23. Preocupada por la cuerda

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El hecho de que le importe más el bienestar del chico me molesta y no debería afectarme, pero soy lo suficientemente tonto como para permitir que lo haga

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El hecho de que le importe más el bienestar del chico me molesta y no debería afectarme, pero soy lo suficientemente tonto como para permitir que lo haga. O es que solo no soy capaz de evitarlo, tal vez.

Continúo mirándola.

Me hierve la sangre cuando me hace saber que le interesa todo el mundo menos yo, porque sé que no puedo esperar nada más pese a todo. Pero ahora, ver que con su mirada no hace más que retarme, me permite dejar esa inquietud de lado por el momento e incrementa mis deseos de demostrarle que no soy como ella cree. Por eso me ofrezco, pero también porque quiero retarla.

Si ella quiere ganar, yo contribuiré a su victoria, pero algo voy a conseguir.

—Ya subí, Liam, no jodas —responde el chico de rizos. Realmente él no se ofreció, fue Saúl quien le indicó que lo hiciera. Pero como nadie más rechistó, se dio por derrotado y cogió la cuerda con la que ahora se sostiene de aquel árbol. 

—No has escalado mucho, baja —le ordeno, todavía sin despegarle la mirada a esa chica que se está esforzando por descomponer cada una de las fichas que conforman mi cordura.

Ella también me observa, pero ahora que me ofrecí a subir, no parece querer retarme. Ahora su mirada se percibe brillosa e inexpresiva, como si temiera dejarme ver lo que realmente siente.

Oliver no responde más, pero tampoco tarda en bajar del árbol los escasos dos metros que subió y ahora me extiende la cuerda que tomo con mi mano izquierda. Le dejo la mochila a Max y sin dejar de mirar a Arya, rodeo mi cintura con el mecate y lo anudo con fuerza. La miro por segundos intentando leer lo que ahora se inscribe en su mirada, pero ella no me lo permite. Resignado, giro sobre mis talones para escalar en el árbol y ahora es su suave tacto que me detiene, por eso vuelvo a verla.

—Ten mucho cuidado... No tenemos más cuerdas y la podríamos necesitar para algo más tarde —me dice en un hilo de voz, casi con vergüenza. Río inevitablemente y asiento complacido. Quiere hacerme creer que le importa más el mecate, pero me quedaré con la idea de que no es así. Ahora que se atreva a decirme en mi cara que no está preocupada por mí, porque no pienso creerle.

No puede importarle más una cuerda que yo, eso es jodidamente doloroso.

Giro completamente y tras asegurar la cuerda en el tronco, comienzo a escalar con cuidado. No es fácil al inicio porque no hay ramas de las que pueda sostenerme, pero el tronco tiene agujeros que aprovecho cada tanto para mantener la estabilidad al sujetarme, mientras que con la mano derecha, que no soy capaz de usar con habilidad, voy subiendo el mecate a medida que trepo.

Desde mi altura escucho la voz de Deisy, Sofía, Saúl que me dice que me apresure e incluso Juliana me pide que tenga cuidado, pero nada de ella. ¿Acaso le cuesta tanto admitirlo? No quiero seguir haciéndome ilusiones solo porque sí, necesito que ella me dé señales claras.

Canela ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora