28. Tic-toc, linda

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—Entonces

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—Entonces... no le dijiste que habías escrito la canción para ella —resume Matt, ahora que nos encontramos reunidos en casa de James.

Max, que me acompaña hoy, no pudo guardarse las burlas y les contó apenas llegamos todo lo que sabe que pasó en el viaje de excursión. No es nada sorprendente que ahora no paren de molestarme.

Nuevamente nos hemos reunido después del colegio, como lo hicimos hace una semana por mi cumpleaños número diecisiete en el que decidí no hacer más que una tarde entera de películas y comida chatarra junto a todos ellos, además de una botella de alcohol que filtró Chris, por supuesto.

Aquel día me salvé de sus comentarios, pero fue solo porque Maximiliano decidió que yo merecía tener mis asuntos personales en privado y no comentó nada al respecto. Aunque también se suma el hecho de que festejamos cumpleaños juntos y no quería que aquella tarde se viera arruinada... hasta hoy, que expuso incluso lo que no sentí a los chicos de la banda.

Y hay detalles de aquella noche que él no sabe.

El mismo día que regresamos del viaje, de camino a casa, decidí contarle a mi amigo algunos detalles de lo que había pasado la noche anterior, y lo que le dije lo dejó descolocado. No más que a mí, pero sí lo suficiente para que ahora se empeñe en hacerme la vida imposible comentando y sacando conjeturas al respecto.

Hay cosas que ni siquiera yo termino de entender, y todavía intento convencerme de que ella realmente me correspondió con la misma intensidad a ese beso que estoy desesperado por repetir y que tanto me jode, no solo porque es algo que antes no me había pasado, sino porque no he querido hacerme demasiadas ilusiones imaginando cosas que no son y que jamás serán.

No es porque no quiera, más bien se debe a que me resulta imposible la idea después de tanto tiempo. Jamás imaginé estar en una situación similar aunque quizá sí quería. Odio que me odie, pero me gusta lo que ha pasado entre nosotros, y ahora creo que no puedo seguir negándome a mí mismo que siento algo por ella... que me gusta.

Ella me gusta.

Y me estoy esforzando por no admitir que los chicos siempre han tenido razón con respecto a eso. Y el mayor paso que he dado es tomar distancia.

Decidí que si quiero evitar algo ahora con ella, es hacerla enfadar aún más, y lo más razonable era mantenerme bajo las sombras. No me convence del todo aún, pero ella parece estar feliz con mi decisión y ya eso es algo.

Razones me sobran para acercármele, pero no valentía. Menos ahora que desaproveché la oportunidad de hablarle de lo que sentía el día que descubrí sin intención que a ella le gustó su canción. Sigo firme en que soy yo haciéndome ilusiones, y he decidido no hacer nada.

***

Ingreso a la cocina con pasos flojos tras haberme duchado y organizado todo. Allí, sobre la isla, encuentro una nota que informa a qué hora volveremos a casa, junto a las bolsas del desayuno. Extraigo el contenido de una de ellas, encontrándome con sandwiches y más sandwiches que al menos esta vez son de jamón y queso.

Canela ©Where stories live. Discover now