86. Que me pruebe lo que quiera

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Trago grueso sin dejar de mirarlo. Liam guiñe tranquilo, esbozando esa sonrisa segura que jamás lo abandona mientras yo no puedo ni soportar los nervios.

—Aquí están —anuncia la vivaz señora, que sale del baño captando nuestra atención.

Giro con lentitud cuando Liam voltea y la veo acercarse con dos toallas blancas dobladas en sus manos. May entrega una a cada uno, sonriente, y luego se queda parada frente a nosotros.

—Gracias —decimos al unísono, mientras tomamos las toallas con las que procedemos a secarnos el rostro.

May sonríe todavía más.

—Vamos, a ducharse —alienta aplaudiendo—. Limpiaré esto y les haré algo de comer rápido, porque dejé al viejo solo y no me puedo quedar mucho.

—No es necesario, tía, vengo preparado. —Niega el chico, hablándole dulcemente.

—No te pregunté, cariño... —manifiesta ella con gracia cuando da media vuelta para encaminarse a la cocina.

—Bien, ya sé que perderé el tiempo al insistir. Eres igual a Beth. ¿Cómo está Anthony? —inquiere Liam luego de poner los ojos en blanco.

Supongo que es ese viejo del que la señora May habló.

—Con sus achaques, ya sabes, pero feliz. Él ya está preparado —comunica sin detenerse. Me doy cuenta de que su voz suena un poco apagada—. Pero bueno... Noah estuvo preguntando por ti hace unos días porque no habían venido ni lo has llamado, supongo que ya lo verás mañana. Ahora pasen al baño de abajo para que se quiten la ropa y no mojen todo arriba, luego hablamos
—solicita al vernos de nuevo, sonriente, después sigue su camino.

Miro a Liam, que niega con la cabeza sonriendo, y juntos nos dirigimos al baño, el cual se encuentra al otro lado de la cocina.

Lo dejo pasar delante de mí, no solo para que me guíe, sino porque las últimas palabras que me dijo me dejan nerviosa y con las piernas flaqueando. No quiero que se burle de mis torpes pasos.

Liam ingresa y después de que hago lo mismo, cierra la puerta a mis espaldas. Ya lo he visto con poca ropa en más de una ocasión, así que no se cohíbe al despojarse de lo que trae puesto una vez más, quedando en ropa interior. Yo también hago lo mismo luego de dejar la toalla sobre el lavabo, la tomo de vuelta cuando estoy con el bañador y espero a que él termine.

Cuando estamos listos, cojo los celulares de ambos. Liam apila la ropa a un lado y salimos para dirigirnos a su habitación, con los cuerpo rodeados por las toallas y descalzos, aun en contra de mi voluntad.

No digo nada durante ese camino que se me hace excesivamente corto, porque no sé si sus palabras iban en serio o solo bromeaba conmigo, y no sé qué podría pasar. Es algo que me detengo a meditar.

No es que me moleste hacerlo, la verdad, pero me deja desarmada que él quiera hacer estas cosas conmigo, más aún porque no puedo engañarme al decir que yo no quiero. Esos pensamientos han estado muy presentes últimamente, torturándome.

—Ve antes si quieres, yo puedo bañarme en el otro —dice cuando abre su puerta, sacándome de mis pensamientos insoportables.

Ingreso y lo miro, arrugando la frente.

¿Solo bromeaba?

—Sé lo que estás pensando —añade ante mi silencio, mientras abre su mochila para extraer ropa de ella. Saca un short de algodón azul marino y me mira de vuelta—. No bromeaba con lo que te dije, es solo que me parece que estás incómoda y no es eso lo que quiero. Además, debes saberlo, bañarme contigo no es lo único que me encantaría hacer —asevera y muerdo mi labio con nerviosismo.

Canela ©Where stories live. Discover now