55. Solo... un pedacito

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—Claro, tengo toda la saga

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—Claro, tengo toda la saga. Nunca lo necesité —responde con su ridícula sonrisa, mientras ambos abandonamos la habitación—. Bueno... En realidad sí, porque de no habérmelo quedado, no habrías venido.

—¿No pudiste pedírmelo como lo hacen las personas normales?

—Tú estás fuera de la normalidad, eso requiere métodos rebuscados.

—Labioso —mascullo, tratando de mantener la estabilidad, él suelta una risotada.

Este ser me va a volver loca. Ya me siento como una vieja, temerosa por padecer de un ataque al corazón en cualquier momento.

Ambos nos mantenemos en silencio hasta llegar a la sala, donde se encuentran su madre esperando por nosotros. Al vernos aparecer, nos encaminamos hacia el exterior de la casa. Alexander y Arianna nos aguardan allí, dentro del auto del adulto.

Liam me deja subir antes de él, quedando así en medio, para luego sentarse a mi lado derecho. Anna no tarda en ubicarse en su lugar y de inmediato el señor pone el auto en marcha hacia la dirección que le indico.

Durante el camino casi no compartimos palabras entre nosotros, más bien hablo con sus padres sobre cosas que me preguntan y que contesto cómoda, porque me sentí bien recibida en aquella casa por todos ellos.

No puedo negarlo, no me arrepiento de haber aceptado aquella invitación y los latidos desenfrenados de mi corazón lo conforman. Ellos quieren decirme algo que por más que me niegue a aceptar, tiene relación con Liam.

Al llegar a casa luego de varios minutos, veo que mis padres caminan hacia afuera llevando consigo a Vainilla; supongo que la sacan a hacer sus necesidades fisiológicas.

Yo espero que Liam descienda y también bajo del auto, tan intranquila como su sola presencia me hace sentir, aun cuando tengo a mis padres en frente.

—Hol... —empiezo a decir a mi familia cuando llegan a la reja para recibirme, sonrientes, pero la sorprendida voz de Anna me detiene.

—¿Amy? —pregunta pausadamente, como si le estuviese costando procesar que mi madre sea un humano con dos ojos y no un ovni que expulsa baba de la nariz.

Mamá ve a la señora por segundos, analizándola, pero sin perder tiempo, abre la puerta con apremio para caminar del mismo modo hacia la otra mujer.

¿Acaso se conocen?

Es escasamente posible... Sin embargo, me atrevo a sacar mis conclusiones. Seguro fue Anna quien se encargó de la remodelación de la casa hace un año. Sí, eso debe ser. O, a lo mejor, mi mamá es la pediatra de Arianna.

No hay más opciones.

—No puedo creerlo —dice mamá, mientras se abrazan y ríen como si no se hubiesen visto en años.

Canela ©Where stories live. Discover now