52. Supersticiones de abuela

246 53 195
                                    

Y ahora, es mi pobre auto quien paga las molestias

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Y ahora, es mi pobre auto quien paga las molestias.

Pobre desgraciado.

Niego con la cabeza con una sonrisa en los labios, una que no tiene sentido porque ahora más que nunca me queda claro que tengo una tarea difícil por delante. Con Arya nada es fácil, y aún así, eso no me molesta. Hace tiempo decidí que un reto que estoy dispuesto a superar.

Despego la vista de la puerta cuando la veo ingresar y pongo el auto en marcha de vuelta a casa, con el cerebro sobrecargado de una información que aunque es tan ajena a mí, me provoca extrañas sensaciones.

Me parece bien que ahora James sí tenga a un padre e incluso a un hermano, porque eso significa que no está del todo solo, aunque nos tenga a nosotros, y que tendrá la figura masculina de autoridad que sé, le ha hecho falta. Además, quienes componen su sistema me parecen buenas personas con buenas intenciones excepto por su madre. Sigo pensando que Déborah, Kassandra o como se llame, no actuó de la mejor manera.

No comprendo el porqué de su engaño, pero si esto se trata de una venganza hacia su ex pareja por haberla internado en aquel lugar, me parece algo bastante inmaduro y cruel, y nada justifica lo que ella hizo. Sus hijos fueron quienes pagaron las consecuencias, y aunque no hayan sido planificados, no merecían tener una mala vida o haber sido separados al nacer, no cuando eran lo único que tenían. Tal vez parezca egoísta, pero no es algo que yo perdonaría.

Al llegar a casa y luego de apagar el auto, tomo mi mochila del asiento trasero y me dispongo a descender del vehículo, pero me detengo cuando veo el libro que hace minutos dejé sobre el tablero y sonrío nuevamente.

Ella quiere que me aleje, pero el destino no. Y prefiero escuchar al destino por ahora.

Tomo el libro, me adentro a casa y de inmediato le cuento a mi madre lo que pasó en el restaurante, más por iniciativa de ella que por la mía propia. Mamá se ha inmiscuido de lleno en esto e incluso ha mostrado más interés que James, por lo tanto, no puedo huir de su interrogatorio aun si lo intento. Aunque tampoco me quejo y por el contrario me alegra que al igual que a mí, también parezca agradarle la idea de una familia más grande para mi amigo a quienes ya está ansiosa por conocer.

Esto tampoco me sorprende. Siempre es igual su interés por sumar personas a su círculo de interacción; ella quiere tener amigos en cada rincón del mundo y no se lo critico, es algo que me gusta. Al igual que con Arianna, mis capacidades de socialización las heredé de Anna, y lo agradezco, porque mi papá está al borde de convertirse en un ermitaño. El hombre además de parecer una piedra a ojos externos, no interactúa más que con sus clientes, empleados y a duras penas, porque le gusta y debe, con su familia.

Cansado y con el uniforme del colegio aún puesto, me largo a mi habitación. Dejo el libro sobre mi escritorio y me despojo de la ropa para asearme antes de disponerme a adelantar lo que más pueda de mis deberes.

Canela ©Where stories live. Discover now