1. Un gran día

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Suspiro con pesadez al mirar su expresión, porque sé que me lo pedirá una vez más

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Suspiro con pesadez al mirar su expresión, porque sé que me lo pedirá una vez más. Hacer esto me llena de vida, pero siempre llega un momento en el que me canso de seguir.

—¿Podrías tocarla otra vez, por favor? —solicita paciente, colocando su mano derecha en la barbilla en ese gesto que hace siempre que analiza algo.

La examino sonriente por algunos segundos y obedezco a su petición, deslizando los dedos con suavidad por las cuerdas de mi guitarra para emitir la suave melodía de esa canción de dormir que tanto le gusta. Es una de Barbie, la Princesa de la Isla, y la pieza es la que le canta la princesa Rosella a Tika cuando no puede conciliar el sueño.

—Creo que voy a grabarte un día de estos —comenta cuando finalizo de tocar, acabando por tararear esa letra que se sabe al derecho y al revés. Juliana se incorpora en el puff y luego me mira, sonriendo con nostalgia—. Te extrañé mucho, Ari, la próxima vez llévame escondida en tu maleta —solicita en un puchero que me causa gracia, y esa así como suelto una carcajada en su cara.

—Eso es complicado, Yul, estás muy gorda —la molesto burlona, mientras dejo la guitarra en el suelo, a un lado del puff en el que me encuentro sentada. Juliana abre la boca con sorpresa, fingidamente ofendida, y me golpea el brazo izquierdo con su puño, pero riendo. Luego se acerca un poco más para posar su cabeza en mi hombro—. También te extrañé muchísimo —admito con sinceridad.

—Yo más, imbécil, y tengo muchas cosas que debo contarte —exclama entusiasmada, con esa energía inagotable que la caracteriza. Se separa un poco y sin esperar respuesta de mi parte, comienza a narrar cada acontecimiento con o sin sentido que para ella parece relevante, mientras yo me río de sus ocurrencias.

La pelinegra de cortas y lacias hebras y grandes y oscuros ojos, es de la clase de personas que siempre está sonriéndole a la vida, bailando aun cuando no hay música y riendo estruendosamente por chistes malos. Ama las películas de princesas, es excesivamente comelona y amante del chocolate. Ella es como una niña pequeña con energía inagotable, espontánea, muy gritona y en ocasiones imprudente.

Casi siempre, en realidad.

Juliana, Yulia o Yul, como suelo llamarle, es mi mejor amiga desde siempre. Hemos estado juntas desde el jardín de niños y nuestras discusiones no van más allá de una mala elección sobre la siguiente película por ver o sobre qué alternativa en cuanto a sabores de helados es mejor. Hemos estado juntas desde entonces y compartimos tantos momentos, que no sería extraño que algún día se mude a mi casa como la hermana que mis padres no pudieron darme, y que de hecho lo es. Es un miembro más de la familia que por suerte o por desgracia, resulta ser muy diferente a mí.

Ella dice que soy la persona más aburrida que haya parido la Tierra y que increíblemente, no sabe cómo es capaz de soportarme.

La cosa es que lo hace y a este punto, ya no puedo imaginarme la vida sin ella.

Canela ©Where stories live. Discover now