4. No quiero un castigo

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Una semana ha transcurrido desde que le entregué las tarjetas terminadas a Camila y tuve aquella conversación con ella, en la que, como era de esperarse, se excusó diciendo que solo intentaba ayudar a solucionar los problemas de una relación con el diálogo.

Me enojé, evidentemente, porque ese diálogo lo tuve antes con ella y solo decidió que mi decisión no tenía importancia.

Sin embargo, mi molestia no pudo durar mucho porque ese día ella no se encontraba bien emocionalmente, y eso también me parecía importante.

Camila ha llorado esa tarde en su casa y no pude evitar acompañarla también. Tenía un revuelco de emociones y aunque al principio estaba feliz por el hecho de que tenía un avance con respecto a su fiesta, esa emoción se esfumó cuando su padre le dijo mediante una llamada telefónica que no podría asistir como le había prometido porque, según él, tenía asuntos importantes que atender en su trabajo.

Para mí son excusas, no creo que ningún papá no pueda hacer un poco de esfuerzo por sus hijos, mucho menos en una noche de sábado.

Eso la ha tenido de mal humor últimamente, y lidiar con el suyo y el mío juntas no es fácil.

Esta mañana, después de prepararme y desayunar bastante feliz, mi papá me lleva al instituto.

Durante el camino, aprovecha para contarme con entusiasmo sobre el regalo que quiere darle a mi mamá por su cumpleaños en más de dos semanas y que casualmente es el mismo día del cumpleaños de Cam.

Mi mamá es una persona sencilla, no es de usar joyas extravagantes ni es exigente; solo le importa que lo que se le dé, venga con cariño, y en este caso creo que no hay mejor opción que un perro... ellos traen ese poder incluído. Es lo que le sugiero a mi padre y lo que él, afortunadamente, acepta.

Me despido de él al llegar y me adentro al colegio que a esta hora se ve desolado. Estoy muy acostumbrada a Juliana y aunque me percibo extrañamente feliz, no puedo evitar sentir que una parte me falta, y esa es ella.

En nuestras conversaciones nocturnas, ella me ha informado que no venía al instituto el día de hoy porque tiene cita con el dentista, por eso solo nos veremos en la tarde para ir a comprar lo que planea que llevemos de vestir para la fiesta de Camila.

Aunque ella está más emocionada que yo con respecto a eso.

Entro tranquilamente al instituto al ver la entrada despejada y me dirijo directamente a mi salón, donde no tardan en iniciar las clases.

Después de una extensa sesión de química y otras materias más, salgo hacia el cafetín sin la compañía de mis amigas

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Después de una extensa sesión de química y otras materias más, salgo hacia el cafetín sin la compañía de mis amigas.

Canela ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora