44. Es su canción

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Hace una semana llegué a casa. Con las chicas nos reunimos para ir al cine e incluso hicimos pijamada en casa de Camila donde, como siempre, me recibieron muy bien.

Mi familia materna vino a visitar y también nos pusimos al día en muchos aspectos, lo que implica a una Arya respondiendo a miles de preguntas de todo tipo.

Me habría encantado ver que Daniela y Gabriel al fin se decidieran a estar juntos, pero eso no pasó, y ahora resulta que siguen intercambiando miradas aun cuando ambos tiene pareja. Yo no me había enterado de nada con respecto a esas relaciones. Ni siquiera supe que mi tía Amalia había tenido un tercer aborto espontáneo en lo que va de año y ahora ella ya no tiene esperanzas de tener hijos a sus cuarenta y cuatro años; ya no quiere intentarlo más, y nadie fue capaz de informarme. Eso me hace ver como una muy mala sobrina.

Durante todo mi viaje a Italia me sentí bien con la decisión que tomé, consideré que era lo mejor, pero ahora que me doy cuenta de que me perdí de muchas cosas y que otras han cambiado, comencé a dudar. Sigo pensando que fue la elección correcta en cierto modo, pero ya no tanto.

Sin embargo, estoy feliz porque lamentarme no sirve de nada ahora que estoy de vuelta. Con una facilidad que me sorprende he llegado a adaptarme a los ambientes que hasta hace poco había abandonado y he retomado todas las rutinas que ya tenía establecidas y que había estado obligada a cambiar, incluso mi ciclo del sueño se modificó como si en realidad nunca me hubiese ido de casa.

Falta muy poco para volver a clases y es por eso que hace dos días salí con mi madre a comprar todo lo necesario para el nuevo curso. No obstante, la felicidad que me acompaña hoy no se debe a que cada vez estoy más cerca de terminar el instituto, sino porque hoy es el día en el que voy a ver a Ian en persona después de tres años, último día en el que lo vi y nos distanciamos porque él se mudaría con su padre a Los Ángeles.

Tengo mucha molestia porque no se despidió de mí, pero ansío verlo del mismo modo.

No es mucha la distancia que nos separaba, pero por alguna razón perdimos el contacto de forma absoluta. Él nunca contestó a mis mensajes ni llamados desde que se fue y una persona insistente no soy, por eso no lo busqué más después de intentarlo cuatro veces. Pero ahora estoy deseosa de verlo y de respuestas.

Ian es único hijo y solo tiene a su papá y a Mariah, quien es su abuela paterna. Mi nana lo traía a casa e incluso vivió un tiempo aquí cuando yo era muy pequeña. Lo conozco hace mucho tiempo, tanto, que mentiría si dijera que recuerdo la primera vez que lo vi, porque para ese entonces yo no tenía tanto control de mi memoria o mis pensamientos. Lo que sí sé, es que siempre nos hemos llevado muy bien y aunque es cierto que llegó a gustarme por lo atractivo y tierno que me parecía, él se ha comportado como mi hermano mayor, siendo atento y cuidándome siempre.

El día de ayer en mis conversaciones nocturnas con Juliana que ya se han normalizado, la invité a venir a casa para recibir a Ian, pero ella tenía asuntos pendientes con cosas de la escuela y no podrá venir. Si debo ser sincera, no me importa pasar tiempo a solas con él por el momento para que me explique sus razones, así que el hecho de que Yulia no venga, no es tan malo después de todo.

Hoy, la emoción de ver a mi amigo me ha hecho despertar temprano, cosa que no me sorprende. Ian le dijo a su abuela que vendría para las diez de la mañana y aunque me he despertado con mucha anticipación, me levanto de la cama, lavo mis dientes y bajo a desayunar como si de este modo el tiempo correrá más rápido.

Durante el desayuno, me aseguro de preguntarle a Mariah si su nieto de verdad vendrá, porque no creo que mi corazón sea capaz de soportar un engaño de esta magnitud -no otro-, y a pesar de que he recibido reprimendas de mis padres para que deje de molestar a la señora, no me he esforzado en parar. Es algo que me hace ilusión y que ellos tienen que entender.

Canela ©Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu