43. Naranja entera

243 48 114
                                    

Hace diez semanas finalmente acabaron las clases, lo que significa que en solo dos, inicia un nuevo curso. Me habría encantado regresar para entonces y disfrutar de lo que restaba de vacaciones con mis amigas, pero Ruggero me pidió quedarme un poco más de tiempo ya que pasaría mucho en el que yo pudiera volver a Italia, y cuando él me suplica con esa mirada de borrego que ha sido abandonado por su madre, no puedo negarme.

No perdía nada, y él tenía razón, por eso accedí a complacerlo.

Las cosas con Mateo sí son un poco extrañas por nuestra ruptura. Acabamos mal y como decidí no contarle a Rugge la versión completa, él lo invita a menudo creyendo que quedamos en buenos términos. Tenerlo por casa tan seguido resulta incómodo, sobre todo porque él todavía me sigue mirando de aquella manera que de cierto modo me hace sentir miserable. Y sé que no debería, después de todo, ambos sabíamos que este momento iba a llegar, solo que no así, y después de lo que me hizo yo no puedo mirarlo de la misma manera.

Después de romper, él me llamó más veces de lo que podría considerarse prudente, tanto, que incluso perdí la cuenta cuando decidí bloquear su contacto. Se me hizo insoportable e irónico que nunca antes me buscó tras una discusión y que luego lo hiciera de una manera tan desesperada. Lo ignoré, como era de suponerse, pero el siguiente día de clases no pude huir y tuvimos esa conversación que debíamos tener.

Eso no acabó muy bien, porque yo enojada no soy capaz de emitir bonitos sonidos hacia la otra persona, si lo sabrá Liam.

Tal vez algún día me olvide de todo esto, pero por ahora no puedo. Y aunque le dije que le perdonaba, su traición ha dejado mella en mí y eso no es algo sencillo de olvidar.

Pese a eso, sigo pensando que tal vez eso que pasó ha sido lo mejor para ambos porque aunque lo pasaba bien a su lado generalmente, no me sentía del todo segura ni feliz.

Y sé que el amor no se trata de encontrar a una pieza faltante, sino de que nos apoyemos de tal manera, hasta el punto de entender que no se necesita a otro para sentirse completo, sino saberse completo, para hacer sentir bien al otro.

Recuerdo que mi abuelo solía decir una frase que en su momento no entendía porque mis capacidades de comprender esas palabras eran vagas, pero que ahora toma mucho sentido para mí.

"No soy la media naranja de nadie, yo soy una naranja entera".

Y el sentido de la frase no va más allá del amor propio, de sentirse satisfecho con lo que es uno mismo, con virtudes y defectos. Se reduce a que no se necesita de nadie más para ser completamente feliz, y eso es algo que tengo presente desde que le hallé significado a la expresión.

Solo sé que a partir de ahora, tengo que ser más precavida al momento de entregarle mis sentimientos a alguien. Aprendí algo, y eso es lo importante.

Hoy es el día en que regreso a casa. Mis padres han venido a buscarme hace días y decidieron quedarse una última semana también aquí para pasar tiempo en familia. Me habría gustado recibir otra sorpresa de nombre Juliana, pero esta vez no pasó.

Ahora ya está por ocultarse el Sol y ya que no tengo pensado volver en mucho tiempo, mis tíos, primos e incluso Beatrice, han venido a despedirse. A mi amiga tampoco le conté todos los detalles de lo que pasó con Mateo y solo le dije que rompimos porque yo debía volver. Es lo que todos saben al respecto excepto Juliana, a quien sí le conté lo que pasó realmente.

—¿Por qué no me llevas contigo? —inquiere juguetona mi amiga. Me acerco un poco y pongo mis manos sobre sus hombros antes de hablar.

—Bea, cuando seas una persona perfectamente capacitada y no requieras de mis cuidados las veinticuatro horas del día, te llevaré conmigo —respondo con gracia, ella ríe sin ganas.

Canela ©Where stories live. Discover now