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-¿No vamos a hablar de ello?

-¿Por qué estropearlo?

-Porque lo hemos hecho otra vez -resopló Isaac mirando a Dean, que intentaba recuperar el aliento.

-¿Qué más te da? No te quejabas cuando estábamos en faena -comentó Sam desde el otro lado. El de rizos frunció el ceño y se levantó, yendo al baño para darse una ducha.

Habían comenzado una rutina en la que ni siquiera sabían que estaban. Les parecía imposible haber llegado tan lejos, y sin embargo, ahora se sentía bien. Antes cuando lo hacía con un hermano o con el otro sentía que le faltaba algo, pero desde aquella noche en la que tuvieron sexo los tres juntos, estaba como debería estar. Completo.

Estaba el hecho tabú que estaba obligando a dos hermanos a conocerse íntimamente, demasiado, y todo por sus necesidades como lobo. Pero Sam y Dean parecían felices de hacerlo feliz a él, así que no quería empañar su recién descubierta conexión. Pero la sombra de su partida seguía ahí, acechándolo.

Cerró el grifo, torciendo el gesto al dejar que aquellos pensamientos lo invadieran, pero aquel hecho estaba ahí, torturándolo y haciéndole sentir mal, porque perdería a su mitad, a sus lazos, y no podía hacer nada.

O quizás sí.

Se envolvió la cintura con la toalla y salió con renovada determinación al cuarto, donde Sam cogía sus cosas para ducharse y Dean remoloneaba en la cama un rato más en ropa interior.

Sintieron a Isaac agitado, pero al mirarlo lo vieron bien, e incluso sonriente.

-¿Qué bicho te ha picado? -preguntó Dean.

-Me voy con vosotros. No pienso renunciar a esto, cuando os tengáis que ir, me marcharé con los dos. -Los dos hermanos lo miraron con los ojos muy abiertos, procesando sus palabras.

El primero en reaccionar fue Sam, que acortó distancia y besó al hombre lobo con fuerza, agarrándolo como si fuera a desvanecerse, pero no, se hacía real el vínculo que tenían los dos con Isaac, se hacía realidad y continuaba, porque quería irse con ellos, se negaba a apartarse de los hermanos.

Dean se levantó, aún asimilando la noticia, pero sonrió ampliamente, apartando a su hermano y abrazando a Isaac, que besó su cuello y respiró hondo. Menos mal que había tomado esa decisión, iba a sufrir sin ellos dos cerca.

-¿Es en serio? ¿No te estás quedando con nosotros? -preguntó el rubio cogiéndole la cara y mirándolo.

-No he hablado más en serio en mi vida. Me iría al fin del mundo con vosotros.

No dejó que dijera nada más: lo besó con fuerza, saboreando sus labios como si fuera la primera vez que lo hacía, y lo empujó a la cama. Antes de llegar a ella, tiró del brazo de Sam para que no se quedara como un pasmarote.

-Isaac, quiero que Sammy vea lo bien que te follo y se ponga celoso. Él la tendrá más grande, pero yo la muevo mejor -repuso Dean entre dientes, provocando la risa de Sam.

-No -dijo el de rizos mordiéndose el labio inferior y poniéndole una mano en el pecho-. Hoy quiero la de él. Me vas a ver siendo taladrado por tu hermanito.

-El lobo ha hablado -comentó Sam apartando a Dean y besando a Isaac con ganas, las mismas que tenía que follárselo. Dean gruñó por lo bajo pero asintió con la cabeza.

-Está bien, Sammy. A ver si es verdad que sabes meterla.

Besó a Isaac en el cuello mientras sus manos acariciaban el cuerpo del chico, bajando hasta su miembro y repasando cada centímetro del mismo. Notó que la cabeza ya segregaba preseminal, y el chico estaba tan tenso y sus testículos tan hinchados que parecía que iba a explotar.

Abyss [m-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora