresaban-. Derek, cálmate, por favor. Vuelve en ti.

-Ahora mismo no puede oírte, Stiles. Al menos no te oye Derek, el súper alfa sí, aunque no te entiende.

Abyss [m-preg]Where stories live. Discover now