5. El idiota que ella dice que soy

656 146 210
                                    

No alcanzo a pronunciar ninguna sílaba, porque me pesa admitir que quizás ella puede tener razón al decir que exageré más de lo que se considera normal dentro de los estándares

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

No alcanzo a pronunciar ninguna sílaba, porque me pesa admitir que quizás ella puede tener razón al decir que exageré más de lo que se considera normal dentro de los estándares.

Retrocedo algunos pasos para alejarme, porque me inquieta que me mire tanto, y permanezco algunos segundos viéndola alejarse a grandes zancadas, molesta, hasta que cruza en la siguiente esquina y la pierdo de vista.

Odio que quiera mostrarse tan dura, cuando sé que no lo es.

Respiro hondo, intentando retomar la compostura para volver al salón.

Cuando llego, ingreso tras disculparme con el profesor y me ubico en mi lugar. Ya estoy acostumbrado a esto y las autoridades también, y por esta razón no muestran problemas para permitirme la entrada siempre que la situación se repite igual que con mis amigos. Sin embargo, últimamente todo había estado funcionando bien y me había olvidado de esto, hasta hoy.

—¿Cómo te fue? —pregunta Max, interesado, cuando me siento a un lado de él.

Él no estaba presente, pero muchos otros estudiantes sí, y tomando en cuenta que este instituto parece una vecindad de viejas chismosas, no me sorprende nada que ya todo el colegio lo sepa y haya ideado teorías al respecto.

—¿Cómo crees? —respondo con desdén, aunque él no tenga culpa de nada. Ni siquiera lo miro, porque sé que me reclamará por mi tono de voz y antes de que me mande al diablo, lo suavizo para seguir y explicarle—. Estoy castigado.

No necesito explicar nada más porque ya él lo sabe. Sé lo que me dirá, repetirá de nuevo que la estupidez se apoderó de mí más que de costumbre y yo no sería capaz de refutarle, porque solo ahora capto que no estuvo bien y que tiene razón.

Fui brusco e impulsivo y eso rara vez suele pasar desde que intento controlarme, pues a principios del año anterior tuve muchos problemas por mi comportamiento; fastidié con mis amigos, y mi padre no se lo tomó muy bien. Me advirtió que no me dejaría pasar otra de mis niñerías y que mi guitarra podría pagar las consecuencias si mi actitud seguía, y ese, además del hecho de que no quiero volver a verlo decepcionado, fue el motivo por el cual decidí comportarme... y ahora pasa esto que yo no busqué directamente. Es más de lo que él puede soportar.

Y apenas ha pasado el primer mes de clases.

—¿Arya también? —inquiere Andrés, que se encuentra sentado en su mesa a mi lado izquierdo, junto a Christian.

Lo miro arrugando la frente. Su interés me confunde y mi expresión debe demostrarlo. No entiendo por qué podría interesarle tanto si apenas lo he visto cruzar algunas palabras con ella desde que la conoce, y eso hace muchos años.

—¿Por qué te importa? —consulto serio, más interesado de lo que debería, porque realmente no me interesa.

Andrés mi mira y va a responder, pero Eduardo lo interrumpe, usando ese sereno timbre de su voz que Chris tanto le critica porque según él, se muestra débil.

Canela ©Where stories live. Discover now